Podemos plantea un «Tinder del trabajo» que asigne el empleo público y privado sin evaluar el curriculum
Podemos ha hallado la fórmula perfecta para que sus cuadros encuentren un empleo: ocultar su curriculum y obligar a no tener en cuenta el de los demás aspirantes a los puestos de trabajo. La brillante idea ha sido debatida en la fundación del partido de Pablo Iglesias, el Instituto 25M. Y allí se ha reclamado “una versión no neoliberal del Tinder del trabajo”. Es decir, una herramienta que “conecte a empresas con trabajadores” pero sin tener en cuenta “su historial laboral y educativo”, porque, según los podemitas, el curriculum está “condicionado por las desigualdades que muchas personas experimentan al nacer”.
El Tinder laboral de Podemos quiere asignar los puestos de trabajo públicos y privados saltándose el mérito y la libertad de los empresarios para elegir a quien prefieran. Podemos lo quiere hace por medio de “un espacio digital para poner en contacto las capacidades e intereses de los trabajadores con las necesidades y los proyectos incipientes del sistema productivo”: su Tinder del trabajo. Una plataforma que es de temer que la pretenden controlar ellos mismos.
Las ansias controladores de Podemos no acaban ahí. También quieren llegar a la nacionalización masiva de la industria: “La única forma de recuperar el control democrático de las plataformas industriales es la propiedad colectiva de estas infraestructuras por parte de las trabajadoras y trabajadores, quienes deben tener la capacidad de organizarse en distintos Consejos para diseñar la producción”, señala el documento de trabajo sobre la ‘Economía Política del Capitalismo Digital en España’ elaborado por la fundación de Podemos. Y, como añade el informe, “nada de ello puede suceder si el mecanismo principal que regula la vida en sociedad, el consumo o las actividades productivas se encuentra sujeta a las lógicas corrosivas del mercado y el sistema de precios”. Traducido: que nada debe dejarse a la libertad de consumidores y empresarios. Todo debe ser controlado por los sistemas comunistas de planificación de la economía y de colectivización de la productividad.
“Dicha desmercantilización sólo puede lograrse mediante un comportamiento altruista y orientado hacia fines sociales justos, como la redistribución de la riqueza, no a través de la explotación y alienación que caracterizan a la concentración de capital, sublimado por la uberización del trabajo. De este modo, tanto la rentabilidad como fin último del funcionamiento del sistema como la salvaje competencia entre los trabajadores serán sustituidas por conductas orientadas por una ética del bien común”, añade el documento al más puro estilo de una comuna hippie.
Porque, según el brillante documento, estos mecanismos “no sólo expulsarán al mercado, sino que permitirán diseñar tiempos de trabajo acordes con los intereses de cada persona”. Es decir, que cada cual podrá trabajar lo que quiera.
Por ello, “debe crearse una jerarquía de competencias de cada trabajador. El fin no es cuantificar a los sujetos para expulsar a los menos eficientes o productivos, sino incentivar mediante bonos extra que cada persona se especialice en un área concreta y desarrolle esta función el mayor tiempo posible. Desde luego, ello implica otorgarle una nueva cualidad y libertad al trabajador para que encuentre su propia motivación en el entorno laboral que considere más oportuno para realizar cada tarea”. Y el empresario, por lo visto, deberá estar callado viendo como los trabajadores se “desarrollan” y él les paga. Porque Podemos así lo ha visionado.
La guinda a este Woodstock laboral la pondría “un sistema cooperativo de trabajo en plataformas. Esta sería una versión no neoliberal del Tinder del trabajo, es decir, no conectaría a empresas con trabajadores de acuerdo a su historial laboral y educativo (siempre condicionado por las desigualdades que muchas personas experimentan al nacer), sino que crearía un espacio digital para poner en contacto las capacidades e intereses de los trabajadores con las necesidades y los proyectos incipientes del sistema productivo”. Y, por supuesto, “todas las administraciones y empresas con participación pública deberán volcar sus ofertas de empleo en esta aplicación”.
Curriculum fuera, que llega la designación profesional por Tinder. Por el Tinder de Iglesias y sus expertos. Porque “fomentar espacios de invención también implica dinámicas distintas de trabajo donde hasta los datos generados mediante la más inconsciente de las decisiones ocurra en un ecosistema libre de la explotación y alienación capitalista”. Neuronas al poder.
Plan comunista
Toda esta catarata de ideas geniales procede de la fundación de Podemos, que ha cerrado el año debatiendo el futuro de la economía española. Y las indicaciones de este denominado Instituto 25M desvelan abiertamente un plan comunista basado, también y como ya ha publicado OKDIARIO, en la “nacionalización de los sueldos” y la generación de una “política industrial estatista”. Traducido: nacionalizar la economía para que el Estado -es decir, ellos- pasen a tener un control directo de la actividad empresarial. Comunismo puro, o, dicho de otra manera, Venezuela. Y todo ello, aprovechando el coronavirus.
Determinados economistas han hablado durante el avance del coronavirus y el destrozo en paralelo de la economía española de un plan de Podemos para hacerse paulatinamente con el control de la actividad económica y empresarial. Estas voces críticas han alertado de que la falta de apoyo a las empresas y autónomos responde a un deseo de pasar a una economía subsidiada que dependa del Estado y no de la actividad y el trabajo privados.
Y, más allá de opiniones, lo cierto es que el porcentaje de ayudas a las empresas de España se sitúa a años luz del prestado por países como Alemania, Francia o Italia; que España es el país que registra el mayor desastre económico por el Covid, según la OCDE; y que un documento de la fundación de Podemos que ha publicado OKDIARIO habla abiertamente de que el Covid ha permitido el inicio de la “nacionalización de los salarios” a través de los ERTE y que, según el partido de Pablo Iglesias, “una política industrial estatista adecuada al siglo XXI y sus retos es la única alternativa”.
El documento ha sido elaborado por el “Instituto 25M”. Un informe “de trabajo como punto de partida de la necesaria discusión sobre soberanía tecnológica”. Y un “documento que quiere ser un disparador de las reflexiones que han tenido lugar dentro del Seminario ‘Soberanía tecnológica: Democracia, datos y gobernanza en la era digital. Alternativas al capitalismo desde el sur’, organizado por el Instituto entre el 15 y el 18 de diciembre de 2020”.
El Documento ha sido firmado por Ekaitz Cancela y Aitor Jiménez y el organismo de Podemos, tras señalar que su contenido puede no responder “necesariamente a las opiniones del Instituto 25 M”, admite que lo hace suyo “como un documento de discusión”.
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