Eusebio Cáceres roza la machada y se queda a tres centímetros del bronce en salto de longitud

Eusebio Cáceres rozó la octava medalla para la delegación española en los Juegos Olímpicos de Tokio. El atleta de Onil, que llegaba a la cita lejos de su mejor momento de forma, se sacó una competición excelsa en la final de salto de longitud y rozó con la yema de los dedos una medalla de bronce que se le escaparía por sólo tres centímetros, debido al último salto del griego Tentoglou, que se llevó el oro en el último salto y desplazó a Cáceres a la siempre ingrata cuarta posición.

Después de superar la calificación con un salto de 7,98 metros, todos daban por objetivo cumplido a Cáceres en esta cita olímpica. El que fuera campeón de Europa sub 23 ni siquiera había alcanzado en este 2021 la mínima olímpica de 8,22, pero su clasificación en el ranking le había dado el billete a Tokio. Una vez ahí, sacó su experiencia como mejor argumento competitivo y superó la mejora con 8,06, suficiente dentro de una final discreta.

Al contrario que en la final de triple femenino que coronó a Yulimar Rojas y trajo el bronce de Ana Peleteiro, en la longitud no se estaban dando demasiado buenas marcas. El cubano Echevarría se colocaba primero con 8,41, pero a partir de ahí todo parecía un solar. Su compatriota Masso contaba con 8,21 y Tentoglou, unos 8,15 que no se quedarían como su mejor marca.

Cáceres, siempre regular y en progresión, aparecería para irse hasta los 8,18, en su mejor competición del año sin duda, y colocarse tercero con sólo dos saltadores pudiendo superarle. Era tercero y rozaba el bronce, pero no estaba satisfecho con el salto. Su lugar en la clasificación era una gesta pero Eusebio sabía que raramente este salto le iba a otorgar la medalla.

Como le sucediera en Moscú en 2013, Cáceres vería como la cuarta plaza acabaría siendo su lugar, superado por un Tentoglou que no sufrió la presión de verse sin medalla y se colgó el oro con un 8,41 idéntico al de Echevarría, pero cuya segunda mejor marca decantaría la balanza. Mientras, Eusebio se queda con la miel en los labios pero con los honores de haber rozado la gran sorpresa del atletismo español en estos Juegos Olímpicos.