La justicia india pone fin a la disputa entre musulmanes e hindúes en el lugar sagrado de Ayodhya

Ayodhya
Hindúes celebran la decisión del Supremo sobre el tempo de Ayodhya. Foto: AFP
  • Antonio Navarro Amuedo | Atalayar.com

La justicia india ha dado vía libre a los hindúes para que puedan construir un templo en un disputado terreno sagrado en la ciudad de Ayodhya. El lugar, donde hasta 1992 se erigía una mezquita del siglo XVI, ha sido durante casi tres décadas objeto de enfrentamiento entre la comunidad hindú y musulmana.

Este sábado el Tribunal Supremo ha fallado a favor de que los fieles de la confesión mayoritaria del país levanten un templo en honor al dios Ram. Los musulmanes recibirán un lugar alternativo –de dos hectáreas de superficie- en la ciudad para construir una mezquita. El dictamen ha decepcionado a musulmanes y ha sido celebrado entre los hindúes, que lo han calificado de “histórico”.

Ayodhya es una ciudad de 450.000 habitantes de mayoría hindú situada en el estado de Uttar Pradesh, en el norte de la India, donde en el siglo XVI el emperador mongol Babar construyó la mezquita de Babri Masjid, lugar de culto para la comunidad islámica hasta que una turba hinduista la destruyó hace 27 años. Los disturbios desatados a raíz de la desaparición de la mezquita costaron la vida a 2.000 personas, la mayoría musulmanes. Fue uno de los episodios más negros de violencia intercomunitaria en la India desde la independencia.

La decisión de la más alta instancia judicial india –una sala formada por cinco jueces y con un dictamen adoptado por unanimidad- puede acarrear una nueva quiebra de la convivencia entre confesiones y que se desencadenen disturbios. Casi el 80% de los habitantes del populoso país asiático –que tiene 1.250 millones de almas- son hindúes y el 14,2% son fieles mahometanos.

Los hindúes creen que el antiguo lugar donde se erigía la mezquita fue levantado sobre el lugar exacto donde nació Ram y donde existía un antiguo templo hindú de esta deidad.

En el fallo judicial, el Supremo argumentaba que un informe de la autoridad arqueológica india daba fe de que bajo las ruinas de la mezquita de Babri había restos de un edificio que “no era islámico”. De ahí que la tierra en disputa debía ser ofrecida a los hindúes para que allí levantaran un nuevo edificio a su deidad. En un plazo de tres meses las autoridades indias tendrán que formar un comité que se encargará de la construcción del templo hindú. Con todo, la más alta instancia judicial del país determinó que la demolición en 1992 de la mezquita fue ilegal.

En las vísperas del veredicto centenares de personas fueron detenidas en la ciudad. Miles de agentes de policía fueron destinados a Ayodhya y tanto comercios como centros educativos permanecerán cerrados hasta este lunes, informaba la BBC. La calma predominaba en la urbe.

El dictamen llega en un momento de preocupación por la deriva nacionalista hindú del Gobierno de Narendra Modi, que, con todo, ha pedido este sábado en Twitter que la decisión del Supremo no sea considerada “una victoria o una derrota para nadie”. Los partidos de la oposición también celebraron el dictamen y llamaron a preservar la convivencia.

El Ejecutivo indio ha prohibido la publicación de imágenes de la destrucción de la mezquita de Babri. “Es un día histórico para todos los hindúes del mundo y estoy realmente orgulloso de cómo el Tribunal Supremo ha llevado todo el caso. No ha podido haber un juicio mejor que este”, decía Bharat Das, un líder religioso de un templo hindú en la ciudad a la web de Al Jazeera.

“Profunda preocupación” de Pakistán

Por su parte, el Gobierno pakistaní no ha tardado mucho en manifestarse en torno al fallo judicial. Las autoridades de Islamabad han expresado su “profunda preocupación”. «Hemos recibido con una profunda preocupación la decisión de la Corte Suprema de la India con respecto a la histórica mezquita de Babri. La decisión, una vez más, no ha cumplido las demandas de la justicia», aseguró en un comunicado el Ministerio de Exteriores pakistaní recogido por la agencia EFE.

«La India de Gandhi está enterrada y la India de Modi es lo que vemos hoy», afirmó el ministro de Exteriores pakistaní Shah Mahmood Qureshi en referencia, por un lado, al histórico líder pacifista y, por otro, al actual primer ministro, miembro del partido nacionalista hindú Barathiya Janata. No han tardado tampoco demasiado desde Nueva Delhi en responder a Islamabad. Las autoridades indias han criticado la “compulsión patológica” de Islamabad a la hora de comentar los asuntos de sus vecinos.

Las relaciones entre la India y Pakistán son tensas. En agosto de este año, cuando Nueva Delhi suprimió el estatus especial de la región de Cachemira, de mayoría musulmana, la situación se deterioró.

Más allá de las relaciones entre los dos populosos vecinos asiáticos –y potencias nucleares-, resta por ver cómo encaja la sociedad india la sentencia y si es posible preservar la paz. A comienzos del pasado mes de octubre la controvertida intención del Gobierno de Modi de convertir el hindi en la lengua “unificadora” de la India desató la furia de los estados que no estaban dispuestos a sacrificar su identidad lingüística. Este nuevo episodio podrá a prueba los límites de la democracia india y de su convivencia.

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