Y, además, la Internacional sanchista

Y, además, la Internacional sanchista

Muy a pesar de Pedro Sánchez, o quizás no, la coda final a cualquier obra del frankenstein siempre se la ponen los miembros más radicales del monstruo. Y en esta semana de prolija actividad no ha sido diferente. Mira que han sido capaces de sacar adelante un buen montón de basura, ya sea en forma de proyecto de Ley de Presupuestos o de propuesta de derogación del delito de sedición, que siempre tiene que llegar la maloliente deposición de los socios independentistas. ¡Y es que no hay muladar en que no quepa una palada más de estiércol!

Pero precisamente el secreto de la mafia está en no ser secreta; su siniestra efectividad se irradia porque se sabe que existe, y por eso es importante recordar su presencia. Saviano dice que la mafia es ruidosa (Mafia is loud and it smells of blood). Por eso, terminada la faena, aparecieron los dos mensajeros habituales para decirnos que ellos son los inspiradores de estas leyes y que es a ellos, y sólo a ellos, a quienes van a aprovechar.

Otegi, al recordar su paradoja de apoyar al Gobierno del Estado que quiere destruir, evidencia la todavía mayor que tiene ese Gobierno al aceptar un apoyo y aprobar unas leyes y medidas que debilitan y dañan irreparablemente al Estado. Tampoco se calla nada Rufián, y también quiere que se le entienda todo, y, cuando dice que han quitado el caramelito a los jueces fascistas, está diciendo que han desactivado una de las armas que tiene el Estado español para defenderse del ataque de los secesionistas. No olvidemos que en Cataluña el significado de facha es distinto, no es el adjetivo que en acepción de la RAE equivale al calificativo despectivo de fascista, sino el sustantivo con el que se señala a todo aquel que se atreve a manifestar que no está a favor de la independencia.

Todavía hay algún iluso que cree que la ambición de Sánchez le está obligando a sucumbir a un chantaje y que su reconocimiento no sería política o incluso penalmente aceptable. Evidentemente, no es así, pero, aunque lo fuera, no sería disculpa; la realidad es que sea por obligación o por devoción estas medidas y estas propuestas se convierten en derecho positivo por el impulso del Gobierno y el apoyo incondicional del Partido Socialista. Y no cabe otra explicación ni otra consecuencia de las mismas distintas de las que han ofrecido sus socios en las referidas e inaceptables declaraciones, que, por otro lado, nadie replica y que Pedro Sánchez hace suyas con su cómplice silencio. «El que calla, si debió y pudo hablar, parece que consiente», dice el viejo adagio jurídico.

Evidentemente, el presidente es consciente de la impopularidad que tienen estas concesiones y del rechazo que generan, y por eso vienen acompañadas de las habituales cortinas de humo, de los actos y proyectos de lucimiento personal, de una propagación efectista del relato y de una cínica hermenéutica de los textos legales que aprueban (como está ocurriendo con la ley del sólo sí es sí). Y como bien sabe que tiene que invertir las encuestas y que no se sale del agua nadando hacia abajo, prefiere tocar fondo lo antes posible para, desde ahí, tomar impulso.

Por eso, es imprescindible afianzar el relato de la pacificación de Cataluña y del saneamiento político de Bildu y, por eso, esos socios no deben lucir demasiado los trofeos que ya han conseguido, sino aparentar que han perdido su fiereza y que Sánchez ha conseguido domarlos. Éste los necesita con la engañosa tranquilidad del león recién comido, aunque se trate sólo del amodorramiento que tienen mientras digieren todo lo que acaban de zamparse: indultos, derogación de la sedición, inutilización de la malversación, impunidad de los ataques al español, acercamiento y liberación factual de muchos presos etarras, retirada de la Guardia Civil…, además del postre de los insolidarios privilegios en el reparto presupuestario.

Otra importante columna del relato que se está construyendo es la impúdica exhibición de Sánchez como líder internacional. Los eventos de la resurgida OTAN, la presidencia de turno en la CE, la asistencia, aunque sea como culiparlante, a cualquier bolo que se celebre por ahí fuera… Todo va a ser poco para mostrar, como en esas películas que están hechas para que se luzca el protagonista, que su capacidad de liderazgo no tiene fronteras ni horizonte. Hasta han echado mano de la Internacional Socialista, que es un devaluado club que sólo sirve para justificar que algunos viejos socialistas tengan una maletita Tumi y un despachito en Londres y puedan viajar todos los años a Nueva York a celebrar su Presidium. Esta vieja asociación podía haberse extinguido dignamente, pero han preferido dejarse utilizar por esta especie de gigoló que malgastará lo que les quede de su antiguo prestigio y que les obligará a aceptar que hay que ser sanchista antes que socialista. Aunque quizás se equivoquen uniendo su suerte a la del personaje, porque puede que Sánchez esté sumergiéndose tanto y en unas aguas tan profundas que cuando llegue al fondo ya se haya ahogado.

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