De la ‘Avenida 155’ al Celler de Can Roca

De la ‘Avenida 155’ al Celler de Can Roca

Hay dos “Geronas”, la de la pluralidad, la convivencia y el trabajo bien hecho, que bien podría estar representada por el ‘Celler de Can Roca’, uno de los restaurantes más prestigiosos del mundo, y la cerrada, sectaria y monocorde, la que llena sus calles de lazos amarillos e insulta a todo aquel que le lleve la contraria. Es triste observar en que se ha convertido esta ciudad, antaño tranquila, culta y tolerante, y como por culpa de los políticos secesionistas, más interesados en la agitación que en la convivencia, ha perdido la calma y se ha convertido en un foco de tensión social.

Hace unos días, con motivo de la presentación de la traducción al catalán que la periodista Anna Grau ha hecho del Episodio Nacional de Benito Pérez Galdós dedicado a esta ciudad, y que cuenta con el apoyo de SCC, decidimos recorrer la Gerona más tolerante. Grau, el periodista gerundense Albert Soler y servidor teníamos cita para expresar a la familia Roca nuestra solidaridad. Estos prestigiosos chefs participaron en un anuncio para reivindicar lo mejor de España junto a otros personajes prestigiosos como Rafa Nadal y Pau Gasol. Recordarán que el secesionismo les acusó de poco menos que traidores simplemente por intentar ayudar a que su país recuperara su imagen tras la epidemia.

El objetivo era regalarles dicho libro y mostrarles nuestro cariño y apoyo. El restaurante de los Roca está en un barrio popular de Gerona, y Soler nos propuso ir un rato antes al Bar Cuéllar, situado en la rebautizada como “Avenida 155”, en el barrio de Vila-roja. Era ir de barrio obrero a barrio obrero, de bar de chocos y morros a uno de los centros gastronómicos más prestigiosos del planeta, pero ambos con una misma visión del mundo: trabajar con honradez. Y así lo hicimos. El Cuéllar es un local al que se atiende bien a todo el mundo, siempre que se respete que en esa zona se quiere mucho a Cataluña, con la misma intensidad que se quiere a España.

Una gran pancarta con la rojigualda y la ‘senyera’ flanquea la entrada al Cuéllar, con la inscripción “Avenida 155” para que quede claro que allí gusta que se respete la Constitución que ampara a todos los españoles. Y el “España ama a Cataluña” es el símbolo de Vila-Roja. Allí brindamos por la tolerancia y lamentamos la oleada amarilla que ha afeado una de las ciudades catalanas más bellas. Pasear por las calles de este barrio demuestra que hay una Cataluña real, que se siente española, y que no quiere saber nada de esa ensoñación llamada ‘procés’.

Albert Soler ironiza a menudo sobre los “burgueses oprimidos” de Gerona, los ‘activistas’ separatistas que se quejan de lo mucho que les “oprime” el “Estado español” mientras viven en sus chalets o sus confortables pisos de alto standing y disfrutan de sus elevados sueldos o de sus rentas. Y los contrapone a los que no pueden permitirse “estar oprimidos” porque madrugan para ir a trabajar, y están demasiado ocupados ganándose honradamente la vida para llenar las calles de lazos amarillos o para manifestarse por la “libertad” de los “presos políticos”. En Vila-roja, como en otros barrios populares, no están para “revoluciones de las sonrisas” de opulentos aburridos.

El ‘Celler de Can Roca’ está situado en Hermanos Sabat, otro barrio en el que la gente ha de madrugar para ganarse la vida y en el que el tiempo se invierte en ‘currar’, no en el ‘agit-prop’. Allá nos esperaba Joan Roca, que nos demostró porque es uno de los chefs más afamados del mundo: no se da pisto y su único secreto es el trabajo. De ahí que no tenga problema en atender a quién desee visitar sus establecimientos, sea el Rey Felipe VI o un republicano. Mientras haya respeto, todos son bienvenidos. Y como sabe que es un emblema de la cultura gastronómica española, no dudó en apoyar la imagen de nuestro país. De la misma manera que lo hace la clientela del Cuéllar, gente que solo pide respeto a una de las naciones más antiguas del mundo, España, en la que convivan en armonía todas sus gentes, desde Burgos hasta Figueras.

Sea en Vila-roja, en Hermanos Sabat o en cualquier otro barrio gerundense hay muchas personas que merecen la pena. Gente que necesita nuestro respeto y nuestro apoyo. Son los que buscan unir, y no dividir. Son los que se preocupan en crear y no en destruir. Son los que trabajan por un mundo mejor.

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