Crónica del día

La investidura de Sánchez cada vez más difícil

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez y Carmen Calvo en el Congreso de los Diputados. (Foto: Francisco Toledo)

«La investidura está más difícil que ayer pero menos que mañana». No es un mal remedo de la hortera medalla del amor, es la impresión que pregonan -ya no se callan- mucho críticos en el Partido Socialista. Hay tres elementos que reflejan, según ellos, está constancia; el primero, el fracaso de Pedro Sánchez en las pasadas elecciones que convocó para salirse del mapa electoral y se quedó en una victoria pírrica; el segundo, la sentencia de los ERE que, siguiendo esta opinión, ha dejado «anonado» a un partido al que algunos abogados habían profetizado una resolución mucho más blanda; y la tercera, los obstáculos que está encontrado el aún presidente para conformar una mayoría cara a la sesión parlamentaria del próximo día 16. Diga lo que diga el infortunado Ábalos (entre ridículo y patético) el dictamen final de la Audiencia de Andalucía ha afectado muy directamente al PSOE; «Ha roto la marca», dice al cronista un veterano militante que estos días se ha venido dedicando a buscar una alternativa a Sánchez.

Y es que, en efecto, la «marca PSOE» se ha quedado resentida, por más que, en un ejercicio de hipocresía y también de vileza política, Pedro Sánchez y su monaguillo de cabecera hayan volcado la culpabilidad de la enorme corrupción andaluza sobre los hombros de Susana Díaz, la todavía secretaria general en la región. Los socialistas antiSánchez tampoco es que la libren de toda culpabilidad: ella fue vicepresidenta con el penado Griñán y estaba al tanto de las apestosa urdimbre que se había tejido para sisar al Erario 687 millones de euros. «Tanto lo sabía Susana -me insisten- que hizo todo lo posible para que el drama que ha acarreado esta sentencia no se produjera». Y añaden: «Primero, intentó que la juez Alaya no pudiera perseguir el escándalo, segundo, se negó a ofrecer a la instructora la documentación que esta le pedía, tercero, en una decisión que curiosamente ya nadie recuerda, retiró a la Junta de Andalucía que ella presidía de la acusación de los ERE». Por ella efectivamente no ha quedado y ahora lo va a pagar porque van a por ella. «Sánchez -esta es la verdad- quiere destronarle del todo».

Y, ¿qué pretenden Sánchez y los suyos en esta situación? Un periodista amigo de los que se sientan habitualmente en Moncloa lo aclara así: «Pues que pase el chaparrón, que la lluvia vaya a menos y que puedan ocuparse sobre todo de armar la investidura». Pero está cada día está más lejos. Es lo cierto, aunque Arrimadas no lo confiese de todo, que el Gobierno, probablemente Ábalos, se puso en contacto con ella con un: «Inés, ¿quieres que nos veamos?», pero también lo es que la presunta sucesora de Rivera no acogió el amago de invitación con mucha esperanza. Vamos, que dio largas a su interlocutor y, sea por esto o porque los ERE han revuelto claramente la agenda de La Moncloa, Arrimadas no ha vuelto a recibir noticia alguna del Gobierno. Y aunque la reciba será en vano. Girauta, un diputado que ha dejado de serlo y que ahora brama contra la antigua dirección de Ciudadanos viene advirtiendo: «Pero, ¿es que alguien cree que Arrimadas va a debutar como jefa del Grupo Parlamentario votando lo mismo que Podemos?».

Realmente nadie piensa en eso. Pedro Sánchez está abocado si quiere seguir siendo presidente o aceptar los escaños de ERC al precio de prometerles el oro de la independencia o a marcharse. El mismo confidente socialista que he citado líneas arriba me dice: «No cuenta con nadie más, su declive ha empezado y más pronto que tarde caerá». Quizá es una visión muy optimista (para los disidentes) del futuro inmediato, pero nadie le va a apoyar en su terca carrera por permanecer en el poder. El PP, que ha depositado en estas fechas toda la responsabilidad del análisis político en Egea, no alberga la menor duda: «con Sánchez, nada; con otro, ya veríamos». En lo mismo, lo hemos dicho, está el exiguo Ciudadanos. Le queda a Sánchez el voto de Revilla, un mentiroso crónico que a lo único que aspira es a ser el niño en el bautizo, y siempre le aguardarán los votos del PNV a quien la Audiencia Provincial de Alava va a arrastrar por el fango en sólo unos días mas. Y, claro estás, los sediciosos de ERC a los que Sánchez comprará para seguir montando en helicóptero. Pero incluso estos le pueden poner los cuernos. Al día de hoy la investidura está cada vez más difícil.

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