Nueva era en el Reino Unido: el laborismo arrasa y los ‘tories’ sufren el peor resultado de su historia

El Reino Unido, a contracorriente de una Europa donde avanza la derecha: los laboristas regresan con fuerza al poder

El nacionalismo escocés se convierte en residual: los laboristas también arrasan en Escocia

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Rafael Gallego

El laborista Keir Starmer va a ser el nuevo primer ministro del Reino Unido tras haber arrasado en las elecciones de este jueves 4 de julio, marcadas por el histórico descalabro del Partido Conservador de Rishi Sunak, que ha cosechado los peores resultados desde su fundación en 1834. El particular sistema electoral británico, que prima el voto útil, ha provocado que, pese a que entre los votos del Partido Conservador, de los Liberales Demócratas y de los nacionalistas de Nigel Farage sumen mayoría aritmética, el mapa del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte esté completamente pintado de rojo laborista. Llega una nueva era que pasará por disparar los impuestos para impulsar el prometido plan de vivienda de 7.000 millones.

Con el recuento oficial avanzado y poco antes de que la mayoría para los laboristas fuese matemáticamente oficial, Rishi Sunak reconoció su derrota tras haber llamado por teléfono a Starmer para felicitarlo. Ni frente a Tony Blair cayeron a una presencia tan exigua en la Cámara de Comunes los tories, que han sufrido también el ascenso de los Liberal Demócratas y de los nacionalistas de Nigel Farage.

Esta demostración de fuerza de la izquierda en el Reino Unido viene a demostrar, una vez más, el contraste de un país que siempre ha gustado de ir contracorriente frente a una Europa en la que la derecha crece con fuerza. En realidad, la debacle del Partido Conservador se ha venido gestando a fuego lento durante los últimos años, fruto de una colección de errores acumulados, uno tras otro, desde que David Cameron, envalentonado por haber ganado el referéndum por la independencia de Escocia, sacase sin ser su intención al Reino Unido de la Unión Europea en una votación, en el año 2016, de la que el país aún no se ha repuesto. Aquel referéndum le terminaría costando el puesto al premier Cameron: fue sucedido por Theresa May, cuyo fracaso en las negociaciones para cerrar una salida ordenada de la UE sin reavivar el conflicto con Irlanda le costaría la cabeza. Le siguió en Downing Street Boris Johnson, cuyos escándalos saltándose sus propias normas durante la pandemia de Covid hundieron su figura. Tras él llegó Liz Truss, que en poco más de un mes en el poder estuvo cerca de hundir la economía británica por mor de unos estrambóticos planes económicos que provocaron el pavor en los mercados financieros y hundieron la libra a mínimos de 37 años. Se vio obligada a ceder el poder a su antiguo compañero y rival Rishi Sunak, cuya errática política migratoria, entre otros aspectos, ha llevado al Partido Conservador a lograr el peor resultado de su historia. Sunak renunciará al liderazgo tory en la mañana de este viernes.

Ante este panorama, al Partido Laborista le ha bastado con presentar un candidato de aire moderado, alejado de pasados experimentos como el extremista Jeremy Corbyn o el gris Ed Miliband, para lograr una aplastante victoria y volver al poder 14 años después, los que han pasado desde que Gordon Brown, delfín de Tony Blair, perdiera ante el mencionado Cameron en 2010. Corbyn, eso sí, ha salvado su delegación como miembro del parlamento al imponerse en su distrito de Islington North como independiente al aspirante del Partido Laborista.

Resurgen el Lib Dem y Farage

El lento recuento, distrito a distrito en las 650 circunscripciones en Reino Unido durante toda la noche, albergaba poca emoción en esta ocasión. Los sondeos a pie de urna desvelados a las 11 de la noche peninsulares, una hora menos en el Reino Unido, ya apuntaron el contundente resultado confirmado finalmente.

En la debacle del Partido Conservador han pescado formaciones como los Liberales Demócratas, que de la mano de Ed Davey, han recuperado poder, aunque no vayan a ser necesarios para la formación del Gobierno. También entra en la Cámara de los Comunes Reform UK, el partido del nacionalista Nigel Farage, que vuelve a recuperar el protagonismo que tuvo hace años como mayor defensor del Brexit. Farage, antigua cabeza visible del UKIP, logró su puesto en la Cámara de los Comunes al vencer en su distrito de Clacton, al este del país, destacó que, amén de los parlamentarios logrados, «vamos a ser segundos en muchos distritos. Ahora hay un hueco en el centro derecha en este país y nuestro trabajo es llenarlo». Fue un buen resultado para su partido, máxime teniendo en cuenta que el sistema británico prima el voto útil, puesto que el ganador en cada uno de los 650 distritos es el único que cuenta para llegar al parlamento.

Otro de los puntos destacados que han dejado estos comicios es el que marca el hundimiento del nacionalismo escocés, que se vuelve irrelevante. El Partido Laborista es también la fuerza mayoritaria en Escocia, como lo es en Gales. En Irlanda del Norte no, allí venció el Sinn Féin, pero los nacionalistas irlandeses renuncian a ocupar sus asientos en el Parlamento.

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