2025: esperanza en menos guerras y más paz (en los corazones)
Acabamos un año marcado en el ámbito nacional por la «estrategia del bulo» y los problemas judiciales que acechan a Sánchez. El bulo lo puso en marcha con ocasión de su retiro de 5 días de reflexión para «decidir si valía la pena seguir». Sucedió, como es sabido, el pasado mes de abril, tras ser informado de la investigación abierta a su mujer Begoña Gómez por un juez. Su legión de asesores activó esa estrategia basada en que todas las investigaciones que le rodean no son otra cosa que el «lodazal de la mentira y los bulos, de la ultraderecha».
Convencido de su eficacia, que consiste en no dar ninguna explicación ni aclaración respecto de las acusaciones que le afectan, regresó de su escapada afirmando que lo hacía con «más fuerza que nunca». Desde luego, los hechos acreditan su puesta en marcha, ya que tanto él como su mujer, la única respuesta que han dado ante las citaciones como testigo e investigada respectivamente, no ha sido otra que el silencio. Anterior a ellos, la sabiduría popular había acuñado el refrán de que «quien calla otorga», cuando un acusado de cometer unos delitos responde a ellos sólo con un reiterado y atronador silencio.
Ahora, el silencio viene sustentado en decir que todo son bulos de la ultraderecha, y para hacerles frente quiere institucionalizar la censura informativa, comprando a los medios con generosas subvenciones económicas para su «modernización». Sin duda es más eficaz comprar silencios con dinero público «que no es de nadie», que practicando la transparencia como virtud política que precisamente él se comprometió a garantizar en su moción de censura para reforzar la calidad de nuestra democracia. Junto al bulo, la noticia política del año, son los procesos judiciales que le acechan: en su partido con quien era su mano derecha, un tal José Luis Ábalos, -por cierto, el defensor de su moción de censura contra la corrupción del PP- y en su familia, con su mujer y su hermano, que copan la escabrosa actualidad. Que se ve culminada con la que rodea nada menos que a su Fiscal General («¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso»).
Estos han sido los titulares informativos proporcionados por el sanchismo progresista y regenerador instalado en el gobierno de España gracias los no menos progresistos y progresistas Puigdemont, ERC, Bildu y la suma cero de Yolanda. Este año que acaba, comenzó sucediendo a su predecesor, 2023, para el que la RAE había elegido como palabra del año polarización. Fue el año de las elecciones municipales y autonómicas del 28 M y las generales del 23J, y la palabra elegida describe lo que significaron.
Me atrevo a vaticinar que el «bulo» acaso resulte la elegida para 2024. En última instancia, Sánchez la encarna a la perfección, pues puede afirmar con indiscutible autoridad «el bulo soy yo». Lo que nadie le puede cuestionar con fundamento debido. Si de este patético escenario que domina la política nacional, pasamos al internacional, las guerras destacan junto a Donald Trump como protagonista indiscutible tras su retorno a la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Es una auténtica resurrección política la suya, que ha coincidido con la despedida de esta vida de Jimmy Carter a los 100 años de edad, premio Nobel de la Paz y antecesor suyo en la presidencia estadounidense.
Tras la caída de Damasco en manos de los rebeldes sirios el pasado 8 de diciembre, de momento el frente en Oriente Próximo parece encaminado a un desenlace del que aparecen como presuntos ganadores Israel y Turquía con EEUU en la retaguardia, y Rusia e Irán como perdedores. El final de la guerra en Ucrania aparece en el horizonte del tercer año de su comienzo el 24 de febrero de 2022, impulsado por Trump con un acuerdo por el que Ucrania se comprometa a no ser admitida en la OTAN y la formalización de la península de Crimea como territorio de Rusia a la que pertenecía desde 1653. Una negociación debería delimitar la zona rusófona del Donbas y su grado de autonomía política.
Con la esperanza en lo que la Providencia disponga en sus inescrutables designios, el deseo de un ¡Feliz Año 2025! Con menos guerra y más paz… (en los corazones de todos).