Irene, nosotras parimos, nosotras ¿qué?

Obregón

¿Y cómo era eso? Nosotras parimos, nosotras ¿qué?

Hemos escuchado defender el derecho sagrado de las mujeres a decidir sobre nuestro cuerpo (incluyendo el cuerpo y la vida de la persona del no nacido), y en días como éste nos preguntamos dónde hemos de inscribirnos para poder decir una cosa, su contraria y tener siempre razón.

A todos los que critican a Obregón, con distintos grados de ferocidad, desde la atalaya de la ética y la moral, les invitaría a profundizar sobre la palabra moral y la palabra ética, dos definiciones que no podrán darme con rigor, porque es imposible (si no hay valores absolutos donde anclar antes los conceptos del bien y del mal). Con mucho cariño les pediría que después de meditar en torno a una torpe e ingenua definición, que la cotejen con su propia biografía, si es que tienen la capacidad de autoanalizarse con la misma severidad con la que cuestionan a los demás.

En efecto, Ana y la bebé son las protagonistas indiscutibles ahora mismo tras la filtración (o la venta) de esa imagen tan chocante en silla de ruedas. Las redes se vienen abajo de memes e insultos por parte de la opinión pública y también -esto no es de recibo- de algunos políticos autoritarios que la señalan desde la compasión (y la sororidad) cero de que disponen.

Dime Irene, ¿cómo era eso de que la mujer es libre y dueña de su cuerpo?

Parece que las mujeres somos libres (Irene, define libre, mejor, define mujer) sólo si hacemos lo que diga el Ministerio. De hecho, este Gobierno no sólo nos victimiza, nos borra y nos infantiliza a las mujeres (nos dictan lo que podemos hacer con nuestras vidas y cuerpos o no). También nos acusa y nos denigra, como a Obregón.

Qué mal estilo ministra, cargando sobre un ciudadano, sobre otra mujer, en particular, que toma sus decisiones. El Ministerio de Igualdad es la nueva Inquisición y su emperatriz, Torquemada. Y ya tenemos la lista (totalmente incoherente) de lo que tenemos que hacer en la cama, de cómo tenemos que orgasmar y cómo o con qué, no. Nunca un Gobierno se metió en nuestras bragas hasta ahora.

«Es mi cuerpo, yo decido», eslóganes huecos pro aborto, sirven también pro gestación subrogada. Incongruencia. Vender óvulos, sí.

Hermanas, hemos de arrodillarnos y meditar acerca de lo que habría sido de la mujer española sin Belarra, Pam y Montero. Autoridades autoerigidas en guardianas de una moral indefinible que se han inventado ellas.

Otra perspectiva: España es el país europeo con mayor número de madres mayores de 40 años, ¿sabían? Lo de la edad de Obregón o cualquier madre que decida traer hijos al mundo con 68 años es peliagudo, pero pregunto, ¿cómo es que a los incontables padres (varones) añosos de la historia, ya saben, a los infinitos padres abuelos, a los Papuchis, no se les ha puesto ni una coma jamás?

Tampoco recuerdo que se montara esta pira en plaza pública cuando optaron por el vientre de alquiler Fernando Tejero, Javier Cámara, Miguel Poveda, Kiko Hernández, Jaime Cantizano, Kike Sarasola, Miguel Bosé, Ricky Martin…

Sólo como información: personas tan respetables, en la moral contemporánea, como Nicole Kidman y Keith Urban, Elton John, Lucy Liu, Sarah Jessica Parker y Matthew Broderick, Robert de Niro, Sharon Stone, Sofía Vergara y Jennifer Aniston, han echado mano de la gestación subrogada.

A mi alrededor existe unanimidad en contra de la G.S. pero yo, que no la defiendo, encuentro muy complejo el asunto y me asaltan algunas dudas razonables.

Para empezar, habría que separar entre lo que todos estamos alineados, que es contra la explotación, la trata y el abuso, el uso de la violencia y la coacción, fenómenos a erradicar, y lo que podría ser un bien social para muchas personas, y que de hecho se practica con normalidad en países como: Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y la vecina Portugal…

Por último, «negocio», aunque suene chocante (como la imagen de Anita en silla de ruedas como una neopiedad) no es igual a «reprobable»; de hecho, con arreglo a la lógica, es lo contrario, un intercambio voluntario del que todas las partes desean salir beneficiadas.

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