En la mezquita de Mánchester donde rezaba Salman Abedi temen represalias: «Sólo predicamos amor»

Salman Abedi
La mezquita de Didsbury, donde rezaba Salman Abedi, el terrorista de Manchester.

«¿Somos todos sospechosos? ¿Van a detenernos a todos?», pregunta con vehemencia a un policía una fiel de la mezquita próxima al domicilio del suicida que mató a 22 personas en Mánchester, una muestra del miedo de la comunidad musulmana a quedar de nuevo en el punto de mira.

Los más veteranos de la mezquita de Didsbury, un edificio victoriano de ladrillo rojo, están preocupados ante un posible recrudecimiento de los actos islamófobos después del atentado. «Este acto cobarde» no tiene «cabida en nuestra religión», declaró un responsable, Fawzi Haffar, delante del edificio, rodeado de fieles. Al término de un minuto de silencio, dio las gracias a quienes ayudaron a las víctimas y pidió que «cualquiera que tenga informaciones, contacte sin demora con la policía».

A la mezquita, ubicada en un barrio arbolado del sur de la ciudad, acuden muchos estudiantes. «Es una de las más atractivas, aquí solo se predica el amor», asegura a la AFP Javed Akhtar, frente al templo, rodeado de policías.

Nunca vio a Salman Abedi, el kamikaze de 22 años de origen libanés, pero se declara incrédulo, sin poderse imaginar «que un tipo de aquí, que ha frecuentado este lugar, haya podido hacer algo tan espantoso».

El padre del kamikaze ha llamado a la oración en este sitio en algunas ocasiones y su hermano, Ismael, ha sido voluntario de la mezquita, según medios británicos.

Haffar no precisó el vínculo de Abedi con su mezquita, pero desmintió las informaciones de la prensa que aseguran que habría trabajado allí. «Eso no es cierto».

Un imán, Mohamed Saeed, explicó al diario The Guardian que había orado en 2015 contra los demonios del terrorismo, lo que le costó que Salman Abedi le mirara con ceño, una verdadera «cara de odio», según sus palabras.

La yihad digital

Las dudas acerca de la radicalización del joven, nacido y criado en Mánchester en el seno de una familia muy creyente, siguen sin despejarse y no sé sabe qué etapas atravesó para perpetrar un atentado reivindicado por el grupo yihadista autodenominado Estado Islámico.

Azer Mahmood, un fiel de 57 años de la mezquita de Didsbury, asegura a la AFP que los imanes denuncian el yihadismo con regularidad. «Recomiendan que nos mantengamos alejados de los grupos radicalizados, sobre todo a los más jóvenes».

La radicalización de Salman Abedi podría haberse realizado por internet y las redes sociales, sugiere. «Es uno de los lugares más peligrosos» para encontrar propaganda yihadista.

Mohammed Shafiq, de la Fundación Ramadán, basada en Mánchester, comparte esta tesis. «Hay que reconocer y aceptar que el problema no viene de las mezquitas, se ha hecho un trabajo enorme contra la radicalización».

Los extremistas deforman los textos sagrados ‘online’ para reclutar, afirma Shafiq a la AFP, considerando que en primer lugar habría que dialogar con los jóvenes cuyas voces son «ignoradas constantemente» en su día a día.

En Didsbury, algunos temen represalias contra los musulmanes tras el atentado del lunes. Unas horas después, un hombre prendió fuego a la entrada de una mezquita de la ciudad, según imágenes publicadas por el Manchester Evening News.

«Nos preocupan los actos antimusulmanes de los que nos han informado, desde agresiones verbales a ataques contra mezquitas», afirma Haffar. Pero esto no le impide a la mezquita sentirse profundamente mancuniana. «Mánchester es una ciudad formidable, con un futuro próspero y brillante».

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