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La participación en Francia se dispara a las 17:00 horas hasta el 59,4%, la cifra más alta en 38 años

La jornada está transcurriendo sin incidentes y algunos de los candidatos más destacados ya han depositado su voto

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La tasa de participación de la primera vuelta de las elecciones legislativas de este domingo en Francia ha subido más de 20 puntos en comparación a los comicios de hace dos años, según la primera valoración del Ministerio del Interior. A las 17:00 horas la participación provisional se sitúa en el 59,4% frente al 39,4% de hace dos años a esta misma hora, lo que supone la cifra más alta desde los comicios legislativos de Francia de 1986, es decir, récord en 38 años.

La jornada de votación está transcurriendo sin incidentes mientras algunos de los candidatos más destacados ya han depositado su papeleta, como el líder de la ultraderechista Agrupación Nacional y posible gran triunfador de estos comicios de acuerdo con los sondeos, Jordan Bardella, que ha depositado su papeleta en Garches, Altos del Sena. Manuel Bompard, el coordinador nacional del partido de izquierdas La Francia Insumisa -puntal del llamado Nuevo Frente Popular, una alianza concebida para combatir la emergencia de Bardella y su formación- también ha depositado su papeleta en Marsella.

La votación en Francia de este 30 de junio -que se esta desarrollando con una alta participación- es sólo la primera ronda de un sistema a doble vuelta, con el 7 de julio como fecha clave. La Asamblea Nacional gala está compuesta por 577 diputados, elegidos por otras tantas circunscripciones: en cada una de ellas, sólo hay un vencedor en primera vuelta si alguien logra más del 50% de los votos emitidos y estos representan, además, al 25% del electorado total.

En contra de lo que ocurre en los comicios presidenciales, no tienen por qué pasar a la segunda ronda únicamente dos candidaturas, sino que superarán la primera criba todas aquellas personas que obtengan más del 12,5% de los sufragios. Es en esta cita final cuando los aspirantes y partidos deberán tantear sus opciones y determinar el posible respaldo a una candidatura rival, en una especie de contención de daños que pasa por optar por el mal menor.

La importancia de las alianzas es por tanto clave para tratar de no restarse votos en primera ronda -repartiéndose por ejemplo circunscripciones dentro de cada bloque-, mientras que para la segunda será clave dónde van a parar los votos de los candidatos eliminados o sin opciones. Tradicionalmente, el frente republicano tejido por las formaciones moderadas invitaba en estas segundas vueltas a aunar votos contra la ultraderecha.

Emmanuel Macron, al término de una campaña marcada por la ambigüedad, ha prometido «la máxima claridad» para esa vuelta final en materia de consigna de voto, sin aclarar si pediría el voto para el Nuevo Frente Popular en caso de que uno de sus candidatos tuviese opciones frente a la ultraderecha.

Será en cualquier caso la noche del 7 de julio cuando se despejen todas las incógnitas, o no. Los sondeos sitúan a la alianza conservadora por delante de sus rivales, con una intención de voto que ronda el 30 por ciento, pero no está claro que puedan alcanzar la mayoría absoluta que reclama Bardella para gobernar sin dependencias externas.

La legislatura saliente hizo evidente el riesgo de esta fragilidad, ya que el Gobierno de Attal, encabezado previamente por Elisabeth Borne, apenas contaba con 245 apoyos. Puede darse una situación de flagrante ingobernabilidad, lo que abocaría a Francia a aguantar al menos durante un año: la Constitución establece en su artículo 12 que no puede haber una nueva disolución del Parlamento en doce meses.

La polarización complica la posibilidad de un Gobierno tecnócrata, mientras que el Elíseo ha aclarado que Macron no contempla recurrir al artículo 16 de la Constitución y concederse poderes excepcionales para evitar el vacío de poder, un botón nuclear que sólo se ha pulsado una vez durante la V República, en el año 1961 como respuesta al golpe en Argel.

Elecciones anticipadas en Francia

Francia ha iniciado así un proceso electoral que teóricamente no esperaba hasta el año 2027. Renovará su Asamblea Nacional, en unos comicios legislativos anticipados a los que concurre una mayoría gobernante débil y que pueden terminar de consolidar el avance de la ultraderecha, que acaricia la posibilidad de gobernar de la mano de Jordan Bardella.

El terremoto político estalló la misma noche del 9 de junio, cuando la mera difusión de los sondeos a pie de urna, que ya anticipaban una holgada victoria para la Agrupación Nacional de Bardella bastó para que el presidente, Emmanuel Macron, se dirigiese a la nación y anunciase la disolución de la Asamblea Nacional. «He escuchado vuestro mensaje», dijo.

«No hay nada más republicano que dar la palabra al pueblo soberano», declaró con semblante serio, consciente de que volver a repartir las cartas podía abocarle a la temida ‘cohabitación’. No en vano, en los días posteriores dejó claro que no tenía pensado dimitir y que, por tanto, aceptaría una convivencia con el Gobierno conformado a partir de la mayoría parlamentaria.

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