May propone un Brexit a medida en un discurso más para consumo interno que para la UE
La primera ministra británica, Theresa May, ha pronunciado un discurso más para consumo interno —que le sirva para apuntalarse en el Gobierno, debilitada como quedó tras las elecciones adelantadas del pasado año— que para ser atendido desde las instituciones de la Unión Europea. May quiere un Brexit a medida y, para ello, ha lanzado un órdago a la grande a la UE, la ha responsabilizado de problemas que sólo aparecen por la salida de Reino Unido del club y ha pretendido mostrarse firme ante los suyos.
La primera ministra británica trazado los cinco pilares que guiarán las nuevas relaciones con la tras el Brexit: «Acuerdos recíprocos vinculantes, un mecanismo de arbitraje independiente, diálogo constante y medios de consulta; y la protección tanto de los datos como las relaciones entre los residentes de Reino Unido y la UE».
En un discurso pronunciado en la Mansion House de Londres, May ha asegurado que está a punto de concretar con Bruselas los plazos de aplicación de las diferentes fases de su proceso de salida de la Unión Europea, el coloquialmente conocido como Brexit, y que ahora mismo ambas partes se encuentran en un «momento crucial de las negociaciones».
Gracias a la aproximación diseñada por la primera ministra, se conseguirían varios objetivos a la vez. «Desde la aplicación del resultado del referéndum» por el que los británicos determinaron su salida de la UE, «hasta la llegada de una solución duradera, para unir al país y convencer tanto a quienes votaron a favor como en contra» durante el plebiscito.
May ha declarado que la aplicación del Brexit debe ser «limitada» en el tiempo y en modo alguno puede tratarse de una «solución permanente», según ha hecho saber.
Una negociación de compromisos
La primera ministra ha declarado que, siendo como es una negociación, «ninguna las dos partes puede conseguir exactamente lo que quiere» y que, tanto Londres como Bruselas, «tienen que mirar más allá de cualquier precedente», caso concreto y explícito de Canadá, que «en modo alguno podría dar a la UE ni la amplitud ni la profundidad de mercado que desea».
«Éstos deben ser los medios para reafirmar el lugar de Reino Unido en el mundo y renovar los lazos que nos unen en casa. Y estoy convencida de que podemos salir de este proceso como una nación más fuerte y más unida», ha declarado.
Porque, «a pesar de que nos vamos de la UE —y en ese sentido vamos a separarnos— todavía somos europeos, unidos por los muchos lazos y valores que tenemos en común, y sólo trabajando juntos encontraremos soluciones que funcionen para todos».
La primera ministra ha añadido que cualquier relación comercial futura entre la UE y Reino Unido deberá contar con un mecanismo particular de arbitraje, completamente independiente, y estar basada en «acuerdos recíprocos y vinculantes». Éste es precisamente uno de los puntos que más fricción van a causar en las ngociaciones, pues las instituciones europeas no tienen intención de ceder: la intención es que sean los tribunales de la UE los que diriman cualquier conflicto.
Sobre la cuestión irlandesa, May ha avanzado que Londres y Bruselas tienen sobre sus hombros la responsabilidad conjunta de hallar una solución para impedir una frontera dura con Irlanda que pueda romper el mercado común británico.
Todo ello para concretar un acuerdo definitivo, en palabras de la primera ministra, «mucho más extenso y profundo que cualquier acuerdo de libre comercio firmado hasta ahora en el mundo a nivel de cobertura de sectores y de cooperación».
A partir de ahí, cualquier acuerdo posterior a la salida de Reino Unido de la UE, «deberá respetar el referéndum que devuelve a Londres el control de las fronteras, de las leyes y del dinero». «Nuestro mensaje a Bruselas», ha declarado, «es nítido: sabemos lo que queremos, entendemos sus principios y tenemos el interés común en hacerlo bien, así que vamos a por ello».