Alberto Garzón y sus 200.000 euros de ilusión

Alberto Garzón y sus 200.000 euros de ilusión

Siempre encontré fascinante la grotesca paradoja entre las obstinadas arengas laicistas de Podemos e IU y su talante evangelizador. Esa capacidad mesiánica presupuesta al pijo-marxismo de Iglesias y Garzón de multiplicar cinco panes y dos peces para 5.000 hombres o, traducido en ’50 pasos para gobernar juntos’, la oferta programática del nuevo duopolio comunista, significa servir la cabeza de 22.000 ricos y de nuestras pymes motejadas de Goliats del IBEX35 para alimentar a 45 millones de españoles como homilía propagandística. Así intenté explicárselo ayer al bueno de Maricel Stînga, mi viejo amigo huido de la Rumania de Ceausescu y estupefacto con esta parte de la sociedad que compra la pornográfica oferta de la pobreza igualitaria con el envoltorio de Estado benefactor. Maricel clavó su dedo en mi Ipad y se conectó rápidamente a la plaza central de Bucarest, en la que, según contaba, había visto al mismísimo conducator prometer una subida del salario mínimo, pocos días antes de su derrocamiento, para restañar los delitos de lesa humanidad.

Ese es, grosso modo, el aval ideológico que nos presentó el martes Iglesias y un Garzón travestido de Jon Snow, el personaje de Juego de Tronos que fue elegido deliberadamente por el propio Iglesias para la presentación en sociedad del resucitado líder de IU. El enésimo producto creado por la benevolencia del líder de Podemos. En la trama de ficción, Snow firma la paz con su contrincante tras tomarse su propia muerte como una experiencia transformadora. Como la del propio Garzón, que recién renacido del mausoleo representativo y financiero reconocía ayer mismo ante los miembros del Grupo Parlamentario de la Izquierda Unitaria Europea-Izquierda Verde Nórdica en Estrasburgo haber visto el precipicio. Literalmente.

Era una clara referencia a la pérdida de apoyos en los pasados comicios del 20 de diciembre, en los que IU se vio arrasada por la ley D´Hont y la disputa electoral de su mismo espacio por parte de Podemos, obteniendo en consecuencia los peores resultados de su historia con dos diputados y algo más de 900.000 papeletas. Por tanto, resulta lógico que ahora el joven ‘Snow’ se aleje del genuino sentimiento de ilusión que en él suele provocar el bien común, implícito siempre en su cursi discurso, y decida jugar frente a Iglesias el papel de consorte concupiscente que aporta una dote electoral suficiente para golpear a los socialistas con otros 14 asientos podemitas en el Congreso. De repetirse los resultados del pasado diciembre, Podemos pasaría de 69 escaños a 81 y como consecuencia del acuerdo alcanzado entre ambos partidos la formación comunista lograría 9 diputados, lo que, en la práctica, se traduciría en 200.000 euros anuales para lo que queda de IU. Además de una onerosa nómina mensual servida por Podemos a Garzón para eliminar su competencia de 1.000.000 de votos convirtiendo así a su rival en socio.

Ahora, y una vez abandonada la supuesta transversalidad que jamás abrazó Podemos, la única estrategia que puede adoptar el PSOE, tras cuatro meses de humillación frente a los populistas, es la de llevar a los noveles sicarios del sorpasso al rincón de la adusta izquierda comunista para apartarles de su caladero. Como si en algún momento hubieran sido otra cosa. Como si los Hernandos y Luenas nunca hubieran sido conscientes. Y como si en algún momento hubieran sido los hijos de la transversalidad tan falsamente atribuida al 15M y que jamás fue otra cosa que un producto envuelto con papel celofán y suprapartidismo diseñado por la izquierda para alterar el orden electoral cuando la derecha se perfilaba como ganadora de unas elecciones generales. Producto que, ahora, se revuelve para digerir a sus propios padres.

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