El ala oeste del Consolat

El ala oeste del Consolat
El ala oeste del Consolat

Será casualidad o no, pero dos líderes mundiales de la altura del presidente de los Estados Unidos, así como del de la comunidad autónoma de Baleares, tienen sus respectivos despachos en el ala oeste de los edificios de presidencia. La Casa Blanca, los primeros, y el Consolat –Consolat de Mar, en realidad—los segundos, y que ahora, gracias al triunfo del feminismo por haber logrado finalmente la igualdad de sexos, tiene al frente a una presidenta.

Al primer despacho lo llaman oval mientas que el segundo, también mirando al oeste, es cuadrado, tiene menos ventanas y carece de chimenea. Y salvo error u omisión, no se le conoce nombre. El despacho oficial de trabajo del presidente de EEUU se trasladó de la residencia principal a la nueva ala oeste de la Casa Blanca en 1902 y el del Consolat se abrió el 1975.

El despacho oval es probablemente, gracias a la preponderancia del cine americano y su afición a matar presidentes -plasmado en un centenar de películas como Objetivo la Casa Blanca, En la línea de Fuego o Air Force One-, el más conocido del universo mundo. El del Consolat, más modesto aunque con idénticas aspiraciones al estrellato, sin que esto suponga que forzosamente haya que matar a Francina Armengol, acaba de verse reflejado por vez primera en una cinta, aún sin estrenar, que recibirá por nombre Sicilia sense morts, basada en una novela de Guillem Frontera y que, según sus directores, definen la ficción como un retrato de la «idiosincrasia balear».

Y con un infantilismo enternecedor, como de patio de colegio, piensan que «refleja esa manera de ser en la que nos llevamos aparentemente bien con todo el mundo pero luego, por detrás, nos decimos muchas cosas». La cinta, y ahí empiezan las diferencias, arranca en un punto en el que al presidente de las Islas le mandan a su casa una rata muerta.

Sobre la trama de la película, si esto es Sicilia sin las famosas recortadas, habría por tanto mucho que decir. En realidad como mediterráneos somos primos hermanos y como isleños nos parecemos, pero aunque hay quien mantiene que los de Corleone vienen a repaso a no diré que lugar de Mallorca, aquí no existen organizaciones mafiosas como la Cosa Nostra, la Camorra, L’Ndragueta y la Sacra Corona Unita. Y por supuesto no mandan ratas muertas sino que ponen cabezas de caballo en la cama. Así que querer compararnos queda bien, pero no cuela.

Volviendo a los despachos, que es el asunto que ahora nos ocupa, la mayor diferencia que podemos encontrar entre uno y otro quizás sea que mientras los despachos ovales que aparecen en las películas son un decorado -no creo que se le pasara por la cabeza a un Biden, un suponer, meter las cámaras donde se toman las decisiones mas trascendentes del mundo, excepción hecha de las que ahora toma Xi Jimping-, el que aparecerá en la cinta que ahora se rueda, el Consolat, ha sido filmado en el despacho original, el oficial de doña Francina, que de esta forma ha brindado su lugar de trabajo institucional como si fuera su propia sala de estar y se la prestara a unos amigotes para una filmación familiar subida de tono.

Esto sucede cuando no se tiene clara la diferencia entre lo público y lo privado, entre, aunque sea la misma persona, ser Francina y ser la presidenta de Baleares. Marca de la casa. Como Sánchez, que, vaya, no es la misma persona siendo presidente que siendo secretario general del PSOE, ni menos aún cuando es quien se lleva a sus amigos en su avión oficial a Alicante ver un concierto.

Le digo ya a usted señor guardia…

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