Iglesias como Stalin: ordena fotografiar a los asistentes a las asambleas para que no se cuelen purgados

Podemos
Pablo Echenique y Pablo Iglesias en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos. (Foto: EFE)

Pablo Iglesias siente que se le escapa el control del partido. Podemos se ha convertido en todo un entramado de disputas en la que los órganos de gobierno en las comunidades autónomas piden más libertad. Consecuencia de ello son los purgados, miembros expedientados por no cumplir con la normativa de los altos cargos del partido. La nueva solución de Iglesias para evitar que los repudiados no acudan a las reuniones es fichar, mediante fotografías, uno por uno a los asistentes a su entrada.

El partido de Pablo Iglesias cada vez cuenta con más expedientes abiertos a sus miembros. «Se extralimita de sus funciones» o «no cumple nuestro código ético», son dos de los argumentos más utilizados para purgar a todo aquel que no se someta a la cúpula de la agrupación morada.

La última reunión del consejo ciudadano de Castilla-La Mancha ha sido una de las pruebas del nuevo método de control. El encuentro se llevó a cabo en un hotel de Albacete, contó con seguridad privada y encargados de identificar a cada miembro capturando su rostro mediante fotografías.

Es precisamente Castilla- La Mancha uno de los puntos más conflictivos de Podemos. Su secretario general, José García Molina, no ha ganado muchos amigos dentro de los militantes de la región. El pasado mes de septiembre, la Asamblea del Círculo Podemos de Toledo acordó la petición pública de dimisión de todos los miembros del Consejo de Coordinación del partido en Castilla-La Mancha. La petición fue apoyada «sin ningún voto en contra» y provocada por la sanción que este órgano impuso a Fernando Barredomiembro electo de dicho Consejo y antiguo rival de José García Molina por la Secretaría General regional al cual se le suspendió de sus funciones a raíz de una información periodística que señalaba que podría haber mercadeado con la lista de su candidatura.

La persecución a la que se ven sometida muchos de los miembros de Podemos que no están de acuerdo con la cúpula ha generado malestar en puntos tan importantes para el partido como Cataluña o las Islas Baleares. Las relaciones de los dirigentes con sus militantes son cada vez más distantes contrariando el espíritu con el que el partido comenzó su andadura.

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