Los del PP desfilando por Moncloa…
No será este columnista el que ponga puertas al campo en el respeto y la consideración institucional entre dirigentes políticos. No es menos cierto que estamos ante Pedro Sánchez, la persona que menos ha respetado las reglas de juego que deberían ser sagradas para un jefe de Gobierno.
La pregunta se la hacen propios y extraños. ¿Qué han sacado en limpio los presidentes autonómicos del Partido Popular que han visitado estos días a Sánchez? Melancolía por su parte y desdén por la del mandarín monclovita.
Ha escrito estos días Raúl del Pozo, que memoria la tiene a pleno pulmón y experiencia como para poner un colmado, a propósito de que algo está haciendo mal el Partido Popular de Feijóo. Es cierto que se puede detectar un ligero runrún al respecto entre aquellos sociales, económicos, mediáticos y políticos que no soportan el Gobierno Sánchez y la levedad de sus coaligados. Lo primero que habría que recordar es que hacer oposición siempre es muy difícil y mucho más si enfrente tienes un marrullero/trilero de campeonato. Lo segundo, subrayar también algo obvio en democracia pero que se olvida por estos lares con harta frecuencia: el poder no lo conquista la oposición, el poder lo pierden los gobiernos.
Entrando en harina hispánica nadie podrá negar al actual comandante en jefe del PP su voluntarismo, su entrega a la causa de construir una alternativa viable, sensata y posible, de probar todo tipo de estrategias para acabar con el espectáculo de un Gobierno entregado a la anti España y zarandeado por todos los vientos; pero no es fácil. Salvo en el caso de Pablo Casado, que intentó reconstruir a todo el centroderecha laminando a Ciudadanos y a VOX sin conseguirlo (tampoco tuvo tiempo), ninguno de los líderes del PP desde su fundación se ha enfrentado a tantas dificultades para poder tener una única urna en la que conquistar una mayoría social y, sobre todo, parlamentaria. He tenido ocasión, por ejemplo, de explicarlo con amplitud en mi último libro de contenido político Éxodo y Poder.
Pese a las críticas abiertas y, sobre todo, las encubiertas desde el sector del centro derecha y la derecha radical que se realizan contra el hombre que llegó de Galicia con cuatro mayorías absolutas consecutivas, soy de los convencidos de que más pronto que tarde Nuñez Feijóo tendrá la oportunidad de ensayar sus recetas desde el Gobierno. No me cabe ninguna duda de que, en el peor de los casos, será mucho mejor presidente que jefe de la oposición de la que se quejan algunos.
Pero tiene por delante una tarea descomunal: descabalgar democráticamente a un personaje que ha demostrado ser un formidable numantino y que está dispuesto a resistir en su búnker monclovita a cualquier precio. Cuando escribo a cualquier precio quiero decir, exactamente, a cualquier precio.
Frente a los hechos palidecen los argumentos.
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