La desaparición del PSOE

La desaparición del PSOE

Seguramente usted, querido lector, haya escuchado —o leído— eso de que «si gana Pedro Sánchez, se acabó el PSOE». Era el mensaje proveniente de las bocas de barones y baronesas socialistas —y de sus voceros—, los que a estas alturas ya podemos identificar como «el aparato». Desde el 1 de octubre se afanaron en repetir el nuevo mantra: «Sánchez ha destrozado el partido y debemos intervenir para que no se lo cargue del todo». Era la versión nueva de «la herencia de Zapatero». El caso es que a Rubalcaba y a Felipe no les salpique nada. ¿Se da usted cuenta?

Señala muy acertadamente Borrell en su último libro los datos que desmontan esos soniquetes que culpan a Sánchez hasta de la muerte de «Manolete» -‘Los idus de octubre’, editorial La Catarata-. No era cierto que las mayores pérdidas de votos pudieran serle atribuibles. Solamente un juego trilero mostrando números absolutos y no porcentajes les ha servido para intentar justificarse; pero sólo un rato. Los que más atacaban a Sánchez, utilizando este tipo de argumentos, curiosamente eran los responsables de haber necesitado pactar con otras formaciones para poder gobernar —García Page en Castilla-La Mancha, Fernández Vara en Extremadura, Susana Díaz en Andalucía, Ximo Puig en Valencia, Lambán en Aragón— y que, desde luego, no podían sacar pecho por ninguna victoria electoral contundente. El caso era atacar, enfangar y morder. Así funciona el aparato: es irracional, ilógico, egoísta y superviviente. Solamente responde al interés de quienes han de mantenerse a toda costa a flote. Caiga quien caiga.

En ese sentido, el PSOE llevaba demasiado tiempo sumido en la «dictadura del aparato», bailando al son de los palmeros, sucumbiendo a las amenazas de los caudillos y caudillas de turno; alimentando un sistema clientelar, desnudo de ideologías, asesino de principios. Y así, ha ido comiéndose a sus propios hijos, como Cronos. Es cierto que, para aquéllos, si ganaba las primarias el proyecto que encabezaba Sánchez, podría acabarse el PSOE. «Su PSOE», ese que escurre el bulto ante la corrupción, mira hacia otro lado cuando la corrupción del partido en el Gobierno nos llega al cogote y parece preocuparse más de la última exhibición de Podemos que de la última filtración que destapa a un corrupto.

En tal caso, espero que, en ese caso, sea cierto y desaparezca ese PSOE. Que llegue el de el respeto, la participación, la ética y los principios. El de la reflexión y el debate de ideas; el del aprendizaje, el conocimiento, la solidaridad y el compromiso. El de la coherencia, la valentía y la claridad. Ese es el PSOE que debe venir. Laico, republicano, socialdemócrata, internacionalista, innovador. El primer paso para que pueda tomar aire, sin duda, pasa por una limpieza profunda, nada de «paños calientes». Y a partir de ahí, veremos si  aún queda esperanza. De lo contrario, no sólo desaparecerá el PSOE «del aparato», sino que desaparecerá el PSOE, en todos los sentidos; como ya sucedió en Grecia, como está pasando en Alemania, en Francia, en Holanda y en no pocos lugares del planeta. Y eso, no sólo afectaría a la izquierda sensata de este país, que quedaría sin opción de representación; sería un problema para la democracia en su conjunto.

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