Cómprate un cañoncito

Cómprate un cañoncito

Como los gatos en enero, formaciones políticas independientes de la Part Forana de Mallorca andan ya revueltas y, conscientes de su condición liliputiense, han decidido impulsar el proyecto de crear una gran coalición para presentar candidaturas en todos los pueblos, al Parlament, al Consell e incluso a las elecciones generales. Y Europa, si fuera menester, no pongamos límites a sus ambiciones.

Coalició per Mallorca se llamará el invento que quiere semejarse a Coalición Canaria. ¿Estamos ante una iniciativa solvente o la suma de fulanismos en busca de su supervivencia? Porque la trayectoria de quienes encabezan el proyecto no parece ofrecer, solvencia aparte, muchas garantías. En la acera de enfrente del espectro político, después de haber creado Més, otro invento que ha derivado del PSM pasando por PSM-Entesa para desembocar en la suma de PSM, Iniciativa-Verds y Entesa, embarcando finalmente a Esquerra Republicana, con un éxito que sorprendió a la propia empresa, ya que después de sumar han acabado restando hasta perder tal que veinte mil votos al Parlament, que se dice pronto, y no haber logrado pasar nunca de tener los mismos diputados desde su fundación.

Y ahora, no suficientemente escarmentados de tanto trasiego, pretenden otra vez sumar grupúsculos a ver si por fin suena la flauta por casualidad. Sucede como en el Ejército de Pancho Villa. Después de haberse comprado algunos disidentes un cañoncito para hacer la revolución por su cuenta, ahora tratan de regresar de donde se fueron porque pare esta viaje a ninguna parte no era suficiente un cañón.  

Por otro lado, Palma 30 es un nuevo mantra para aplacar furias ecologistas que, contrariamente a lo previsto en sus teóricos objetivos, únicamente logra que en las ciudades los vehículos tengan que circular provocando un aumento de la emisión de gases y ralentizando el tráfico hasta hacerlo inviable. Un ejercicio de realidad sería lo más lógico. A 30 no circula nadie. Pero lo lógico para esta gente que nos gobierna está reñido con su ideología.

Ahora el Ayuntamiento de Palma ha encargado la realización de un mural en el cuartel de la Policía de San Fernando -porque en la calle no se atreverán no fuera a ser que a la ciudadanía le den ataques de risa-, un grafiti que dibuja una ciudad «verde, amable y sonriente», donde se ensalzan las bondades que ha tenido para sus ciudadanos la reducción a 30 kilómetros por hora de la velocidad del tráfico rodado en la mayor parte de la ciudad.

Será un mural para que lo contemplen unos policías municipales que, contrariamente a lo ordenado, no han sido capaces, o no han querido, de hacer cumplir la norma. El engendro pictórico sólo ha costado 8000 euros. Pero esto no es lo más grave. El mural, además de inútil, parece que se lo han encargado a alguien al que le faltan algunas clases de dibujo, lo que tiene aún más delito.

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