Carta abierta a la Sra. Diana Morant Ripoll, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades

Carta abierta a la Sra. Diana Morant Ripoll, ministra de Ciencia, Innovación y Universidades

Le escribo como investigador con 47 años de trayectoria y como contribuyente comprometido con el fortalecimiento del sistema científico español. Su Ministerio afronta retos decisivos que expongo en cinco puntos:

  1. Agencia Estatal de Investigación (AEI): necesidad de rigor y funcionamiento estable

La AEI nació para garantizar profesionalidad y rigor en la evaluación científica. Sin embargo, la comunidad investigadora denuncia retrasos, criterios dispares, informes poco convincentes y una creciente burocracia. Un problema raramente mencionado: el tiempo del investigador —recurso altamente especializado— se está desperdiciando entre subsanaciones, plataformas fallidas y trámites redundantes. Ningún sistema puede permitirse malgastar el tiempo de quienes generan conocimiento.

Algunos ejemplos personales:

  • Una instancia donde documenté incidencias en el suministro de reactivos no recibió respuesta. El silencio institucional transmite desprotección y debilita la seguridad jurídica.
  • Fallos técnicos en plataformas, coincidiendo con carga docente y plazos ajustados, dificultan presentar propuestas competitivas.
  • Un proyecto denegado con argumentos inconsistentes: se alegó falta de modelos animales, pese a que la memoria detallaba el uso de muestras humanas. Considero que la escueta respuesta a unas alegaciones de 13 páginas es impropia de agencia estatal.

Estos casos reflejan la urgencia de revisar los procedimientos, asegurar evaluaciones rigurosas y valorar el tiempo invertido en cada propuesta.

  1. El CSIC: un pilar en decadencia y con recursos operativos insuficientes

El CSIC es un referente internacional, pero su operatividad se ve limitada por financiación escasa, falta de personal técnico y creciente burocracia. La reducción de fondos competitivos ha obligado a grupos consolidados a paralizar líneas activas, afectando su competitividad internacional.

Es especialmente preocupante que investigadores con plaza estable queden sin recursos para trabajar, lo que implica una pérdida directa de productividad.

  1. Universidades: sostén del sistema con recursos menguantes

Las universidades públicas han sostenido la ciencia española con una alta productividad por euro invertido. Pero hoy esa eficiencia se mantiene sobre estructuras tensionadas: plantillas envejecidas, carga docente excesiva, escasez de técnicos y más burocracia.

Además, parte de los recursos se están desviando a estructuras externas y recientes, sin evidencia clara de mayor productividad. Esto debilita a la universidad como núcleo del sistema y crea desequilibrios institucionales. 

  1. Dependencia exterior: modelo con escaso retorno

España mantiene una fuerte dependencia de proveedores y servicios extranjeros. La pandemia evidenció nuestra fragilidad tecnológica. Parte de los fondos públicos se destinan a adquisición de reactivos, contratación de servicios, pagos por publicar, todo empresas extranjeras. No hay retorno significativo para el tejido productivo nacional, limitando la autonomía y el impacto socioeconómico de la investigación.

Es cada vez más urgente coger el toro por los cuernos y aceptar que no sabemos vender ciencia. Es urgente reforzar la protección de patentes y consolidar una industria capaz de convertir los resultados científicos en aplicaciones con retorno económico y social.

  1. Desvío de inversión hacia plataformas sin escrutinio ni retorno claro

La creciente proliferación de plataformas, fundaciones y centros de supuesto carácter científico ha fragmentado gravemente el ecosistema español de I+D. Absorben cantidades desproporcionadas de dinero público, generan una apariencia artificial de innovación y sostienen proyectos de viabilidad dudosa, mientras compiten por recursos que deberían reforzar a los departamentos universitarios, cuya productividad por euro invertido es superior a la de estas nuevos “ecosistemas de investigación”. España no necesitaba una constelación de organismos de retorno incierto, sino fortalecer aquello que demostró eficacia, valía y capacidad real de generar ciencia.

  1. Fallos intolerables en suministros de reactivos

La investigación biomédica depende de suministros fiables. Retrasos e información contradictoria por parte de algunos proveedores —como documenté en la instancia enviada a su Ministerio y a la AEI— afectan directamente a proyectos financiados con dinero público.

Las medidas propuestas eran simples y ya aplicadas en muchos países:

  1. Incluir el historial de cumplimiento de los proveedores como criterio de adjudicación.
  2. Establecer mecanismos de seguimiento y sanción por incumplimientos.

La falta de respuesta revela una falla estructural: proteger la ejecución de proyectos públicos es responsabilidad del Estado.

Conclusión

Sra. Ministra, le corresponde decidir qué permite el Estado español y qué no. Nuestro sistema no necesita más discursos ni estructuras decorativas, sino profesionalidad, competencia y un reparto racional de recursos.

España debe elegir entre mantener un sistema fragmentado, burocratizado y vulnerable, o avanzar hacia uno robusto, estable y competitivo. Para ello se requiere:

  1. Apostar por investigación de calidad.
  2. Revisar la arquitectura institucional, priorizando estructuras con resultados y evitando duplicidades.
  3. Reorganizar profundamente la AEI, o replantear su continuidad.
  4. Recuperar una formación universitaria de calidad.
  5. Consolidar el talento real.
  6. Someter a escrutinio los ecosistemas de “investigación” que consumen recursos sin resultados verificables.
  7. Controlar a los proveedores para proteger la correcta y puntual ejecución de los proyectos.
  8. Impulsar decididamente la transferencia tecnológica y la industria nacional, con refuerzo en la protección de patentes y el retorno económico.

No se trata de una queja personal, sino del reflejo de una preocupación colectiva. La ciencia española tiene talento y capacidad. Solo necesita estructuras adecuadas y un apoyo firme para desplegar su potencial y rentabilizar la inversión pública.

Le ruego que actúe con la contundencia que esta situación exige.

Rafael Franco es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular.

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