Hispanoamérica

Marcelo Gullo: «La leyenda negra desde el punto de vista historiográfico ha sido pulverizada»

El historiador es el autor de 'Madre Patria', 'Lo que América le debe a España' y 'Nada por lo que pedir perdón'

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Luis Balcarce

El célebre académico argentino Marcelo Gullo (Rosario, 1963), es un férreo defensor de la Hispanidad como andamiaje sociocultural entre España e hispanoamérica. Tan es así que sus libros Madre Patria, Lo que América le debe a España o Nada por lo que pedir perdón, son una enmienda a la llamada leyenda negra española, una versión histórica de España que carga contra su conquista y evangelización en las Américas.

Gullo se precia de haber sido uno de los historiadores que ha «pulverizado» este relato contra España y afirma que la gesta del imperio español ayudó a millones de indígenas y propició el desarrollo del continente americano mediante la construcción de cientos de hospitales, universidades y catedrales. «La misión era evangelizar. Primaba lo espiritual sobre lo material», explica.

P.- ¿Cómo ve lo que están diciendo desde el Gobierno de España sobre que hay que descolonizar los museos? También hablan como si América hubiese sido una colonia y que tenían a los americanos atados de pies y manos y bajo un régimen de esclavitud abominable.

R.- Lo primero que hay que decir es que América nunca fue una colonia de España. Nunca hubo una relación metrópoli-colonia. La relación metrópoli-colonia típica es la relación de un estado que llega a un lugar, este no va a dejar nada ahí y lo que va a hacer es tratar de usufructuar la riqueza de allí para llevársela ¿Cómo podemos comprobar históricamente que no hubo relación metrópoli-colonia? Varios puntos. Punto número uno: cuando una metrópoli hace colonias, lo que crea son ciudades en la costa y puertos, nunca en el interior. ¿Por qué? Porque está preparada para irse de forma inmediata ante cualquier rebelión. No se aventura a crear ciudades en el interior.

El hecho de crear ciudades en el interior es que uno no está ahí para saquear e irse, sino para quedarse. Tiene una decisión de quedarse, de fundirse con el otro. Y cuando uno observa las 40 ciudades maravillosas que hay en Hispanoamérica que fueron creadas por España, están todas en el interior del continente. Es cierto, Buenos Aires no está en el interior y Lima tampoco. Pero en esa época las principales ciudades no estaban en las costas. Buenos Aires era, hasta 1810, una aldea de barro. Estaban en el interior de Bogotá, Cali, Quito, Riobamba, Junín, Ayacucho, Cuzco, Cochabamba, La Paz, San Salvador, Jujuy, Salta y Santiago y Santiago del Estero. Por el contrario, Inglaterra creaba ciudades en la costa, nunca se aventuraba tierra adentro. ¿Qué hacía Portugal? Lo mismo. ¿Qué hacía Francia? Lo mismo. España no.

Punto número dos. El colono, con una relación metrópoli-colonia, no se mezcla con el autóctono, está ahí para irse. Pero la decisión extraordinaria de Isabel la Católica dice: «Cásense españoles con indias». ¿Qué quiere decir esto? Que cuando se une el que está con el que llega no hay relación metrópoli-colonia. Tenemos el ejemplo de Inca Garcilaso de la Vega de padre soldado español y de madre princesa quechua. Hablaba quechua, hablaba español, hablaba latín y escribía en las tres lenguas. Jefferson también tuvo hijos mestizos con una esclava negra, pero Jefferson nunca reconoció a su hijo, que fue siempre esclavo.

Además, cuando hay relación metrópoli-colonia, yo no me preocupo del otro. ¿Y qué hacen los curas que iban allá? Se encuentran con las poblaciones indígenas que no saben leer ni escribir. No tienen gramática. Y les dicen: «Bueno, vamos a hacer una cosa. Vamos a pasar sus lenguas a lengua escrita, vamos a enseñarles a escribir en sus propias lenguas y les vamos a dar una gramática». Por eso, la gramática quechua no la hicieron los incas, porque no sabían leer ni escribir. La hicieron los curas, que le dan una gramática que posibilita que haya literatura en quechua. Quince o veinte años antes que la gramática inglesa y alemana. Lo mismo pasa con el náhuatl en México.

Siempre que digo esto en clase me dicen: «Profesor, pero está equivocado, pues se llevaron todo el oro de América». Y ahí yo digo: España en ese momento solo se llevaba el 20% de lo que ganaba en América. El resto quedó en América. Y ahí están las iglesias, universidades, catedrales y hospitales. Entonces me dicen: «Profesor, seguro que esas universidades estaban para enseñarles a ser súbditos fácilmente dominables que consienten todo». Podría ser, pero hay un problema que tenemos que estudiar. ¿Qué doctrina política se enseñaba en esas universidades? La doctrina política que se enseñaba era la de la escuela de Suárez que decía que el poder viene de Dios. ¿Pero qué decían los franceses y los ingleses? El poder viene de Dios y Dios se lo da al rey. Y entonces el rey no responde ante nadie. Y en España Suárez dice no. El poder viene de Dios. Dios se lo da el pueblo, el pueblo al rey. Y si el rey no cumple con el bien común y se convierte en un tirano, entonces el pueblo tiene derecho a la revolución y al tiranicidio. Es decir, ¿qué metrópoli va a enseñarle a los colonos que si el rey no gobierna en su beneficio tienen derecho a sacarlo a patadas? Ninguna.

P.- Marcelo, te trae aquí la presentación de una película, Hispanoamérica, la película de José Luis López Linares. Cuéntanos que nos puedes adelantar.

R.- Primero que es una película maravillosa. Yo creo que cada español de buena voluntad que la vea se va a emocionar. Segundo, que técnicamente creo que es la mejor película, el mejor documental que ha hecho José Luis López Linares en su vida, que ha hecho muchísimos y de excelente calidad, pero en este creo que es su obra máxima en materia de imágenes, pero también en materia emocional y de contenido. José Luis en este documental no se va a dedicar a refutar la leyenda negra, sino a ver qué es Hispanoamérica, que es fruto del encuentro, de un encuentro de amor entre los que estaban y los que llegan. ¿Y eso se va a ver en donde? Fundamentalmente en la música, en el arte, porque el arte es la expresión de una sociedad y de una persona.

Si tú estás atemorizado tu arte va a expresar el terror, va a expresar violencia. Pero cuando ves un arte maravilloso como es el barroco, cuando ves la música barroca, que es toda alegría, quiere decir que esas poblaciones estaban alegres. Es lo que expresaban. El barroco es la gran filosofía que España lleva a América. Una filosofía difícil de comprender para el hombre moderno español, porque primaba lo espiritual sobre lo material. El hombre no estaba con una ansiedad por hacerse rico. La misión de España que tenían los conquistadores en su cabeza era la misión evangelizadora, el fundirse con el otro, evangelizarlo. Y ahí nace una cultura extraordinaria hispanoamericana, el barroco hispanoamericano. Y todo eso lo muestra José Luis en la película.

P.- ¿Tenemos fecha de estreno?

R.- Sí, el 12 de abril en los cines de Madrid y creo que también en otros cines de España.

P.- ¿Cómo ves la idea de Hispanidad? ¿De cuánta salud goza la idea de Hispanidad?

R.- La leyenda negra desde el punto de vista historiográfico nosotros la hemos destrozado, es decir, está pulverizada. Otra cosa es que políticamente sigan insistiendo y sigan mintiendo. Aplicando la política de Goebbels: miente que algo queda. Pues eso lo continuarán haciendo. Pero desde el punto de vista historiográfico la leyenda negra ha sido pulverizada. Yo me precio de haber contribuido a eso con tres obras Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón y Lo que América le debe a España. Ahora que esa leyenda negra ha sido pulverizada científicamente, tenemos que centrarnos en que los españoles ya no tengan más complejo de culpa y se reencuentren con los hispanoamericanos en una cultura común que es nuestra cultura. Claro, con diferencias, por supuesto, porque hay asturianos, hay valencianos, hay catalanes, hay vascos, hay gallegos y hay colombianos, argentinos, chilenos, cada uno con su particularidad que enriquece al conjunto. Ahora lo que tenemos que rescatar es la cultura más maravillosa del mundo, ¿por qué? Porque nosotros tenemos un sentimiento de inferioridad, como los anglosajones se desarrollaron más rápido en base a la esclavitud, en base a la explotación y nosotros nos quedamos un poco de rezagado en materia económica eso nos creó un complejo de inferioridad, como que la otra cultura fuese mejor que la nuestra. Y desde el punto de vista cultural, que se puede decir objetivo, nuestra cultura es la más maravillosa de todo Occidente.

P.- ¿Incluyes A Portugal y a Brasil también?

Si lo incluyo porque no hay que olvidarse que la Hispania romana abarcaba tanto a lo que hoy es España como lo que es Portugal. Por eso el más grande hombre, la literatura portuguesa, que es Luis Vaz de Camoens, cuando se enojaba, le decía a los castellanos: «Españoles somos todos». Y el Brasil queda incluido junto con Portugal en eso. El momento de mayor gloria de la Hispanidad es cuando se une la monarquía portuguesa con la monarquía española, con Felipe II en 1580. Pero eso tiene un final trágico que es 1640, cuando el duque de Braganza, por orden de los ingleses, se subleva y realiza la independencia de Portugal, que fue una operativa británica. A partir de ese momento, claro, esa nueva élite portuguesa, aliada con los ingleses, comienza una campaña de odio, de prédica, del odio hacia España, sobre el pueblo portugués y eso causó resquemores, resentimientos, odios. Pero en el fondo del pueblo portugués y el pueblo brasileño está la Hispanidad.

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