Igualdad va ahora a por los semáforos: «No tienen en cuenta el género a la hora de ponerse en rojo»
El ministerio de Irene Montero cuestiona que los esfuerzos se centren en los coches autónomos
Montero declara la guerra al algoritmo: «Oscurece dinámicas machistas con lenguaje matemático»
El Gobierno despilfarró 53.542 € en dos sesiones sobre machismo en los algoritmos informáticos
El Ministerio de Igualdad tiene un nuevo objetivo en su cruzada contra el machismo: los semáforos. El departamento de Irene Montero ha desarrollado un informe en el que analiza diversos campos, entre los que destaca la movilidad y, en particular, los pasos de cebra. Sentencian que estos sistemas para permitir que los peatones crucen la calle no tienen en cuenta que las mujeres tardan más en cruzar. «Algunos sistemas a primera vista neutrales, como los programas de control y coordinación de la red de semáforos, pueden comportar un impacto discriminatorio de género edadista y capacitista», es decir, contra mujeres mayores y con discapacidades, dice el texto consultado por OKDIARIO. Ya no solamente el feminismo quiere faldas y parejas de todo tipo en los iconos luminosos. Ahora analizan los tiempos de cambios de color.
«Los criterios con los que se diseña la red de medidas de regulación de la movilidad peatonal (cruces, semáforos, pasos de cebra, señales de límite de velocidad, etc.) tienen un impacto desproporcional en la movilidad e integridad física de la mujer como peatón», sentencian en el informe preliminar de 42 páginas.
Los autores del informe se preguntan desde un punto de vista crítico si los semáforos «asumen el cálculo del sistema que todos los peatones cruzan a una velocidad uniforme, lo que no es el caso en horas punta para personas discapacitadas o una madre llevando a su infante a la guardería». Dejan caer también que los semáforos tardan demasiado en ponerse en verde para los peatones, lo que beneficia a los conductores.
«Los sistemas de control y coordinación de semáforos determinan, por ejemplo, el tiempo del que disponen los peatones para un cruce o calle. ¿Con la velocidad promedio de qué perfil se automatizan las fases verdes para peatones? ¿El perfil de una persona adulta de 30 a 50 años? ¿O el de una persona ciega y anciana o de una persona en silla de ruedas?», cuestionan desde Igualdad.
Datos
También retuercen estadísticas para pedir que se ponga el foco en la seguridad vial para que no fallezcan mujeres en el asfalto. Reconocen en primer lugar que, en total, «en términos absolutos fallecen más hombres como peatones que mujeres». No obstante, a renglón seguido hacen una distinción usando datos de sólo «el ámbito urbano» para asegurar que «las mujeres fallecen principalmente desplazándose a pie (77% de las mujeres fallecidas) y los hombres fallecen principalmente utilizando otros medios de transporte (63% de los hombres fallecidos)».
A continuación ponen sobre la mesa la llegada de los semáforos inteligentes que se rigen por algoritmos. «Los sistemas actuales están regulados por sistemas algorítmicos menos complejos, el uso de semáforos ‘inteligentes’ está siendo pilotado en diferentes ciudades españolas (Castellón, Málaga…). Cabe recordar que los sistemas algorítmicos más complejos únicamente pueden optimizar un determinado objetivo. Con ello, el resto de las metas deben ser compensadas u optimizadas mediante el uso de otros mecanismos (manuales o tecnológicos)», indican para agregar que se potencia conseguir sistemas de conducción autónoma y se relega la batalla por mejorar la seguridad vial.
Los «semáforos inteligentes» en Málaga, exponen, han sido implementados para «ser conectados a corto plazo (2025) a una plataforma 5G, Plataforma Vehículo Conectado 3.0, a la que también se conectarán vehículos». Los esfuerzos, aseguran, «se concentran en optimizar la velocidad de los automóviles, informando del estado actual del semáforo y del tiempo restante hasta el próximo cambio de semáforo. Esto permitirá a los autobuses y otros vehículos equipados con la tecnología conocer de antemano la hora exacta de los cambios de semáforo para ajustar su velocidad y controlar su conducción autónoma».
Lamentan, por ello, que «el objeto a optimizar no es la expresa pacificación del tráfico o la seguridad del peatón, sino que se asume que la optimización de la velocidad de los automóviles autónomos, no sólo reducirá las congestiones y el número de emisiones de carbono, sino el comportamiento de frenado y contribuirá a pacificar el tráfico». No lo ven bien porque «optimizar la velocidad del automóvil en zonas urbanas no incentiva necesariamente mantener una velocidad baja o un estilo de conducción menos agresivo. Con ello, la optimización de la seguridad del peatón es un objetivo secundario».
En ese contexto, hablan también de nuevos sensores para captar el número de peatones, pero que, auguran, no tendrá en cuenta la velocidad particular de cada uno, como una persona discapacitada en silla de ruedas o la velocidad discontinuada de una madre llevando a su infante a la guardería».»¿Y quién corrige y entrena continuamente estos sistemas? ¿Gig workers [expertos autónomos] en países remotos que viven una situación de tráfico con expectativas y costumbres de movilidad diferentes?», dejan caer.
«Ningún sistema tecnológico tiene un impacto «neutral» de género. Los semáforos inteligentes no procesan en sus sistemas una diferenciación de género (y tampoco la necesitan). El tejido social, histórico y económico de una ciudad es el contexto que hace de esas tecnologías, no sólo una mera cuestión de movilidad, sino también de justicia de género», concluyen.