Fundador y presidente de Frente Obrero

Roberto Vaquero: «Expulsaría a los musulmanes radicales y les prohibiría construir mezquitas»

"Lo que la izquierda está haciendo ahora me parece degenerado, decadente"

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Se llama Roberto Vaquero, es escritor, geógrafo, historiador, está preparando el doctorado por la Universidad de Valencia, ha escrito múltiples artículos y libros, y ha dado vida y preside el Frente Obrero, un partido político que dice ser «una organización que lucha por ser la voz de los trabajadores en España». Comunista, marxista, de adolescente y universitario, militó en diferentes organizaciones de izquierdas (mientras trabajaba en lo que podía, incluido maletero en el aeropuerto). Lo hizo con ilusión en esas proclamas de izquierdas hasta que el desencanto le llevó a abandonarlas con convicción ante la degeneración ideológica y política que en ellas encontró.

«La izquierda en general ha ido abandonando la lucha de clases para defender las supuestas minorías y opresiones», reconoce en esta entrevista. Le parece degenerado y decadente lo que está haciendo la izquierda. «Eso de la izquierda y de la derecha pasó a mejor vida hace tiempo, y el juego del columpio que enuncia Clouscard no es más que otra forma de aparentar cambios para que bajo ningún concepto nada cambie en realidad», escribía hace poco.

Le indignan los populismos refiriéndose a ellos como «la dictadura de lo políticamente correcto». «Pobre de ti, si te atreves a levantar la voz contra lo que dicta la corriente mainstream», exclama en uno de sus artículos. Lo ha hecho muchas veces. Casi tantas como intervenciones en público.

Sobre las cuestiones candentes de la inmigración y el feminismo, habla claro: «La política migratoria es una inmundicia, va en contra del interés del país. Parece que no se puede hablar de la violencia que ejercen los inmigrantes. Si la manada es de Sevilla, el caso y los nombres salen en todos los sitios; si es de marroquís, nadie habla».

Lo argumenta con serenidad, y con la misma dosis de determinación añade: «El umbral de inmigración se ha excedido cuando empieza a segregarse a la gente y viven al margen de la sociedad». Nos cuenta que en su barrio San Nicasio (Leganés) las chicas tienen miedo de andar solas por la calle a partir de determinada hora. Hay numerosas peleas con musulmanes. Dice haber estado amenazado de muerte varias veces por ellos y no sentir miedo. Mirándole, se le cree. Tiene claros sus ideales y reconoce que, si tuviera que morir por defenderlos, lo haría.

Por eso se atreve a criticar el modelo migratorio y construye enunciados con sujetos, verbos y predicados aderezados de adjetivos sin tapujos. «Tenemos un modelo migratorio que nadie ha votado y que nos imponen mediante relatos propagados por medios de comunicación, influencers e inversiones millonarias en propaganda y adoctrinamiento por parte de Gobierno y empresas (…).

Para afrontar la cuestión migratoria hay que dejar los relatos fantasiosos construidos por serviles al poder e ir a los datos, a los hechos, dejando moralismos impostados, aparte, el futuro del país y de las nuevas generaciones está en juego, no podemos andarnos durante más tiempo con tonterías. Es necesario tomar medidas drásticas, además cuanto antes. Si no fuera por la financiación que reciben los individuos que defienden el mito del racismo en España hace tiempo que ya ni existirían», afirma en su artículo 131.188 razones.

El feminismo lo aborda con la misma nitidez: «Busca la discriminación positiva para una élite de mujeres. Hay mujeres muy válidas que merecen los mejores puestos. Lo que me molesta es que se coloque a las que no valen por el mero hecho de ser mujer. Esto es lo que me viene a la cabeza cuando veo a Ione Belarra. La labor más contraria a la mujer que se ha hecho en este país la ha hecho el ministerio de igualdad».

Respecto a Irene Montero y su definición de mujer, la que pondría en la RAE (que por si usted no la recuerda, se la transcribo aquí (no vaya usted a pensar que no sé escribir; copio literal): «Tener una posición en la sociedad de desigualdad frente a los hombres más que tener características biológicas o femeninas por excelencia que nadie sabe listar». Roberto Vaquero concluye que «Irene Montero no sería mujer». Mujer o no, como atenuante o como agravante —a su gusto lo dejo—, aclararemos que improvisó la definición (ya sabe usted: cuatro años no son tantos y el tiempo se pasa volando).

A Irene Montero la conoce bien. Y a Pablo Iglesias y a Íñigo Errejón. Lo hizo en la Facultad de Ciencias Políticas. Alguna vez ha contado que fue el único alumno que, cuando Pablo Iglesias dio clases imitando una escena de El club de los poetas muertos, no se subió a la mesa. No le gustaba lo que veía. Sigue sin hacerlo. Piensa igual. Y nos confiesa que muchos de los que lo siguieron fielmente en Podemos se arrepienten y «lo consideran una rata traidora». «Pablo Iglesias es un fantasma. El personaje se ha comido a la persona y lo ha sustituido». «La gente de Podemos y de Sumar me parece más sistémica que la derecha. Defienden a las grandes empresas», afirma Roberto Vaquero seguro de sus palabras.

Es lo que considera que hace Yolanda Díaz. «Creo que está buscando colocarse. No piensa en los derechos de los trabajadores». Y concluye: «vende humo». Por eso le gustan menos Yolanda Díaz, Pablo Iglesias, Irene Montero y compañeros, que Núñez-Feijóo o Santiago Abascal. Se rebela contra las categorizaciones y explica que «la izquierda intenta que lo que se salga de su pensamiento único, sea considerado fascista». Polarización que ha llevado a «una distorsión de los términos fascismo, socialismo y comunismo».

En cuanto a Pedro Sánchez, por si se pregunta usted qué opina, le saco de dudas: «Me parece un mercenario. Ha vendido lo poco de soberanía que le quedaba a España. Tenemos un presidente muy débil que cede constantemente con tal de mantenerse en el poder».

A este respecto, considera la Ley de Amnistía una «cesión nauseabunda» y afirma que «en España no hay independencia judicial». Le recomiendo a usted la entrevista de José María Macías, vocal del CGPJ, aquí, en El Foco, aclarando la imprescindible labor que están realizando jueces y fiscales, y su análisis de la democracia y el Estado de Derecho en nuestro país.

Confiesa que le preocupa que, pese a todo, Sánchez pueda volver a ganar unas nuevas elecciones porque «la derecha no ha sabido articular un movimiento amplio contra el PSOE».

Analiza la sociedad, sus valores, al hombre de hoy, su masculinidad, las cualidades valoradas y las denostadas; lo hace ajeno a los límites (ya muros) de lo políticamente correcto. «Hoy todo es tóxico, la masculinidad más que cualquier otra cosa, cualquier cuestión que no encuadre con el pensamiento único del sistema que nos empuja a ser cada vez más débiles, estar más aislados y a consumir de forma frenética es la pura esencia del mal, debe ser criminalizada y perseguida con todas las fuerzas posibles (…).

El sacrificio y la lucha personal por dar la mejor versión de uno mismo, por conseguir la excelencia en aquello en lo que elija invertir sus capacidades son cosas de otra época. No hablemos ya de tener valores, principios, palabra y lealtad. Estas cualidades siempre han sido dignas de elogio, para la mentalidad actual son dignas de un cromañón», explica en su artículo El hombre blandengue.

Puede que lo sepa (por si no es así, le cuento), le quita el sueño el tema del islam, la inmigración masiva, la sustitución étnica. «No hay que permitir que se islamice nuestro país». Por ello, en 2016 fue detenido en la operación Valle. Su partido, el Partido Marxista-Leninista (Reconstrucción comunista) fue ilegalizado y estuvo internado cuarenta y nueve días en la cárcel en régimen antiterrorista FIES 3 por organizar una brigada para ir a combatir al Estado islámico.

Fue absuelto del delito de organización criminal, su condena final fue revisada a la baja por el Tribunal Supremo y posteriormente suspendida. Mira atrás y reconoce que «lo volvería a hacer, pero mejor». No le importan las consecuencias, está dispuesto a luchar por la integridad de España, los derechos de los trabajadores, la igualdad real de hombres y mujeres, y la seguridad ciudadana. En esta entrevista cuenta las principales medidas que adoptaría. Aquí le dejo algunas:

  • Deportaría a todo el mundo que está de forma irregular e impondría un bloqueo naval.
  • Eliminaría visados y ayudas a inmigrantes ilegales.
  • Fomentaría la cultura española en todo el territorio nacional.
  • Eliminaría las pagas y fomentaría el trabajo
  • Expulsaría a los musulmanes radicales, dejaría de financiarles y les prohibiría construir mezquitas
  • «Haría una regulación de redes sociales, acceso según edad, no digitalizar la educación y prohibiría el adoctrinamiento».
  • «Tumbaría todas las leyes feministas que se han aprobado por el ministerio de igualdad».
  • «Reduciría la burocracia. Hay muchos gastos que es doblan y eso no tiene sentido»
  • En cuanto a los impuestos, los considera excesivos, aunque el verdadero problema no considera que radique ahí, sino en qué se usan.
  • Considera que el Senado no tiene ningún sentido y en el Congreso hay el doble de gente de la que debería haber.

Una entrevista sin desperdicio.

 

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