La volatilidad en los mercados está servida

La volatilidad en los mercados está servida

Durante muchos meses, los mercados financieros han vivido en una especie de limbo sin que apenas se diera volatilidad. Las cotizaciones han ido marcando su rumbo alcista, Wall Street ha batido récords con máximos históricos, las compañías tecnológicas sencillamente han ido arrasando y superando todas las previsiones habidas y por haber y, a menudo, sus subidas no se han justificado por la realidad de sus guarismos sino más bien por las muy optimistas expectativas que despiertan.

En febrero de 2018 se vivió una primera semana de cierta angustia bursátil. Muchos quisieron ver en aquel bajón de los mercados un primer aviso sobre las excelsas cotizaciones que se estaban alcanzando. Sin embargo, en pocos días, los malos momentos desaparecían y las bolsas retomaban su senda positiva.

Después del verano, el panorama se ha trastocado. La volatilidad ha vuelto a los mercados financieros y la sorpresa ha estallado porque precisamente era algo que, salvo ocasiones puntuales, no se había producido a lo largo de tantos y tantos meses. Las ventas de títulos se están convirtiendo en un movimiento ya habitual en estas postreras semanas y los inversores toman el dinero y lo colocan en disponibilidades monetarias y fondos monetarios, a modo de una situación de stand by, a la espera de qué hacer, dónde invertir y aguardar a que las nieblas que hoy envuelven con mayor o menor espesura a los mercados se vayan disipando. De momento, y por lo que pueda ser, el dinero remansa bien aparcado.

Sin calma para los inversores

Ciertamente el escenario que se observa no es el más favorable para tranquilizar los ánimos inversores, primordialmente en las acciones de sociedades cotizadas. La trayectoria de muchas grandes compañías, y hablamos tanto a nivel internacional como nacional, es indicativa de que en 2019 pueda darse un serio encogimiento de los beneficios empresariales, después de una serie de años que en cuanto a resultados han sido auténticamente explosivos.

Confluyen varias sombras que propician la volatilidad bursátil. Una de ellas es la más que previsible desaceleración global y otra la tónica que seguirá el precio del petróleo al ajustarse su producción. Una tercera, la preocupación al ver cómo se invierte la curva de tipos en EEUU. Una cuarta, la inestabilidad política y social, también económica, que sufre Europa y que azuza esa desconfianza que invade a los inversores. A todo ello, el telón de fondo de más subidas de los tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) que podrían frenar aún más las perspectivas de crecimiento económico tanto en la región norteamericana como en los países con sus economías dolarizadas.

Entretanto, la OCDE rebaja las previsiones económicas, al igual que lo hace el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ya se da por descontado que en 2019 se encogerá el crecimiento mundial y la economía mundial, con mayor énfasis en las economías avanzadas, está más cerca de entrar en la fase final del ciclo expansivo, que ha servido de cataplasma para la recuperación.

Súmese a todo ello ese cóctel tan redundante de las últimas semanas: la ansiedad en las economías emergentes, la susodicha inestabilidad europea, un Brexit con militares, Japón que afloja, China con falta de brío, tambores más o menos cercanos de guerra comercial. ¡La volatilidad está servida!

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