OKDIARIO EN BARRANCO SECO

Hablan los marroquíes: «Llevamos tres días sin ducharnos, pasamos frío y no tenemos luz»

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Varios inmigrantes ilegales marroquíes han relatado a OKDIARIO las condiciones infrahumanas en las que viven en el campamento militar de Barranco Seco. Llevan días sin ducharse, pasan frío por las noches y no tienen luz en las tiendas de campaña donde duermen. Estos crudos testimonios han sido grabados en el interior del recinto donde el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido esconder a estas personas, tristes protagonistas de una imagen tercermundista.

Uno de los jóvenes que ha hablado con este periódico relata que llegó a las costas de las Islas Canarias el pasado sábado en torno a la medianoche. “Hemos llegado en pateras”, cuenta. También detalla que han tenido que pagar dinero para llegar a España. “Éramos 35 personas en el cayuco”, reconoce. “Toda mi familia está en Gerona”, lamenta. “¿Y tú quieres ir allí?”, le preguntamos. “Sí”, responde.

Cuando estos inmigrantes ilegales llegaron a Barranco Seco, procedentes del muelle de Arguineguín, los sanitarios les realizaron una prueba PC para comprobar si estaban o no contagiados de coronavirus. “Mal, mal, mal”, explica uno de los marroquíes señalando su nariz, en clara referencia a la molestia que supone la realización de esta prueba médica, que se lleva a cabo en unas casetas de color rojo.

Van vestidos con poca ropa. Los más afortunados cuentan con una sudadera. El resto viste una camiseta y unas bermudas. Su calzado es de lo más endeble. Algunos llevan chanclas de piscina, otros alpargatas de tela y los más suertudos zapatillas de deporte. No hay ni rastro de ropa de abrigo. Ni bufandas ni guantes, atuendos imprescindibles para la época del año en la que estamos. “Tenemos mucho frío”, cuentan.

Únicamente tienen una manta fina y de pequeñas dimensiones. De hecho, a muchos de ellos no les permite ni cubrirse la totalidad de su cuerpo. En esta época del año, una noche cualquiera en Las Palmas de Gran Canaria, puede hacer 15 grados. Sin embargo, la sensación térmica es mucho menor al haber un ambiente continuo de gran humedad y encontrarse rodeados de vegetación.

En las tiendas de campaña militares a las que ha accedido OKDIARIO, numeradas del 5 al 10, sólo había adultos. Ni mujeres ni niños. Si bien el objetivo de estos inmigrantes ilegales es quedarse en España y lograr viajar hasta la península, tras pasar una temporada en las Islas Canarias, hay una gran cantidad de ellos que quieren usar el país como puerta de acceso a Europa.

En el grupo de marroquíes que habla con OKDIARIO sólo hay uno que logra pronunciar más de cinco palabras en español. La gran mayoría sólo se comunican en su lengua materna, el árabe. Tampoco hablan ni inglés ni francés. En el interior del recinto militar no cuentan con intérpretes, lo que dificulta la comunicación entre los agentes policiales y los sanitarios con estas personas. En la entrevista que algunos han tenido con este periódico, por ejemplo, muchos de ellos se comunicaban haciendo gestos.

No tienen ni agua ni luz. Cuando tienen que ir al baño salen de la tienda de campaña y se dirigen hasta una caseta portátil de dimensiones muy reducidas. En su interior sólo hay un retrete. Ni lavabo ni ducha. En el caso de que alguna de estas personas se contagiara en el interior del campamento militar, el virus se expandiría a una enorme velocidad como consecuencia de la falta de higiene personal.

Cuando cae la noche dejan de ver. En el exterior de la tienda de campaña hay unos focos que iluminan el campamento militar. Pero en el interior de la construcción de plástico están sumidos en la más profunda oscuridad. Sólo algunos de ellos, que cuentan con teléfonos móviles de mala calidad, consiguen iluminar con el aparato electrónico el interior del habitáculo en el que pernoctan. “¿Me puedes cargar el teléfono?”, suplicaba encarecidamente uno de ellos al reportero de este periódico.

Antes de que Barranco Seco se convirtiera en un espacio improvisado para la acogida de inmigrantes ilegales era un polvorín militar. El campamento de Barranco Seco está en medio de la nada. Se encuentra a diez kilómetros del centro de la ciudad de Las Palmas, en un desvío de la carretera GC-5. Está vigilado por decenas de agentes de la Policía Nacional para evitar que nadie pueda ni entrar ni salir del recinto.

Legalmente, ninguno de estos inmigrantes puede pasar más de tres días en el campamento militar. Cuando expire ese período de tiempo serán trasladados a otras zonas habilitadas para su estancia, como el cuartel del Canarias 50 en La Isleta o el colegio público León, ubicado en el barrio de Lasso. Otros son enviados a hoteles o alojamientos en complejos turísticos.

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