El dedo (del diputado Casero) y la Luna

El dedo (del diputado Alberto Casero) y la Luna

«Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo», reza el clásico proverbio de Confucio. En efecto, llevamos horas absortos en el dedo de ese diputado del PP que no acertó con la tecla (o la tecla no acertó con Alberto Casero, que tanto monta, monta tanto). El dedo de Casero es la trampa que nos ha tendido el socialcomunismo para que no veamos la Luna. Ya se sabe que son expertos en desvirtuar la realidad y que tienen una probada capacidad para que pasemos de puntillas sobre el fondo de las cosas y nos quedemos embobados en las formas de un dedo que han querido convertir en el centro del problema, cuando el centro del problema es que la voluntad de la mayoría de la Cámara ha sido violentada en un alevoso ataque a la democracia. La democracia es la Luna y el dedo de Casero, el ardid con el que el sanchismo pretende desviar la atención.

Reducir lo ocurrido en el Congreso de los Diputados a un bochornoso espectáculo es una obviedad tan manida como el dedo del diputado Casero. Lo acontecido en la Cámara Baja no es sólo un esperpento; es mucho más grave que eso: hemos asistido a uno de esos golpes institucionales que si no se estilara lo políticamente correcto llamaríamos perfectamente golpe de Estado. Al fin y al cabo, el Estado es eso: un conjunto de instituciones entre las que destaca un Parlamento que, en teoría, es salvaguarda de la soberanía nacional. Y lo que ocurrió fue sencillamente que la presidenta del Congreso nos pegó a todos los españoles -sí a todos, aunque la izquierda le ría la poca gracia- una de esas patadas que hacen tambalear los cimientos de la democracia al hurtar a la Mesa la reclamación de un diputado que simplemente quería enmendar su error antes de que comenzara la votación. Y lo que ocurrió es que Batet mintió para imponer una supuesta voluntad telemática por encima de la voluntad democrática de un diputado torpón.

Sigamos embobados en el dedo de Casero y cuando queramos mirar a la Luna caeremos en la cuenta de que nos la han robado, como en el Romancero Gitano.  «Huye luna, luna, luna/ si vinieran los gitanos/ Harían con tu corazón/ collares y anillos blancos».

Lo último en Opinión

Últimas noticias