Nuevo libro de Pablo Iglesias

Iglesias sobre su casoplón: «No renuncio a un baño con mis hijos en la piscina sin fotos, así de claro»

Pablo Iglesias y su piscina en Galapagar.
Pablo Iglesias y su piscina en Galapagar.

Pablo Iglesias ajusta cuentas. El ex vicepresidente ha publicado el libro Verdades a la cara. Recuerdos de los años salvajes en la editorial Navona, propiedad de su amigo Jaume Roures. El ex líder de Podemos deja claro que no va a «renunciar» a su polémico casoplón en Galapagar, en la sierra madrileña. «Que mis hijos se puedan bañar en la piscina de casa conmigo sin que nos hagan fotos y sin que haya ninguna situación agobiante es un privilegio que me puedo permitir y al que no pienso renunciar. Así de claro», explica con contundencia.

Iglesias disecciona en 316 páginas los aspectos más polémicos de su vida e incluye el capítulo «El chalé». «Nunca nos hemos arrepentido de la decisión de comprar nuestra casa», aclara el ex dirigente morado.

Argumenta que siempre que va a un parque infantil con sus hijos escucha a la gente decir: «Mira, ahí está Iglesias, el coletas». «Ni siquiera cuando nos trasladamos de Vallecas a Rivas fue fácil sacar a los perros», lamenta en relación con el feudo que gobierna el PCE desde hace 31 años.

Sostiene que «La Navata aporta más tranquilidad. También pasear por el monte sin gente. «Fue una decisión privada que volvería a tomar mil veces», justifica. Defiende que él y Montero son «hijos únicos con buenas herencias».

Un piso más caro

«Nos podíamos permitir un buen piso en Madrid, incluso más caro, pero no tendría el mismo significado. No obstante, decidimos poner a nuestra familia delante. Lo volveríamos a hacer», relata.

En cambio, critica que en este municipio acaudalado recibió sonoros escraches. Denuncia que Fernando Grande-Marlaska lo consintió. Critica el trabajo de la Guardia Civil y salva a la Policía Nacional. Además, menciona con cariño a sus escoltas con los que, dice, ha trabado lealtades fuertes. No obstante, no habla del escoltagate por el que una guardaespaldas de Montero obtuvo una importante indemnización de Podemos por horas extra no cobradas y encargos que no le correspondían.

El índice del libro ilustra los temas que obsesionan a Iglesias: «1. El acoso. 2. La cacería. 3. Dina. 4. La decisión. 5. La pandemia. 6. El legado». «Nosotros hemos puesto el cascabel a gatos muy peligrosos y es lógico que nos lo quieran hacer pagar. Y vaya si lo pagamos con creces. Durante el acoso frente a nuestra casa muchas veces pensé en dejarlo. Esto no compensa».

Vida monacal

Lamenta llevar «una vida de monje». Todo lo que dice, también en el ámbito privado, lo controla al máximo porque «puede acabar publicado». «Me da miedo y asco pensar que han estado pendientes de mí para ver si me acostaba con quien no debía, si me drogaba, si salía, algún ilícito, aunque fuera sanciones de tráfico. Ni siquiera han logrado una triste imputación en siete años. Mis padres dicen: ‘No te criamos para ser un santo’», ironiza.

Nuevo libro de Pablo Iglesias.

Asegura que es «un bulo» una ruptura con Montero: «Si cualquiera de los bulos que se publican fueran ciertos mínimamente habría foto o vídeo. Pero en el fondo da igual por ese ‘algo habrá’». 

Mariló Montero

También se cachondea de los mensajes que destapó OKDIARIO sobre sus deseos de azotar a la presentadora Mariló Montero: «Fue una estupidez machista», reconoce a la par que bromea. «Eso y el vídeo de Pablo Echenique y su ‘chúpame la minga, Dominga’ son el Watergate de Podemos. Nuestro nivel humorístico quedó a la altura de Arévalo y Bertín», valora.

En clave política, aplaude a Irene Montero por «rechazar ser vicepresidenta con ministerios que eran un insulto» y desvela que señaló a dedo a Yolanda Díaz como su sucesora como candidata a la presidencia del Gobierno sin comunicárselo. «Ahora se gusta y eso se ve», apunta.

También destaca que habla de sí mismo en tercera persona: «Ese primer Iglesias transversal era muy competitivo». Igualmente, revela que engañó a Pedro Sánchez y le sorprendió con su dimisión: «Le aseguré que iba a estar 8, 12 o los años que fuera necesario. Si no jugaba esa carta me habría dado por amortizado».

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