Fabián Ruiz es la sensación de la Eurocopa. Posiblemente, el mejor jugador de un torneo que se aproxima a su recta final con tan sólo ocho equipos en liza. Y si el futbolista del PSG está siendo el encargado de liderar a la selección española desde el centro del campo, hay que decir que mucha culpa la tiene Luis de la Fuente, el hombre que siempre ha confiado en él.

Juntos, de la mano, Fabián y De la Fuente ya ganaron el Europeo sub 21 que se celebró en Italia en 2019. Aquel torneo, donde el sevillano fue elegido mejor jugador de la competición, la selección española lo conquistó tras vencer, precisamente, a Alemania en la final, el rival que tendrán el próximo viernes en los cuartos de final de la Eurocopa que se celebrarán en Stuttgart.

El torneo que está haciendo Fabián es, simplemente, espectacular. Dos goles, dos asistencias y un fútbol magistral avalan la fe que siempre ha tenido Luis de la Fuente en un jugador diferente, que vive a gusto en el perfil bajo, muy tímido, pero que, como aseguran los que mejor le conocen, «gana en las distancias cortas». No obstante, estos mismos también dejan claro que ha madurado mucho en los últimos tiempos.

Fabián mantiene un perfil tan bajo, es tan poco presumido, que hasta dudaba sobre su presencia en la Eurocopa. «Ya veré lo que hago con las vacaciones, por si estoy o no convocado», decía a su círculo de confianza. Un círculo que alucinaba con sus dudas, ya que el único que las tenía era él, puesto que para De la Fuente es un intocable, tal y como se está demostrando.

Lo demostró en la primera convocatoria que ofreció en un ya lejano marzo de 2023, cuando volvió a llamarle tras ser enviado al ostracismo más absoluto con Luis Enrique como seleccionador. El riojano le recuperó para la causa y ha estado en todas las citaciones. Cuando ha jugado más o menos, como le ha pasado en el PSG este curso, donde ha vuelto a coincidir con el asturiano, también ha seguido acudiendo con asiduidad. El tiempo le está dando la razón.

Para Fabián, De la Fuente es como un padre. El riojano siempre ha visto algo diferente en un jugador que entra dentro de ese grupo de futbolistas españoles que no son considerados como estrellas mundiales porque no se exponen como otros, pero derrochan calidad en cada patada al balón. Sino, que se lo pregunten a Davide Ancelotti, otro que le vio cosas diferentes en el Betis y clave en que terminase fichando por el Nápoles.

Toda esta calidad la acompaña de una profesionalidad muy estricta. En su casa, en París, tiene un gimnasio donde entrena tras terminar de trabajar con el club y donde recupera, siempre importante a estos niveles donde los futbolistas juegan tantos partidos.

Y dentro del vestuario se hace querer. Sin dar una voz más alta que otra, mantiene muy buena relación con todos sus compañeros. Destaca, por ejemplo, lo bien que se lleva con Mikel Merino, competencia por el mismo puesto dentro de campo. A los jóvenes los ayuda y arropa, mientras que respeta a los veteranos.

Su familia, su pilar

Fabián es un futbolista tremendamente familiar. Para él su madre es «su heroína», explican los que le tratan en el día a día. También cuentan, como anécdota, que cuando llegó al Betis le dijo a su madre que «los dos habían cumplido su sueño». Ella pasó a ser trabajador del club verdiblanco, mientras que él era futbolista del club de su vida. También tiene una relación muy estrena con su hermana Yamilia y mantiene una vida muy tranquila con su novia Rosa, a la que le dedica cada gol que mete.