¡Ojo con el voto de la derechorra!

¡Ojo con el voto de la derechorra!

Mañana el aún presidente del Gobierno presenta el libro de su ‘negra’ Irene Lozano. El bodrio se apela «resistencia» que es la cualidad en la que más se reconoce un hombre llamado Sánchez. Dada su querencia irrefrenable al plagio y a la sisa de citas ajenas, hay que brindarle al todavía jefe del Ejecutivo una reflexión nada menos que de Virgilio que en ‘La Eneida’ dejó escrita esta sentencia: “Resistid y reservaos para días más felices”. Es seguro que como algún bufón de Corte –los clásicos eran un prodigio de cultura– le sople esta referencia, Sánchez la capturará, sin cortarse un pelo, como si la hubiera parido él paseando con Begoña por los jardines de Palacio. Todo con para su uso y disfrute. Y también, claro está, para advertencia de sus enemigos a los que ya viene avisando, como aquel cómico argentino Joe Rígoli que acabó en la indigencia que ‘Yo sigo’.

Pero, a la porra con los eufemismos ilustrados y populacheros. El aún presidente no tiene como norma de vida los escrúpulos, es un sablista del poder que el viernes se montó con el dinero de todos los españoles un mitin político para hacer algo que nunca hubiera querido hacer: llamar al rebato de las urnas. Hace muy poco, siete días apenas, su gurucillo Redondo –ahora más empequeñecido– aseguraba a mil interlocutores, los que le caían al teléfono, que de ninguna forma su jefe Sánchez, al que tiene diariamente en un ¡Ay! Iba a convocar elecciones. Se lo decía empresarios, a confidentes más o menos afectos al régimen monclovita, y a todo el que recurría al citado gurú para saber a qué atenerse con su vida.

Sea porque en ese momento el dúo ocupante no tenía la menor intención de cerrar el Parlamento, sea porque Redondo mintió descaradamente a sus confesores, lo cierto es que Sánchez ha convocado, por lo que a partir de ahora es muy conveniente abandonarle en las citas y ocuparse de un solo objetivo; a saber, cómo impedir que el día 29 de abril próximo siga en la poltrona que ahora tiene alquilada. Ese es el fin que debe perseguir la derecha española, una parte de la cual, la derechorra sempiterna, se suele distinguir por propinarse habitualmente un patadón en su propio tafanario. Si esta facción bastante pazguata y bobita, cayera de verdad en la cuenta de que ahora lo imprescindible es apear a Sánchez del Falcón que ha venido utilizando como si fuera un púber con patinete regalado por sus papás, no tengo la menor duda de que se ocuparía de realizar ese menester. Se trata de un imperativo democrático: votar por quien más daño haga a las expectativas del presunto resistente. Lo demás, los sufragios estéticos, los de “yo no voto al PP porque se ha cargado la despenalización del aborto”, o “porque Rajoy tenía que haber mandado los tanques a la Diagonal”, en esta tesitura representan un ejercicio de torpeza electoral inaudita, son un balón de oxígeno para el guapo con gafas 2019. Esta vez no es ocasión del voto útil sino del voto imprescindible.

Qué más quiere Sánchez, su gurucillo Redondo, que quita y pone contertulios en la televisión gubernamental como si fuera su cortijo, y esos ministros fanáticos que aplaudían a su mecenas con más pasión todavía de la que utilizan los ultras madridistas festejando las piruetas de Vinicius Jr., qué más quieren que encontrarse en la taberna de enfrente con una oposición dividida en sus voluntades. De siempre ha admirado esos editoriales de periódicos tan izquierdistas como The Washington Post que el día de las elecciones presidenciales someten el voto de sus lectores a la consideración de esta triple pregunta: “¿Son ustedes más ricos que hace cuatro años?”, “¿Son ustedes más libres que hace cuatro años?”, “¿Están ustedes más seguros que hace cuatro años?” Pues bien,  les dicen: “Pronúnciense en consecuencia”. Aquí, en la España de hoy mismo, deberíamos preguntarnos: «¿Se ha conchabado Sánchez con los separatistas catalanes?», «¿Ha perseguido la enseñanza concertada y la educación religiosa en los colegios?», «¿Ha anunciado o no una persecución fiscal sin precedentes?», «¿Ha gobernado gracias a los soviéticos de Podemos y a los etarras de Bildu?», «¿Ha compuesto un Gobierno de trampantojos en el que no se libra ni el astronauta que está en las nubes?». Entonces, de qué estamos hablando. Voten a quien con certeza tenga más posibilidades de echar a esta pesadilla nacional. ¡Ojo con hacer caso a la derechorra que aún añora la España en que estaba prohibido votar!   

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