Sánchez exigirá en la UE que el mayor proyecto tecnológico europeo destinado a España vaya a Cataluña

Mainframe
Los mainframe son grandes computadores centrales.
Carlos Cuesta

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está dispuesto a condicionar la llegada a España del mayor proyecto de supercomputación europeo al hecho de que éste recale en Cataluña. Un nuevo favor a los separatistas como pago por el apoyo en una posible nueva investidura tras el 28-A.

España se encuentra dentro del proyecto Euro High-Performance Computing (HPC), un plan de desarrollo de súper computadoras en la UE que puede situar a los países punteros en esta materia como líderes del futuro desarrollo económico y laboral. Y el líder del PSOE quiere que el desarrollo de este proyecto en España vaya, sea como sea, al Barcelona Supercomputing Center –el Centro Nacional de Supercomputación, impulsado en 2005 por Zapatero–. Por eso, y como pago por el apoyo de los separatistas, el presidente pretende exigir que una de las máquinas preexascala de nueva generación, vaya para Cataluña.

El HPC es un programa estratégico europeo de desarrollo de supercomputación. En torno a sus sedes no sólo se desarrollan proyectos empresariales, sino también fuertes áreas de investigación y desarrollo de centros universitarios y académicos. De hecho, el plan recoge incluso un programa investigador específico para estudiar y asesorar a los Gobiernos en materia de desarrollo de la industria del conocimiento, sociedad de la información, computación, robótica, etc, y en el desarrollo paralelo de productos y servicios. En resumidas cuentas, que quien se haga con este proyecto tendrá garantizado no sólo un fuerte desarrollo económico y cultural, sino también una influencia creciente en el resto de Estados miembros y en las instituciones europeas.

Y Sánchez ha ofrecido ya este proyecto a Cataluña como parte de su pago por el apoyo separatista a su gobernabilidad tras el 28-A y con permiso de las urnas.

Mala imagen de Barcelona

Hay que tener en cuenta que la imagen de Barcelona ha perdido vigor de forma notable a nivel internacional a raíz del 1-O y de la evidencia de su continuo desafío a la legalidad y a la unidad de España. La organización del Mobile World Congress admitió abiertamente que estaba estudiando la idea de abandonar la Ciudad Condal ante la inestabilidad social y política a causa del independentismo catalán. Y la candidatura de Barcelona como sede para la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) se frustró precisamente por esos mismos motivos.

Ahora Sánchez vuelve a jugar con fuego. Y es que, aunque es verdad que el centro catalán de computación cuenta con un fuerte desarrollo -es la apuesta pública oficial desde la era de Zapatero-, también es verdad que el desafío golpista continúa y por lo tanto, el riesgo de perder esta inversión vuelve a sobrevolar.

En aquella ocasión, la pérdida de la Agencia Europea del Medicamento supuso perder 900 puestos directos de funcionarios y un ir y venir de cerca de 35.000 especialistas del sector farmacéutico a lo largo de cada año. Con sus consiguientes viajes, gastos, comidas, hoteles, etc.

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