Bombas lapa, periodistas de investigación y delirio

Leire Díez, izquierda, Israel, PSOE
  • Teresa Giménez Barbat
  • Escritora y política. Miembro fundador de Ciutadans de Catalunya, asociación cívica que dio origen al partido político Ciudadanos. Ex eurodiputada por UPyD. Escribo sobre política nacional e internacional.

Lo de la «bomba lapa» era un bulo, pero no hemos visto aún una disculpa por parte del Gobierno. Como muñecos parlantes, estólidos e imperturbables, Montero, Alegría y Óscar López siguieron manteniendo sus acusaciones falsas contra el capitán Bonilla.

Da igual que tengan ante sí las pruebas que demuestran que fue un deliberado retorcimiento de la información para desacreditar a la Guardia Civil. Como lo ha sido la actividad de la señá Leire, su «periodista de investigación» más entregada. Mentir, acusar a la oposición y a sus fuerzas invisibles es un sendero demasiado peligroso, incluso para el PSOE. Cierta prensa no deja de echar leña al fuego.

También esta semana, Israel ha sido acusado, en los medios proclives a denostarlo, de disparar sin motivo a civiles indefensos que se concentraban para conseguir esos alimentos que Hamás anteriormente monopolizaba. Pero ya lo han difundido sin matices, como una noticia probada, al igual que esos 14.000 bebés que iban a morir de inmediato o la pobre niña que salió sospechosamente pulcra de un edificio en llamas.

Este tipo de bulos contra la oposición en España, o los sesgos antisemitas de los medios internacionales, dan pretextos a los más tarados para desahogar la agresividad. «Saltarse las reglas de convivencia es algo placentero en distintos grados, dependiendo de las personas o de las circunstancias. Los dispositivos neutrales de la agresión ofensiva se enlazan con los de la recompensa fisiológica», dice un experto.

¡Ya lo creo que lo es! Sobre todo para los creyentes woke, cuya inquina hacia los villanos tradicionales (la derecha, el hombre blanco hetero, el capitalismo, Israel..) ha llegado al paroxismo. Dos días después del comunicado conjunto de los Gobiernos de Reino Unido, Francia y Canadá instando a Israel a permitir la entrada de ayuda humanitaria, dos empleados de la embajada de Israel en Washington DC fueron asesinados a tiros por un hispano de izquierdas al grito de «¡Palestina libre!». Ni era palestino ni era árabe. Sólo un perturbado que había adoptado una causa para sentirse importante y que ahora puede llevarle incluso a la pena de muerte.

Este pasado domingo, en Boulder, Colorado, un criminal, Mohamed Sabry Soliman, de 45 años, fue detenido tras lanzar un artefacto incendiario con un lanzallamas improvisado contra los manifestantes de Run for their Lives, grupo que organiza caminatas y carreras en todo el mundo para pedir la liberación de los rehenes israelíes retenidos por Hamás. De entre los manifestantes de Boulder, ocho han resultado heridos, algunos de carácter grave. La mayor de las víctimas es una superviviente del Holocausto.

No, no está el personal para que le solivianten con bulos delirantes e informaciones donde se cargan las tintas siempre en los mismos. En estos momentos, los movimientos más violentos se sitúan en una zona donde confluyen la izquierda y el yihadismo. Ahí hay un cajón de sastre donde tenemos a quienes son decididamente terroristas a sueldo de algún estado criminal, pero también a los que sólo necesitan que les den pretextos para unirse a la fiesta utilizando la violencia. Recordemos las imágenes recientes del Paris Saint Germain, pero no hace ni medio año que el director de la mayor aseguradora de salud de EEUU fue asesinado a tiros en Nueva York por un desequilibrado que se llamaba a sí mismo anticapitalista.

Thomas Sowell dijo una vez que el activismo es «una forma en que las personas inútiles se sienten importantes, incluso si las consecuencias de su activismo son contraproducentes para aquellos a quienes dicen ayudar y dañar el tejido de la sociedad en su conjunto». Y la izquierda woke en nuestra parte del mundo está jugando insensata y suicidamente con fuego.

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