Un veterinario lanza un duro aviso a los padres que regalan mascotas a sus hijos: «¿Es muy nazi esto que digo?»
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Las mascotas son muchas cosas: compañía, juego, rutina… pero también pueden convertirse en una enorme escuela emocional para los niños, ya que les enseñan a desarrollar empatía, a ser responsables y a comprometerse con algo que los necesita.
Está demostrado que compartir la vida con un animal puede reducir la ansiedad, ayudar en trastornos del ánimo, mejorar la autoestima e incluso influir en la salud física. Por todo eso, no es raro que muchos padres quieran regalar una mascota a sus hijos.
Al final suena como una buena idea, un niño feliz, un animal querido, todos contentos. Pero no siempre funciona así. Hay un punto clave que muchos adultos pasan por alto y que el veterinario Alejandro Martín Ríos, de la Clínica Azureus (Cáceres), ha querido poner sobre la mesa, aunque suene incómodo: si los padres no se quieren implicar, que no regalen una mascota.
El duro mensaje de este veterinario a los padres que quieren regalar una mascota a su hijo
Martín Ríos ha escrito un artículo muy sincero titulado ¿Qué mascota es la más adecuada para regalarle a un niño?. Quien hace clic espera encontrarse con un listado clásico: desde el golden retriever, pasando por un shar pei, un gato europeo o incluso un hámster. Un catálogo ordenado de opciones. Pero lo primero que se encuentra, en mayúsculas es una sola palabra: NINGUNA.
Este es un veterinario que, como tantos otros, ha visto absolutamente de todo. Perros devueltos al cabo de unas semanas. Hámsters olvidados en jaulas sucias. Gatos que terminan en protectoras porque al niño «ya no le hace gracia». Por eso ha llegado a escribir esto. Porque se cansó de ver cómo se repite siempre la misma historia.
«No es por ser duro», explica, «pero las mascotas no son juguetes. No se pueden dejar de lado cuando aburren. No se apagan. No se tiran. Son seres vivos. Sufren».
El problema no es el niño, es el adulto que mira para otro lado. «Si la mascota va a ser suya, pero tú no vas a ayudarle, no la regaléis. Regaladle otra cosa. Un balón. Un peluche. Un libro. Pero no un ser vivo».
La clave no está en la mascota, sino en el compromiso familiar
Muchos niños, sobre todo a partir de los 7 u 8 años, pueden ser responsables, atentos, incluso más aplicados que algunos adultos. Hay jóvenes que se saben los cuidados de su conejo, que controlan el calendario de vacunas del perro o que limpian la pecera del pez sin que nadie les diga nada. Pero eso ocurre cuando hay una guía, un acompañamiento, una implicación real por parte de los padres.
Y eso es lo que este veterinario subraya. Tener una mascota con un hijo puede ser una experiencia hermosa, puede unir, enseñar, hacer crecer. Pero si uno de los adultos no está dispuesto a asumir el papel de cuidador principal, la ecuación no cuadra y termina muy mal.
El artículo de Alejandro Martín busca una sola cosa: responsabilidad. Y que menos animales terminen abandonados o sufriendo por decisiones tomadas a la ligera. Por eso insiste en que, si un padre está pensando en regalarle una mascota a su hijo, lo primero que debe hacer es mirarse a sí mismo.
«Las mascotas no son un juguete. Son una responsabilidad, sean grandes, pequeñas, tengan una esperanza de vida corta o larga, valgan mucho dinero o sean adoptadas», explica Martín.