La Policía Nacional dedica 900 agentes durante el puente sólo a vigilar los botellones de Madrid
Los botellones no son de su competencia, pero las denuncias de apuñalamientos y agresiones sexuales les obligó a intervenir
Fuentes policiales confirman a OKDIARIO que el 99% de los participantes han sido menores españoles de entre 14 y 17 años
La Policía detiene a 55 jóvenes por robos y altercados en un macrobotellón en el parque del Oeste
Las discotecas vuelven a la normalidad en Madrid mientras siguen las detenciones por los botellones
El puente del 12 de octubre en Madrid está siendo especialmente complicado en materia policial desde que se decidió reforzar la seguridad de las Fiestas del barrio del Pilar, tradicionalmente complicadas desde el punto de vista de la seguridad, hasta el macrobotellón celebrado la madrugada del domingo en el Parque del Oeste, donde fuentes policiales aseguran haber cuantificado la asistencia de miles de personas. El problema es que por diferentes circunstancias la Policía ha tenido que dedicar efectivos a labores que han ido mucho más allá del simple apoyo logístico a quien debería haber soportado el peso de esta actuación contra los botellones: la Policía Municipal de Madrid. Casi un millar de agentes han dejado de estar en otros lugares de la ciudad y de la región para atender la seguridad de los chavales que han salido de fiesta este puente por Madrid.
Si nos centramos en el macrobotellón del Parque del Oeste se puede entender un poco mejor lo que ha llevado a la Policía Nacional a tener que ocuparse de un negociado que habitualmente no le incumbe. El botellón es una infracción que debe resolverse a través de una sanción administrativa y que, además, requiere de la intervención directa de la policía local de turno, en este caso la Policía Municipal de Madrid. Sin embargo, en el botellón del Parque del Oeste se dieron avisos de presuntas agresiones sexuales y agresiones con arma blanca. De hecho, varios medios de comunicación han mencionado la presunta presencia de bandas organizadas compuestas por menas y latinos armados con machetes para hacer su agosto aprovechando la afluencia de jóvenes al botellón.
“Ni bandas organizadas, ni un arsenal de armas ni cientos de menas cazando chavales de botellón”, explica a OKDIARIO un miembro del Cuerpo Nacional de Policía presente en uno de los botellones, el del Parque del Oeste. “Lo que vimos allí fue, al 99%, menores españoles, de entre 14 y 17 años, sin ningún miedo al principio de autoridad y queriendo que la presencia policial formara parte de su fiesta”. Este operativo policial explica que se intervino “algún arma blanca”, que de las dos presuntas agresiones sexuales denunciadas no se pudo acreditar ninguna de ellas y que claro que hubo menores no acompañados y latinos, pero en gran minoría con respecto a los asistentes al botellón.
¿Dónde estaba la Policía Municipal?
Pero es que hay que añadir un problema mayor, y es el policial. Si dedicas casi un millar de agentes del Cuerpo Nacional de Policía a controlar botellones, ¿significa eso que la Policía Municipal de Madrid no puede hacerse cargo? «Pueden encargarse sobradamente. Tienen medios y formación más que de sobra para hacerlo. Como siempre es un problema de gestión de recursos. El sábado los policías nacionales nos dedicamos a desalojar el Parque del Oeste y la Policía Municipal de Madrid tenía que cerciorarse de que las personas no volvieran a entrar. A las tres y media de la madrugada había un par de patrullas de Policía Municipal con dos parejas de agentes para llevar a cabo ese cometido. Si no había más es porque sus superiores los han retirado de la zona”, explica la fuente policial consultada por OKDIARIO.
“No hace falta generar alarma sobre lo que sucede en un botellón porque la actitud de los chicos que asisten ya es bastante preocupante. ¿Tú has visto venir alguna vez a un agente de la Unidad de Intervención Policial hacia ti? Su aspecto y su tamaño imponen. El sábado los chicos los esperaban encaramados a las señales de tráfico para arrojarles botellas”, explica el agente que además recuerda una anécdota que resume muy a las claras la situación real de los botellones y sus asistentes. “Mientras yo mismo atendía a un herido a mi lado pasó una chica, española, con no más de 16 años. Estaba hablando con una amiga y le decía: ‘Tía, ha venido la Policía y nos han tirado gas lacrimógeno. Ha sido súper divertido. Tenías que haber venido’. Y ese es el verdadero problema”, sentencia.
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