La década convulsa del Rey Felipe

Rey Felipe

El Rey Felipe jamás pudo intuir que su primera década como monarca constitucional tendría que enfrentar un golpe de Estado en toda regla (Cataluña), la llegada de los populismos con gran avance electoral y contar con un primer ministro (Sánchez) que le ningunea con ocasión y sin ella.

De no hacer continuos ejercicios prácticos de «rey prudente», es muy posible que la Corona hubiera dejado de lucir en su testa. Si su padre tuvo que enfrentar con éxito el gran reto de conducir a España desde un régimen autoritario hacia un Estado Social y Democrático de Derecho, durante diez años continuos de autocontrol Felipe VI ha dado pruebas de su madera real y todo ello con un esfuerzo continuado por no salirse ni un ápice del rol que la Constitución le otorga.

Estoy convencido de que, dentro del gran aprendizaje al que fue sometido antes de que la Corona cayera sobre sus hombros, ninguno de sus maestros pudo prever que sus primeros diez años de reinado, uno tras otro, se convertiría en una prueba extraordinaria para el muchacho. Desde heredar el trono en circunstancias complicadísimas gracias a los líos de su progenitor, a tener que sofocar una rebelión en toda la regla protagonizada por los sediciosos independentistas catalanes.

Pero, quizá, la prueba del algodón hayan sido los seis años en los que ha tenido como primer ministro a Pedro Sánchez, un personaje tan estulto como dañino para los intereses del Estado, por lo tanto para el jefe del mismo, pero esencialmente para el sistema constitucional y democrático. Hay que ponerse en la piel de Felipe VI para poder entender cómo han sido estos seis años soportando a un jefe de Gobierno a la contra, tratando de ningunear al que está por encima y tratando por todos los medios de transmitir al pueblo la idea de que Don Felipe es un juguete roto en sus manos.

Sólo la fortaleza, la capacidad de aguante, la serenidad y el pensar veinte veces las cosas antes de ejecutarlas han salvado al Rey de tirar los pies por delante. Siempre ha tenido que hacer frente a los extremos, mucho más ahora. Le achaca algo que resulta ridículo: viene obligado a sancionar cualquier ley que le viene dada desde el Parlamento.

¿Se imaginan esta desmadejada España de Sánchez presidida por otro personaje inhóspito como Zapatero? ¡Pues eso!

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