Dictadura digital

Dictadura digital

Habitualmente el Crony Capitalismo, también llamado capitalismo clientelista, de compadreo o de “amigotes”, ha sido relacionado con sectores empresariales íntimamente relacionados con Gobiernos que pueden beneficiar a unos emprendedores frente a otros, otorgando licencias, concediendo subvenciones u otorgando determinados beneficios fiscales. El libre mercado se ve corrompido entonces por las relaciones de amistad o familiares que existen entre los políticos y algunos empresarios, en prejuicio tanto de los consumidores y usuarios, como de las empresas de la competencia e incluso del conjunto de los ciudadanos. Derechos de extracción de recursos naturales, empresas energéticas, armas y defensa, obras públicas, bancos, telecomunicaciones… son los sectores comúnmente relacionados con este capitalismo de amiguetes, por ser los que más claramente han dependido hasta ahora de Gobiernos y políticos. Los enemigos de la libertad suelen echar pestes del modelo capitalista por causa de los males causados por este crony capitalismo tan contrario al libre mercado como el intervencionismo socialista.

Los grandes magnates de esas empresas favorecidas por sus relaciones con los gobiernos suelen denominarse extractores de rentas, puesto que gracias a sus amistades consiguen unos beneficios muy superiores a los que les otorgaría el libre mercado. Los grandes lobbies empresariales de sectores fuertemente concentrados, están incentivados en usar su influencia para convertirse en extractores de renta, negando el acceso a nuevos operadores que perjudiquen su posición dominante en determinado mercado. Google, Amazon, Apple, Microsoft, Facebook, Twitter… tratan de influir en las autoridades para que sean proclives a sus deseos en temas transparentes como la normativa que afecta a la privacidad digital, los derechos de autor, o la ciberseguridad; y en otros más opacos que maximicen sus beneficios empresariales a corto plazo o aseguren su posición dominante a largo. Pero, como ha quedado ya patente, es indudable que el lobby tecnológico estadounidense responde también a otros intereses no directamente monetarios, sino ideológicos, relacionados con la implantación del pensamiento único en una dictadura digital.

El presidente de los EEUU, Donald Trump, consiguió llegar al poder hace cuatro años apoyándose fundamentalmente en las redes sociales de estas grandes empresas tecnológicas estadounidenses. Con un discurso claramente enfrentado al consenso socialdemócrata, se puso en contra de la inmensa mayoría de los medios de comunicación a los que continuamente acusó de luchar contra él usando fake news, y se apoyó fundamentalmente en las plataformas de Facebook, Twitter y Youtube para hablarle directamente a sus votantes. Al principio las redes sociales se vieron muy beneficiadas por Trump, consiguiendo que los mensajes que el presidente vertía en sus plataformas obtuvieran una enorme repercusión en los medios de comunicación, lo que acabaría repercutiendo en su uso y, en consecuencia, en sus ventas. Mientras les convino, las grandes empresas de internet ayudaron a Trump. Pero muy pronto se vio que sus mensajes se enfrentaban una y otra vez con ese discurso único socialdemócrata al que el lobby tecnológico otorga cada vez más importancia.

Hasta que finalmente, actuando todas a la vez como si fueran movidas por la misma mano, decidieron cerrar la boca del presidente de EEUU, suspendiendo sus cuentas en todas las redes sociales. Se vieron tan fuertes y seguras para hacerlo que ni siquiera se preocuparon en buscar algún argumento jurídico que les justificase, limitándose a decir que lo dejaban sin voz en previsión de futuras exaltaciones a la violencia que pudiera pensar llevar a cabo.

Y ya puestos y como dice el refranero español que el que hace un cesto hace ciento, se cargaron a la vez más de 70.000 cuentas de sus seguidores, incluidas las de varios de sus asesores. Y como la mayoría de los censurados por las redes sociales anunciaron que se marchaban a una red alternativa llamada Parler, en menos de 48 horas todos los grandes de internet han vuelto a actuar de nuevo de forma coordinada y sin disimulo para acabar con Parler.

La izquierda internacional y la española, que habitualmente pone el grito en el cielo cuando son censurados sus discursos de odio y sus exaltaciones a la violencia contra la derecha, contra la religión católica, contra la monarquía, contra las mujeres no comunistas, contra los inmigrantes que están en contra de la inmigración ilegal y, en general, contra todos los que no son como ellos aplaudió con las orejas esta nueva censura de la dictadura digital. Pero desde aquí yo les advierto, mucho ojo, estáis aplaudiendo las actitudes más dictatoriales de los grandes lobbies empresariales del crony capitalismo y estos extractores de rentas también irán contra vosotros cuando sus intereses se lo aconsejen. Arrieros somos.

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