Dudas sobre la vigilancia antisuicidio de Jeffrey Epstein: no hubo ronda cada 30 minutos ni tenía compañero
El multimillonario norteamericano Jeffrey Epstein, que falleció este sábado en la cárcel federal de Manhattan, en la ciudad de Nueva York, se ahorcó en su celda sin que existiera sobre él vigilancia especial tras el intento de suicidio que protagonizó el pasado mes de julio. Según han informado a la cadena ABC News fuentes cercanas al caso se ha iniciado una investigación para determinar por qué el preso Epstein, acusado de tráfico de menores y explotación sexual, no disponía de la vigilancia antisuicidio que debía.
Epstein, de 66 años e imputado por explotación sexual, fue hallado «inconsciente» en torno a las 06.30 de la mañana en su celda de la Unidad de Alojamiento Especial del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan. Según la Oficina Federal de Prisiones, «recibió ayuda de emergencia y fue trasladado en ambulancia a un hospital para recibir tratamiento, donde se le declaró difunto».
El multimillonario ya tuvo que ser atendido el 25 de julio después de ser hallado semi inconsciente y con marcas en el cuello, también dentro de su celda.
Según las normas del centro penitenciario se requieren dos guardias de la cárcel para hacer controles separados de todos los prisioneros cada 30 minutos, pero ese procedimiento no se siguió durante la noche, según la fuente. Además, cada 15 minutos era necesario que los guardias revisen nuevamente a los prisioneros que están bajo vigilancia de suicidio.
El fiscal general de EEUU, AG Barr, ha anunciado la apertura de una investigación sobre las circunstancias de la muerte de Epstein, mientras que la Oficina Federal de Investigación, el FBI, ya ha anunciado que emprenderá una investigación particular sobre el suceso.
«Me horroriza enterarme de que Jeffrey Epstein fue hallado muerto esta mañana en un aparente suicidio. Su muerte abre serias preguntas que deben recibir respuesta. Junto a la investigación del FBI, he dado instrucciones al Inspector General para que abra su propia investigación sobre el suceso», ha manifestado Barr en un comunicado.
El caso de Epstein adquirió especial notoriedad por su relación con la élite política de Estados Unidos, desde el matrimonio Clinton al actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.
El presidente de Estados Unidos reconoció que sabía quién era Epstein, residente de Palm Beach, donde Trump tiene un campo de golf. «Tuve una pelea con él hace un tiempo. No soy precisamente un fan», declaró Trump el mes pasado.
Epstein fue imputado por tráfico sexual de menores y conspiración tras la aparición de nuevos testimonios que le situaban como cabecilla de una «vasta red» de explotación de menores desde sus mansiones en Manhattan y Florida entre 2002 y 2005.
Anteriormente había estado bajo investigación por parte de las autoridades federales y locales por delitos sexuales contra niñas menores de edad, en un caso que provocó la dimisión el mes pasado del secretario de Trabajo de EEUU, Alex Acosta.
Acosta se apartó de su cargo tras darse a conocer que, durante su etapa como fiscal en Florida, alcanzó un acuerdo secreto para reducir una sentencia contra Epstein.
La bancada demócrata en el Congreso, comenzando por la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, reprochó a Acosta su participación «en un acuerdo poco razonable, que impidió que se hiciera justicia para sus jóvenes víctimas».
El acuerdo fue alcanzado en 2008 y permitió a Epstein tras declararse culpable a cambio de una condena de 13 meses de prisión por fomentar la prostitución, que cumplió en forma de trabajos comunitarios desde su oficina. Acosta mantuvo que, de no haber alcanzado este acuerdo, Epstein muy probablemente habría acabado en libertad.
El caso permaneció enterrado hasta que el ‘Miami Herald’ publicó en noviembre del año pasado un artículo que detalló el pacto alcanzado entre Epstein y la fiscalía. Junto a la aparición de los nuevos testigos, el multimillonario fue finalmente detenido e imputado.