Un Consejo de Política Fiscal y Financiera plagado de trampas
Después de estar más de un año y medio sin reunirse, se celebró el pasado viernes el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF), órgano de coordinación entre la Administración General del Estado (AGE) y las comunidades autónomas (CCAA) de cara a la financiación autonómica, cumplimiento de los objetivos de estabilidad presupuestaria y cualquier otro elemento relacionado con el aspecto fiscal y financiero de las regiones.
Pues bien, dicho CPFF fue un consejo plagado de trampas tendidas a las CCAA con la apariencia de caramelos, pero que, realmente, encerraban, tras el celofán del envoltorio, auténticas trampas.
El Gobierno, por una parte, se niega a abonar a las CCAA lo que les debe de la mensualidad del IVA de diciembre de 2017, y a cambio les ofrece más déficit y más deuda. En que les ofrezca más déficit no está la trampa sino la típica solución del intervencionismo de arreglarlo todo con más desequilibrio (no les computa a efectos de cumplimiento el déficit originado por ese impago, aunque sí que computa a efectos de dato global), sino que la trampa está en la forma en la que les deja financiarlo.
Así, dice que podrán financiarlo al 0% de intereses en un extra FLA. ¿Y si no van al FLA? ¿No se lo financia? Esa práctica discriminatoria ya la vimos en otros momentos donde había, por ejemplo, un gran empeño en que Madrid fuese al FLA, cosa que evitó una y otra vez.
Si no se lo financia sin ir al FLA -extremo que deberían aclarar-, entonces esa región tendrá problemas de tesorería, con lo que puede incumplir el Período Medio de Pago a Proveedores (PMP), cosa que, si sucede, hará que, finalmente, también la obliguen a ir al FLA.
Y si lo financia en el FLA, entonces queda sometida a unas restricciones en las que salir al mercado puede convertirse en misión imposible, porque, en primer lugar, el mercado puede malentenderlo y penalizar a la región que vaya a ese FLA, y, en segundo lugar, una región que incumpla cualquier requisito -y, por ejemplo, la regla de gasto es complicada de prever, salvo que no se incremente el gasto nada- no podrá salir ya de él.
La otra trampa destacada no es otra que la idea que deslizó la ministra de imponer un déficit asimétrico para 2020. Eso constituye un grave error, ya que se pone en riesgo el cumplimiento, al jugar el distinto peso de las regiones sobre el PIB, de manera que deberían ir cuadrando unas con otras, cosa que no es ni sencilla ni exacta.