Cómo era la Rumanía de Ceaucescu

Rumanía fue declarada independiente del Imperio otomano el 9 de mayo de 1877. Cuando su último monarca fue destronado forzadamente en 1947, el país pasó a estar dirigido por el sistema comunista ruso. En la primera etapa comunista ascendió al poder Gheorghe Gheorghiu-Dej, quien llevó adelante un régimen de terror. Su sucesor, Nicolae Ceaucescu, recrudeció aún más la represión, y convirtió a Rumanía en una de las dictaduras más cruentas de Europa del Este. Se considera a este personaje uno de los dictadores del siglo XX en Europa.

Nicolae Ceaucescu asumió el poder en 1965 y se mantuvo hasta 1989, cuando el comunismo fue derrocado por la Revolución rumana. El pueblo rumano, cansado de las políticas despóticas y de la represión, se echó a las calles en diciembre de 1989 y logró la caída del régimen comunista, aunque las contiendas costaron más de un millar de vidas.

Cómo era la Rumanía de Ceaucescu

La política desplegada por Ceaucescu en el segundo periodo comunista se caracterizó por la ruptura con Rusia de las alianzas generadas por su antecesor. Implantó una estrategia de política exterior que supuso para Rumanía la simpatía de otras potencias, como Francia y Estados Unidos. En el ámbito internacional parecía positivo su mandato.

Sin embargo, para la población rumana no era así. El régimen comunista la sometía a restricciones y recortes de la libertad, así como a disposiciones arbitrarias. Como la mayoría de los dictadores, generó un «culto a su personalidad» con medidas como disponer como festivo nacional el día de su cumpleaños.

La exacerbación del nacionalismo es otra característica de los regímenes dictatoriales que desarrolló el comunismo rumano. La idea de pertenencia aglutina a la población y permite a los dictadores manipular más fácilmente a las masas.

Cómo era la vida en la Rumanía de Ceaucescu

Los testimonios de quienes vivieron la dictadura de Ceaucescu no son nada alentadores. Cuentan que la vida en Rumanía era «descolorida» durante el periodo comunista. No existía la libertad de expresar las ideas, ni siquiera se podía trasladarse libremente sin rendir explicaciones a las autoridades o, en la peor de las suertes, caer detenido.

Las encarcelaciones eran cotidianas. Se consideraba un delito circular sin poder acreditar el motivo o sin identificación. Cualquier manifestación de resistencia al régimen era perseguida y reprimida. La gente vivía atemorizada y prefería no inmiscuirse en temas de política para evitar la persecución.

La vida era difícil en Rumanía para quien no estuviera dispuesto a demostrarse patriota y servidor a la causa nacionalista, a venerar al dictador y a mantenerse sumiso.

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