Retratos de fortaleza, la exposición sobre las mujeres en la guerra de Ucrania: «Hay relatos impactantes»

El Centro Cultural Galileo en Madrid ha acogido este lunes la exposición Retratos de Fortaleza, una muestra sobre el papel de la mujer en el conflicto entre Rusia y Ucrania. «Hay historias muy impactantes», afirma Valentina Morozova, fundadora de la ONG Ukrainian Lives y promotora de esta iniciativa.

El espacio elegido está lleno de fotografías de mujeres que tienen un papel clave en la lucha contra el invasor ruso. Una obra impactante fruto del trabajo de su autora, la fotógrafa Anastasiya Zabiyaka. «Tenemos unas historias muy impactantes y es muy difícil elegir una. Todas las historias tienen algo que contar y todas las mujeres tienen un relato muy interesante», asegura.

Tal y como expresan, los retratos femeninos son muy variados. Desde una diseñadora de ropa de lujo que ahora confecciona uniformes militares hasta una modelo Playboy que actualmente está realizando labores humanitarias en Ucrania. «Se quedó en Kiev donde pelaba patatas junto a su equipo de voluntarios que ayudaban alimentando a las fuerzas ucranianas y hospitales. Por su destacada labor en apoyo humanitario y su contribución al movimiento de voluntariado, especialmente durante la defensa de Ucrania y la superación de las consecuencias de la agresión rusa, recibió la Distinción del Presidente de Ucrania ‘Corazón de Oro’», reza la descripción de la modelo Dasha Astafieva, considerada una de las mujeres más bellas del mundo.

Entre estas heroicas historias resalta una en particular. Un rostro modesto de una mujer de avanzada edad llamada Meri Dzakhiia preside un texto escalofriante. «Es mi tía», dice Morozova emocionada. El relato da cuenta de la inhumana situación que han tenido que vivir durante décadas algunos países de Europa del este tras la caída de la Unión Soviética.

«Nací en un pueblo de Sujumi, Abjasia (Georgia). El 14 de agosto de 1992, la vida cambió para siempre. Comenzó la guerra entre Georgia y los abjasios con la participación directa de las tropas rusas. De repente, el cielo se oscureció, hubo explosiones, aviones militares volaban, caían bombas y cohetes, y tanques circulaban por nuestro patio. Nos escondíamos en el sótano, no quedaban ventanas en la casa, todas las paredes estaban llenas de agujeros de balas. Mataban, fusilaban, violaban, quemaban edificios; era un infierno en la tierra. Para sobrevivir, tuvimos que evacuar. Nos pusieron en botes, llegamos a Sujumi, luego en una barcaza que transportaba productos petroleros a Batumi, desde allí volamos a Kiev, donde vivía mi hermana. Creíamos sinceramente que todo terminaría pronto y volveríamos a casa, pero eso nunca ocurrió. De nuestra casa sólo quedó una pared y una fotografía, y de nuestra vida, una maleta… Mis padres fallecieron en 2011 y 2012, nunca pudieron ver su tierra natal ni una vez más. Y a mi, exactamente 30 años después, tuve que huir de nuevo, porque a las 4 de la mañana del 24 de febrero comenzaron a bombardear Kiev. Viví casi dos años en Madrid, y recientemente pude regresar a Kiev. La guerra continúa: drones, sirenas, cortes de electricidad, pero seguimos adelante. Y a pesar de todo, creo que el bien vencerá al mal», asegura Dzakhiia quien no ha perdido la esperanza pese a la invasión rusa que ya dura casi 3 años.

La autora de esta exposición explica que la labor que están haciendo las casi 70.000 mujeres que participan en el ejército ucraniano y las otras tantas que lo hacen desde la población civil es enorme. «No podemos olvidar que en cualquier punto del país se corre peligro. Hay buen ánimo. Lo están sobrellevando como pueden», revela.

Por su parte Morozova comenta que estuvieron durante un año capturando imágenes de mujeres con distintas profesiones y edades tanto en Ucrania como en Madrid. «Se ha retratado el día a días y las vicisitudes de la población femenina ucraniana en una clara invitación a reflexionar sobre los diferentes aspectos y consecuencias de la guerra, sobre lo que representa ser mujer durante un conflicto armado», explica.