VIOLÓ Y MATÓ A SU PRIMA A MARTILLAZOS

Interior promete a un violador y asesino ser trasladado a una cárcel de mujeres si desarrolla «fenotipo femenino»

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Interior promete a un violador y asesino que lo alojará en una cárcel de mujeres si es más «femenino»
Manuel de Castro
  • Manuel de Castro
  • Candás, Asturias (1998). Es redactor de Investigación en OKDIARIO. Estudió Economía y Periodismo en la Universidad CEU San Pablo. Tras trabajar en Generali y Deloitte, pasó al periodismo de la mano de 7NN TV en 2021. También hizo el pódcast "Madrid, 11 de marzo", disponible en todas las plataformas. En mayo de 2023 ficha por OKDIARIO.

Jonathan de Jesús Robaina Santana, condenado a 38 años de cárcel, violó y mató a martillazos a su prima, Vanesa Santana, la noche del 4 de junio de 2018 en Betancuria, en la isla de Fuerteventura. Ahora dice sentirse «mujer» y los funcionarios de prisiones estarán obligados a llamarle Lorena salvo en los documentos oficiales. Además, deberá tener una celda para sí mismo «salvo orden de dirección expresa en contra». Por último, el violador no entrará en una cárcel de mujeres «mientras no haya una mayor progresión hacia el fenotipo femenino».

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En marzo de este mismo año, el secretario general de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, Ángel Luis Ortiz, reconoció en una respuesta desde el Portal de Transparencia que no hay protocolos específicos para la valoración de las solicitudes de traslado a cárceles femeninas de personas transexuales. Además, Instituciones Penitenciarias no revela si se han producido traslados de violadores a alguna cárcel de mujeres amparándose en que la ley protege «los datos de carácter personal de los reclusos relativos a opiniones políticas, […] a la salud o a la vida sexual, que hayan sido recabados para formularlos modelos individualizados de ejecución o los programas de tratamiento penitenciarios» salvo que exista el consentimiento expreso del encarcelado.

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Ya en su declaración ante el tribunal, Jonathan de Jesús Robaina utilizó por primera vez la excusa de sentirse mujer. En este caso, para quitarse la condición de violador y tener menos años de cárcel porque, según afirma, a él no le gustan las mujeres. Algo que no sirvió para librarle de la pena por agresión sexual, por la que le cayeron quince años de prisión. Más tarde, el Tribunal Supremo desestimó que sentirse mujer pueda ser un obstáculo para cometer una violación.

Los hechos

Todo ocurrió la madrugada del 4 de junio de 2018, cuando Jonathan de Jesús Robaina Santana se encontraba en su domicilio, en el Valle de Santa Inés, en Betancuria, isla de Fuerteventura. Su prima, Vanessa Santana, vivía en la misma calle junto con sus padres. Jonathan de Jesús Robaina estudió los horarios laborales de los padres de Vanessa. A las siete y cuarto de la mañana de ese fatídico 4 de junio, el asesino vio por la ventana de su casa cómo sus tíos salían en coche a trabajar. Vanessa ya estaba sola en casa. Hasta allí acudió con las llaves de la casa (que había robado previamente), un martillo, dos navajas, una cuerda, una chaqueta de manga larga que utilizó para evitar ser reconocido y unos guantes de nitrilo para evitar dejar huellas.

Robaina Santana entró en el dormitorio de Vanessa cerrando la puerta, y sin encender la luz, se acercó a la cama donde dormía su prima. Ahí empezaron las agresiones, todas ellas en la cara y en la cabeza. La víctima llegó a levantarse de la cama e intentó protegerse, pero los 30 martillazos (dos de ellos, susceptibles de matar a la víctima) acabaron con la vida de Vanessa. Cuando aún estaba gravemente herida, tras pedir a gritos y sin éxito ayuda a su madre, el asesino colocó un cinturón alrededor del cuello de Vanessa y lo presionó con fuerza hasta dejarla sin respiración. En ese momento, y sin que su prima pudiese oponer resistencia, Jonathan de Jesús Robaina cogió un objeto redondeado, le bajó la ropa interior a Vanessa y se lo introdujo por la vía anal con la intención de satisfacer sus deseos sexuales. Vanessa acabó muriendo tras producirse una parada cardiorrespiratoria por shock hemorrágico.

El acusado, que cuatro días después reconoció su culpabilidad ante la Guardia Civil y que sufre un retraso mental de carácter leve que, según la sentencia, no supone ningún tipo de alteración de su voluntad, capacidad de comprensión y conciencia, intentó limpiar toda la sangre y ocultar el cuerpo sin vida de Sara. Al no poder hacerlo, abandonó la vivienda a través de la puerta trasera, entró a su casa por una ventana, entró al baño y se quitó todas las prendas que llevaba puestas, manchadas de sangre, el martillo, una de las navajas, la cuerda y los guantes de nitrilo y lo colocó en el interior de una bolsa.

 

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