Trump celebra la entrada de Amy Coney Barrett en el Supremo: «Un día memorable para la historia de Estados Unidos»

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El presidente de EEUU, Donald Trump y la jueza Amy Barrett, acompañados de la pimera dama, Melania Trump, y el esposo de la nueva magistrada del Supremo, Jesse Barrett. Foto: EP

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha manifestado este lunes que la entrada de la jueza Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo supone un «día memorable» para la historia del país, su democracia, su independencia judicial, y su Constitución, durante un acto de juramento celebrado en la Casa Blanca.

«Este es un día memorable para Estados Unidos, la Constitución de Estados Unidos y para el Estado de derecho justo e imparcial», ha dicho un presidente Trump que confía en que la jueza Barrett ejerza su función en el Supremo basándose «únicamente en una lectura fiel de la ley y la Constitución».

Este lunes por la noche se ha celebrado en los jardines de la Casa Blanca una breve ceremonia de juramento del cargo de Barret, horas después de que se confirmara su candidatura tras una votación sin sorpresas en el Senado, donde los republicanos hicieron valer su mayoría por 52 votos a favor y 48 en contra, que asegura así una superioridad conservadora en el Tribunal Supremo de 6 a 3.

«La familia Barrett ha capturado el corazón de Estados Unidos. Es muy apropiado que la jueza Barrett ocupe el asiento de una verdadera pionera de las mujeres, la jueza Ruth Bader Ginsburg», ha dicho Trump en referencia a la antecesora progresista de la magistrada conservadora.

El juez Clarence Thomas, uno de los integrantes del Supremo más conservadores, ha sido el encargado de recibir las palabras de Barret, que no se harán oficiales hasta el martes, cuando la jueza propuesta por Trump presente juramento ante el presidente del Alto Tribunal, John Roberts, en un acto privado.

En su breve intervención, Barrett ha vuelto a subrayar su independencia, después de que se haya recordado durante sus exposiciones en las sesiones del Senado la proximidad ideológica y judicial que mantenía con su mentor, el juez ultraconservador Antonin Scalia.

«El trabajo de un senador es perseguir sus preferencias políticas. De hecho, sería una negligencia dejar de lado los objetivos políticos. Por el contrario, el trabajo de un juez es resistirse a sus preferencias. Sería una negligencia entregarse a ellas», ha dicho.

La polémica nominación de Barrett, por haberse desarrollado y cumplido en poco más de un mes y ante la proximidad de las presidenciales del 3 de noviembre, ha motivado las quejas de los demócratas, quienes temen una deriva conservadora en el Supremo que suponga la eliminación del ‘Obamacare’, o nuevas restricciones en materias como el aborto, las libertades de la comunidad LGTBI, o una mayor laxitud en las políticas relacionadas con el control de armas.

En ese sentido, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, quien ya calificó como de «abuso de poder» esta nominación, ha escrito este lunes en Twitter que la «apresurada» confirmación de Barrett «debería ser un duro recordatorio para todos los estadounidenses de lo importante que es su voto».

Barrett es el tercer nombramiento del presidente, Donald Trump, para el Supremo. Desde Ronald Reagan (1981-1989), precisamente fue él quien nominó al juez Scalia en 1986, ningún inquilino de la Casa Blanca había propuesto a tantos nominados para el Alto Tribunal estadounidense.

La mayoría con la que cuentan los republicanos en el Senado ha sido suficiente para la confirmación de la juez Barrett, por lo que la votación ha sido un mero trámite, y aunque en las últimas semanas algunas senadoras republicanas mostraron su disconformidad con el movimiento de Trump, solo Susan Collins no ha dado su apoyo.

Finalmente, Barrett ha contado con la objeción de los 45 demócratas del Senado, dos independientes y la de Collins. La senadora por el estado de Maine ha considerado inapropiado que la nominación haya tenido lugar poco antes de las presidenciales y ha recordado la negativa republicana a la nominación del expresidente Barack Obama, el juez Merrick Garland, antes de los comicios de 2016.

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