La espía del CNI en la Audiencia robó datos sobre ocho yihadistas españoles inmolados en Siria
La espía que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) infiltró en la Audiencia Nacional sustrajo datos, que se encontraban bajo secreto de sumario, sobre dos células yihadistas vinculadas a Estado Islámico que enviaban desde España a terroristas suicidas para cometer atentados en Siria, Irak y Mali.
Una de estas redes, que operaba desde Ceuta, envió a 28 terroristas a Siria, donde el Estado Islámico ha establecido su base más sólida de terrorismo internacional, que ha logrado ahora atemorizar a toda Europa tras los atentados de París. Ocho de los integrantes de la célula de Ceuta se inmolaron en atentados suicida cometidos en Siria e Irak utilizando coches bomba y cinturones con explosivos.
Como ha informado OkDiario, la Policía Nacional española descubrió en agosto de 2012 que una de las intérpretes de un dialecto árabe que había contratado para llevar a cabo esta investigación sobre terrorismo se había llevado un pendrive con documentos procedentes del ordenador en el que trabajaba.
La indagación abierta por la Policía constató que esta traductora había sido captada como colaboradora por el CNI. Por tanto, se dio por hecho que había facilitado al Centro Nacional de Inteligencia los documentos que había sustraído, que se encontraban bajo secreto de sumario.
No obstante, la Policía también apunta, en el informe remitido al juez Fernando Andreu, sus sospechas de que la mujer podría estar colaborando al mismo tiempo como agente doble para algún servicio de inteligencia extranjero, al que también habría facilitado la documentación sustraída.
También enviaban terroristas suicidas a Mali
En concreto, la Policía Nacional constató que el pendrive que la traductora se había llevado «de forma subrepticia» contenía informes sobre terrorismo internacional de dos causas que estaban instruyendo los jueces de la Audiencia Nacional Fernando Andreu y Pablo Ruz.
La primera de estas causas corresponde a las diligencias previas 14/2012, en las que el juez Andreu investigaba una célula dedicada a captar, radicalizar y enviar a yihadistas para combatir en Mali en las organizaciones AQMI y MUYAO.
La otra causa de la que robó documentos la colaboradora del CNI corresponde a las diligencias previas 171/11, instruidas por el juez Pablo Ruz. La investigación se había iniciado cuando la Policía detectó que varios islamistas radicalizados habían comenzado a organizarse como célula en Ceuta.
Estos yihadistas estaban en permanente contacto con el jeque Omar El Haddouchi, que había quedado en libertad por un indulto del rey de Marruecos, tras cumplir condena por el atentado de mayo de 2003 contra la Casa de España en Casablanca.
La Policía Nacional comenzó a realizar seguimientos a los miembros de esta célula de Ceuta. La intérprete captada como topo por el CNI fue la encargada de traducir la transcripción de las conversaciones telefónicas intervenidas a estos yihadistas por orden del juez Ruz, que constituían una prueba fundamental para conocer todos sus movimientos.
Usaban las redes sociales para comunicarse
De este modo, y pese a que la causa se encontraba bajo secreto de sumario, el servicio de inteligencia español recibió la información sobre los terroristas al mismo tiempo que el juez instructor.
Según la investigación judicial, esta célula de Ceuta envió en apenas un año, entre abril de 2012 y junio de 2013, a 28 yihadistas a cometer atentados en Siria e Irak. De ellos, nueve eran ceutíes y el resto marroquíes. Habitualmente, viajaban desde Ceuta hasta Algeciras en ferry y, una vez en la Península, tomaban un avión en Málaga para volar a Turquía. Desde allí, cruzaban la frontera con Siria.
De los 28 yihadistas captados y entrenados por la célula de Ceuta, vinculada a Estado Islámico, ocho se inmolaron en atentados terroristas. Uno de ellos, Rachid Hossain Mohamed, lo hizo estrellando un camión cargado de explosivos contra el cuartel militar de Idlib en Siria, el 1 de junio de 2012. Previamente, había anunciado en su perfil de Facebook que estaba preparado para el «martirio».
Otro de ellos, Yunes Ahmed Mohamed, murió dos meses después en un atentado suicida utilizando un cinturón con explosivos en la ciudad iraquí de Abu Ghraib. El ataque fue reivindicado por Estado Islámico. Un tercero murió conduciendo un coche bomba, también en Irak.
«Adelante, Oh Leones de Sham»
En cambio, otros yihadistas captados y entrenados por la célula de Ceuta fueron detenidos a su regreso de Siria e Irak: Ismail Abdellatif Al-Lal en Bélgica y Abdeluahid Sadik Mohamed tras ser expulsado de Turquía.
La labor de la intérprete de la Policía –captada como topo por el CNI– no se limitó a la traducción de las conservaciones telefónicas de los terroristas pinchadas por orden judicial. También fue fundamental para conocer el contenido de sus correos electrónicos, igualmente intervenidos por la Policía, y su presencia en las redes sociales.
Varios miembros de la red se mantenían en contacto a través de una comunidad de Facebook de tendencia islamista radical, según explica el sumario instruido por el juez Pablo Ruz. Uno de los líderes había comunicado a sus compañeros el inicio de la operación de envío de yihadistas a Siria, en abril de 2012, con un email en el que simplemente decía: «Adelante, Oh Leones de Sham».
La investigación desarrollada por la Policía Nacional permitió constatar que este grupo celebraba algunas de sus reuniones en la playa de la Alamadraba, en Ceuta, y que captaba a jóvenes de origen musulmán en partidos de futbol, para convertirlos en terroristas suicidas.
Uno de los yihadistas, Rochdi Abdeselam Abdel Lah, había protagonizado un alboroto en la mezquita Bard de Ceuta, en marzo de 2013, durante el cual llegó a agredir al iman porque se negaba a radicalizar los mensajes religiosos que lanzaba a sus fieles.
Máxima alerta desde el 11M
La operación dirigida por el juez Ruz -en la que la traductora de rifeño actuó como topo filtrando al CNI documentos que permanecían bajo secreto de sumario– dio lugar a una causa judicial en la que fueron condenados once miembros de esta red, a penas de entre diez y doce años de prisión, el pasado mes de septiembre.
Cuando la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional presidida por Concepción Espejel dictó la sentencia, la traductora que había robado documentos del sumario para el CNI ya llevaba más de dos años apartada de su puesto.
No obstante, el informe elaborado por la Policía Nacional sobre sus actividades como espía señala que la intérprete no solo sustrajo documentos de estas dos causas judiciales. Por el contrario, aclara, cuando fue descubierta llevaba meses trabajando como topo facilitando al CNI información sobre su trabajo «de forma continuada».
Por supuesto, entra en los cometidos del CNI recabar información sobre las redes terroristas que puedan atentar en España. Una labor que se ha enfocado particularmente hacia los movimientos del terrorismo islámico, a raíz de los atentados del 11M.
Pero en este caso, el Centro Nacional de Inteligencia se limitó a parasitar las investigaciones desarrolladas por la Policía Nacional, colándole a una traductora como topo. Y lo hizo violando la ley, ya que vulneró el secreto de sumario decretado por dos magistrados de la Audiencia Nacional.