El obispo de Mallorca se va de retiro al Monasterio de Lluc tras colarse en la vacunación
Ha sido una semana muy dura para el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, desde que el pasado lunes OKDIARIO destapó en exclusiva que se había saltado las listas para recibir la vacuna contra el Covid en la residencia de sacerdotes jubilados de Sant Pere y Sant Bernat pese a que a sus 73 años no entraba en ninguna de las listas de riesgo incluidas en el protocolo sanitario.
Una vez descubierto Taltavull dijo primero que se había inyectado la primera dosis “como un ejemplo de bondad”. Como eso no coló, el mismo lunes por la noche el Obispado remitió una nota pública en la que el máximo responsable de la iglesia de Mallorca pedía disculpas.
A partir de ahí el entorno del obispo diseñó una verdadera estrategia de película para proteger en la medida de lo posible su imagen. Para empezar retrasó de martes a miércoles la inyección de la segunda dosis para de esta manera burlar a los fotógrafos que estaban apostados en la puerta de la residencia. Además, el martes por la noche, aprovechando la oscuridad, se trasladó del Palacio Episcopal a su habitación en la Casa de la Iglesia de Sant Pere y Sant Bernat para amanecer ya en el mismo lugar al que iban a acudir los sanitarios a vacunar al resto de sacerdotes jubilados. Así recibió el segundo pinchazo, el que le dotaba de inmunidad contra la enfermedad.
Desbordado por los acontecimientos, el Servicio de Salud de Baleares tiró balones fuera asegurando que “no podía controlar” si alguien se vacunaba fuera de las listas. Una explicación peregrina para proteger a uno de los más firmes defensores de la política catalanista del Govern. En entrevistas recientes Taltavull no había vacilado en calificar como “mentes obtusas” a todos aquellos que defienden la identidad propia del mallorquín sobre el catalán estándar que pretende imponer Francina Armengol.
La semana acaba con el retiro voluntario del obispo al Monasterio de Lluc, donde de momento ha decidido pasar el fin de semana. Eso sí, siguen conociéndose detalles del proceso de vacunación, que no sólo le involucró a él, sino también a los dos sacristanes que le acompañan en sus celebraciones litúrgicas en la catedral de Palma, ambos sin haber cumplido todavía 50 años de edad, y que también han recibido las dos dosis. Resulta muy difícil creer que el Servicio de Salud de Baleares haya podido ser engañado de tal forma. No una, sino tres vacunas fuera de las listas. ¿Hay alguien que se pueda creer eso?
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