Carreño desquició a Djokovic: lanzó una raqueta a la grada y renunció a jugar el dobles mixto

Novak Djokovic se ha convertido en uno de los villanos de los Juegos Olímpicos. El número uno del mundo es un jugador de tenis excelso, con un rendimiento continuado que le permite pelear por la consideración del mejor de la historia. Sin embargo, su labor en la pista deja mucho que desear con gestos, como los realizados en el encuentro ante Pablo Carreño, que le provocan la animadversión por parte del grueso de la opinión pública.

Mientras Pablo se recuperaba una y otra vez de los golpes del partido con una actitud ejemplar, Djokovic la pagó hasta en dos ocasiones con su raqueta, con sendos gestos que pudieron costarle incluso la descalificación. El primero, inaudito, sucedió tras un punto de órdago en el que no pudo superar a un enorme Carreño. Nole, visiblemente cabreado desde su derrota en semifinales del viernes, lanzó su raqueta a la grada, algo que de haber habido público le hubiera costado la derrota automáticamente.

Djokovic després de donar lliçons a Biles sobre resistir la pressió pic.twitter.com/ayUx9JbnS7

— Nicolas Tomás (@nicolastomas) July 31, 2021

Se salvó el serbio, al que la permisividad de los jueces le beneficia por su condición de número uno del mundo y ganador de 20 Grand Slams. Novak sabe que es más respetado y siguió con su lamentable show, que mediado el tercer set le llevó a partir una raqueta con un gesto ya habitual pero que le costó otro warning. Carreño no daba crédito y en rueda de prensa confirmó que «parece que hay unas normas para Djokovic y otras para el resto».

Renuncia al bronce en dobles mixto

El asturiano, sin embargo, continuó trabajando y acabó desquiciando a Djokovic con su victoria. Nole fue ejemplar, eso sí, en la felicitación a Pablo en su gran día, pero minutos después dio a conocer su decisión de darse de baja de la final por el bronce en el dobles mixto, en el que comparte pista con su compatriota Stojanovic, a la que dejó sin oportunidad de lograr una medalla importantísima para ella, sin que se conozca, al menos públicamente, una lesión que justifique el no jugar un encuentro con presea en juego.