Iglesias activa su agenda paralela al margen del Gobierno para recomponer la mayoría de la investidura
Pablo Iglesias no quiere tener que pactar nada con los partidos de la derecha. No quiere ni sentarse con ellos. Sabe que, de dejar descansar la legislatura en el Partido Popular y Ciudadanos, sus políticas populistas y comunistas se verían seriamente limitadas. Para evitar eso, mientras en el PSOE intensifican los contactos con C’s y se acercan tímidamente al PP, él construye su agenda paralela propia para recomponer la mayoría de la investidura y garantizar así la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y la estabilidad de la legislatura.
Con el fin de acercarse de nuevo a Esquerra Republicana, el PNV, EH Bildu e incluso Junts per Catalunya, el vicepresidente segundo, de forma unilateral y por libre, ha intensificado sus contactos con los representantes de estas formaciones políticas. Con los portavoces de los grupos en Madrid habla directamente él mismo en la capital o sus líderes en el Congreso Jaume Asens y Pablo Echenique por delegación suya.
Con otros, como con el preso Oriol Junqueras, mantiene un contacto virtual a través del teléfono móvil. Algunas fuentes también dicen que ese contacto existe con Carles Puigdemont, un extremo que ni confirman ni tampoco desmienten en el entorno de ambos líderes. En Podemos creen que «hay posibilidades» de volver a sumar todos sus votos y no tener que depender de esta forma de otros partidos ideológicamente muy diferentes al suyo y que no le permitirán desarrollar sus planes de forma completa.
Así, mientras el líder de Podemos desarrolla una nueva agenda paralela muy acotada a la oficial del Gobierno, la vicepresidenta primera Carmen Calvo y el secretario general de la presidencia, Félix Bolaños, trabajan intensamente para que las posibilidades de pacto se amplíen al máximo entre los distintos grupos representados en el Congreso de los Diputados. En Ferraz no descartan a nadie con tal de dar recorrido a una legislatura que en medio año ha peligrado ya en alguna ocasión.
Con Ciudadanos es con la formación política con quien hay más sintonía a fecha de hoy en la parte socialista del Ejecutivo. Tras pactar las últimas prórrogas del estado de alarma y las conclusiones de la comisión para la Reconstrucción, Moncloa y los naranjas, han intensificado sus contactos y negociaciones de cara a abrir una nueva vía de colaboración permanente que de una cierta estabilidad a Gobierno que, a menudo, pende de un hilo.
Diferencias públicas
Las discrepancias en el seno de la coalición sobre a quién agarrarse para sacar adelante las cuentas han llegado ya al foco público. El vicepresidente segundo, en un acto de su partido al que asistía como miembro del Ejecutivo, descartó aprobar los presupuestos con los partidos de la derecha. El día siguiente la ministra de Hacienda y Portavoz, María Jesús Montero, se veía obligada a rectificar a Pablo Iglesias y no ponía vetos a nadie.
Ese rifirrafe provocó un almuerzo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el Palacio de La Moncloa para intentar limar las diferencias respecto sus socios de Gobierno. Las cosas no son fáciles. Los podemitas se niegan a firmar más acuerdos con los de Inés Arrimadas o Pablo Casado. Se sienten incómodos y electoralmente, cuando más de uno habla ya de elecciones avanzadas, ir del brazo de la derecha puede acabar de liquidar la representación de Podemos.
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