La arqueología submarina en España: tesoros olvidados
La arqueología submarina en España ofrece tesoros por descubrir. Poco a poco se van analizando retazos de la historia.
Auge de la arqueología submarina en España
Arqueología subacuática en España
Descubrimiento de antigua ciudad

España es un país que siempre ha vivido de cara al mar. Con más de 8.000 kilómetros de costa y una historia marítima que abarca miles de años, resulta casi inevitable que bajo sus aguas se esconda una parte esencial de su pasado. En el fondo del Mediterráneo, del Atlántico y del Cantábrico descansan restos de barcos, puertos y objetos cotidianos que, aunque invisibles a simple vista, forman parte de la memoria colectiva. La arqueología submarina se encarga precisamente de sacar a la luz, con cuidado y método, esos fragmentos de historia que el mar ha conservado durante siglos.
Arqueología submarina
Como disciplina científica, la arqueología submarina es relativamente joven. Durante mucho tiempo, los hallazgos bajo el agua fueron fruto de la casualidad o del interés de buscadores de tesoros más preocupados por el valor material de los objetos que por su significado histórico. No fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando comenzaron a aplicarse métodos rigurosos, similares a los de la arqueología terrestre. En España, este cambio se produjo a partir de los años sesenta y setenta, cuando el desarrollo del buceo autónomo y una mayor conciencia sobre la protección del patrimonio impulsaron las primeras investigaciones sistemáticas.
Muchas épocas
Uno de los aspectos más fascinantes de la arqueología submarina en España es la enorme variedad de épocas representadas. En las costas mediterráneas abundan los restos de la Antigüedad, especialmente de época fenicia, griega y romana. Pecios cargados de ánforas, recipientes utilizados para transportar vino, aceite o salazones, permiten reconstruir antiguas rutas comerciales y entender mejor cómo funcionaba la economía del mundo clásico. Estos barcos hundidos no hablan solo de comercio, sino también de navegación, de tecnología naval y de la vida cotidiana de quienes se aventuraban por el mar.
El fondo marino también conserva numerosos testimonios de la Edad Media y de la Edad Moderna. Galeones, naos y fragatas acabaron en el fondo del mar a causa de tormentas, accidentes o conflictos armados. Muchos de ellos están relacionados con la expansión marítima de la Monarquía Hispánica y con el intenso tráfico entre Europa y América. Aunque la imagen popular suele centrarse en la búsqueda de oro y plata, lo cierto es que el mayor tesoro de estos pecios es la información que aportan sobre la organización de las flotas, la construcción de los barcos y las relaciones comerciales y políticas de su tiempo.
El grave expolio
Durante décadas, este patrimonio subacuático estuvo gravemente amenazado por el expolio. Cazatesoros y buceadores sin formación científica extrajeron piezas de forma indiscriminada, destruyendo contextos arqueológicos que nunca podrán recuperarse. Frente a esta situación, España fue desarrollando un marco legal cada vez más sólido para proteger los restos sumergidos. Un paso decisivo fue la creación del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA), en Cartagena, que se ha convertido en un referente tanto para la conservación de materiales como para la investigación y la divulgación.
Un episodio
Un episodio especialmente significativo en este proceso de protección fue el caso de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. En 2007, una empresa privada extrajo ilegalmente miles de monedas de oro y plata del pecio, hundido en 1804. El conflicto legal que siguió tuvo una gran repercusión internacional y terminó con la devolución del cargamento a España. Más allá del valor económico de las monedas, el caso sirvió para reforzar la idea de que los restos arqueológicos subacuáticos no son botines, sino bienes culturales que pertenecen a la sociedad.
Paisajes sumergidos
La arqueología submarina no se limita únicamente al estudio de barcos hundidos. También se ocupa de los llamados paisajes culturales sumergidos: antiguos puertos, estructuras costeras e incluso asentamientos humanos que quedaron bajo el agua debido a cambios en el nivel del mar o a procesos geológicos. Analizar estos restos permite comprender cómo las sociedades del pasado se adaptaron a entornos cambiantes, una cuestión que resulta especialmente relevante en un contexto actual marcado por el cambio climático.
Trabajar bajo el agua no es sencillo. La visibilidad limitada, la profundidad y la fragilidad de los materiales obligan a extremar las precauciones. Además, este tipo de investigaciones requiere equipos especializados y una inversión económica considerable. Aun así, los avances tecnológicos de las últimas décadas han abierto nuevas posibilidades. El uso de sonares, vehículos operados a distancia y técnicas de fotogrametría permite documentar los yacimientos con gran precisión sin necesidad de alterar los restos.
El panorama actual
Hoy en día, la arqueología submarina en España no se entiende solo como una actividad científica, sino también como una labor educativa y social. Museos, exposiciones y recursos digitales acercan estos hallazgos al público general y ayudan a cambiar la percepción romántica del “tesoro” por una visión más respetuosa y completa del patrimonio. El verdadero valor no está en las piezas aisladas, sino en el conocimiento que se obtiene al estudiarlas en su contexto.
Proteger y estudiar estos parajes es una forma de entender mejor quiénes fuimos y, al mismo tiempo, de asumir una responsabilidad con las generaciones futuras, que heredarán un patrimonio más rico y mejor conservado.
Lecturas recomendadas
Temas:
- Arqueología