El Rey: «No podemos permitir que la discordia se convierta en ruido de fondo»
El Rey critica la "contienda política atronadora" y reclama "serenidad" en el debate público
Es habitual que el Rey se refiera en su discurso de Navidad al escenario político, marcado por un Gobierno a la deriva, rehén de los pactos con el separatismo, y por una legislatura agónica. Felipe VI ha tenido críticas para el tono del debate público. Ha reclamado «diálogo» entre los dirigentes, hoy imposible por la incapacidad de Pedro Sánchez de entenderse con el adversario político.
Don Felipe ha señalado que «un pacto de convivencia se protege dialogando» y que «ese diálogo, con altura y generosidad, debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado». «Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad», ha enfatizado.
El monarca ha instado a la «serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan». Porque «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía», ha insistido.
Defensa de la Constitución
El Rey se ha detenido en la férrea defensa de la Constitución, amenazada por Sánchez y sus socios. Felipe VI se ha erigido como su gran garante, símbolo de la estabilidad y marco de la convivencia política de todos los españoles.
Tras recordar que «nuestra gran referencia en España es la Constitución de 1978, su letra y su espíritu», y que «el acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró», ha extraído Don Felipe una nueva reflexión: «Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho».
El Rey ha emergido de nuevo como el símbolo de la estabilidad institucional ante la convulsión política. Su figura representa el espíritu de unidad del 78 y es imagen de los consensos que hicieron posible la democracia española. En tiempos de alta fragmentación, con el Ejecutivo de Pedro Sánchez entregado a los partidos que aspiran a romper el régimen constitucional, el monarca enseña una vez más el camino: «A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad».