El pueblo mágico a 45 minutos de Madrid que tienes que conocer: el tiempo se ha detenido allí
Patones de Arriba es el pueblo a 45 minutos de Madrid que debes visitar sí o sí
El pueblo de Madrid con 200 habitantes que parece sacado de un cuento de Disney
Está al lado de Madrid y es uno de los pueblos más bonitos de España: impresionante y único

Si quieres un plan especial para este otoño y vives en Madrid y deseas además, poder desconectar realmente, nada como elegir una escapada a un pueblo a 45 minutos de la capital y que muchos definen como mágico, ya que directamente, te transporta a otra época. Se trata de Patones de Arriba , un pueblo diminuto, escondido entre montañas, donde las casas son de pizarra negra, las calles son empinadas y estrechas y no hay ni un solo rincón que no parezca sacado de otro siglo.
Quien llega por primera vez suele tener la misma sensación: aquí el tiempo se paró hace mucho. Por eso se ha convertido en una escapada perfecta tanto para quienes buscan tranquilidad como para los que quieren un plan con historia, tradición y hasta rutas de senderismo con vistas que sorprenden incluso a quienes conocen bien la Sierra Norte. A sólo 45 minutos en coche desde Madrid, Patones de Arriba ofrece un tipo de turismo que mezcla patrimonio, naturaleza y una arquitectura única en toda la región. Tanto que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1999. Y lo mejor es que no necesitas más que un día para recorrerlo y entender por qué este lugar aparece una y otra vez entre los pueblos más bonitos de España.
El pueblo mágico a 45 minutos de Madrid
Patones de Arriba es probablemente el mejor ejemplo de arquitectura tradicional de pizarra negra de toda la Comunidad de Madrid. Sus casas, sus muros y hasta los tejados se construyeron con la piedra que ofrece el entorno, creando un pueblo que parece integrado en la propia montaña. Esa imagen, tan reconocible, ha convertido a este pequeño núcleo en uno de los destinos rurales más buscados cada fin de semana.
Uno de los puntos que más sorprende al visitante es la antigua iglesia de San José, hoy reconvertida en Oficina de Turismo. Ya no se utiliza para el culto, pero sí como espacio cultural, sala de exposiciones y punto de inicio perfecto para entender cómo se formó el pueblo y qué se conserva del pasado. Allí puede verse incluso una maqueta que ayuda a orientarse entre sus calles empinadas.
Las viviendas tradicionales son, sin duda, una de las mayores señas de identidad. Oscuras, compactas y perfectamente adaptadas a la pendiente, muestran cómo vivían las familias hace siglos.
Tinados, arrenes y eras
En la parte alta de Patones de Arriba las construcciones cambian por completo. Allí aparecen los tinados y arrenes, pequeños edificios bajos y, en muchos casos, semiderruidos. A simple vista pueden parecer restos abandonados, pero tuvieron una función esencial en la economía local: servían como espacios vinculados a la ganadería, almacenaje o refugio. Son parte de su pasado agrícola y uno de los testimonios más valiosos de la forma de vida tradicional.
Muy cerca se encuentran las eras, esas explanadas empedradas que ahora funcionan como miradores naturales y desde donde se obtienen algunas de las mejores panorámicas del entorno. Lo curioso es que, en su momento, eran espacios de trabajo: allí se trillaba el cereal y se secaban productos del campo. Hoy siguen siendo uno de los rincones más fotografiados del pueblo.
El lavadero, la Fuente Nueva y los hornos
El lavadero y la Fuente Nueva forman uno de los enclaves más bonitos de Patones de Arriba. Justo al cruzar un pequeño puente de pizarra aparece el antiguo lavadero, acompañado por un arroyo que, cuando llueve, deja una pequeña cascada que parece de postal. Es uno de esos puntos donde uno realmente siente que el pueblo conserva intacta su esencia rural.
También llaman la atención los antiguos hornos de pan, que se conservan integrados en algunas viviendas. Están hechos de piedra y barro, y recuerdan una época en la que cada familia hacía su propio pan y en la que la vida giraba en torno a los ritmos del campo.
Rutas y senderos
Además del patrimonio, este pueblo cerca de Madrid es un punto de partida para varias rutas de senderismo que se han popularizado mucho en redes sociales. La creadora @mamidog_madrid, que suele compartir planes dog friendly, ha destacado tres recorridos sencillos y muy accesibles para quienes visiten el pueblo:
Senda del Barranco – Ruta al Cancho de la Cabeza
- Distancia: 9,5 km
- Duración: 3–4 h
- Dificultad: media
- Lo mejor: las vistas desde los 1.263 metros del Cancho de la Cabeza y toda la panorámica del embalse de El Atazar.
- Con perro: perfecta para animales acostumbrados a caminar.
De Patones de Arriba al Pontón de la Oliva y el Canal de Isabel II
- Distancia: 10 km
- Duración: 3 h
- Dificultad: fácil
- Lo mejor: la mezcla de historia y naturaleza. Se pasa por la primera presa del Canal y por zonas de escalada y túneles excavados en roca.
- Con perro: ideal, con varias zonas para descansar.
Senda del Barranco de Patones (Ruta circular)
- Distancia: 3,5 km
- Duración: 1 h 15 min
- Dificultad: fácil
- Lo mejor: pequeñas cascadas estacionales, antiguos bancales y vistas preciosas del casco antiguo.
- Con perro: muy recomendable para un paseo tranquilo.
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