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El Gobierno también pide a los alumnos recetas con las «ratas y perros que se comían con Franco»

Según el organismo de Ángel Víctor Torres, la alimentación de la época incluía "ratas, perros, serpientes o cigüeñas"

recetas Franco

El Gobierno quiere que los alumnos elaboren un libro de recetas con las comidas más habituales durante los años 50. En las guías didácticas que elabora el Ministerio de Memoria Democrática, se desarrolla la alimentación de la época de Franco que, según el organismo de Ángel Víctor Torres incluía «ratas, perros, serpientes o cigüeñas» y se insta a los colegios a que los alumnos redacten un recetario con los ingredientes y las formas de preparación.

Según el Ejecutivo de Sánchez, durante ese periodo se popularizaron las no-comidas. «Estos recursos excepcionales incluían, por supuesto, a los gatos, de los que se dicen que casi desaparecieron en estos años de muchas ciudades. También de perros, las ratas, las cigüeñas, los mulos y caballos. También erizos, serpientes o animales carroñeros como buitres (…) También fue el tiempo de los platos sin: calamares fritos sin calamares, la tortilla sin huevo de gallina, los dulces sin azúcar, los guisos sin carne, los fritos sin aceite», exponen en el recurso educativo del ministerio.

El Gobierno recopila una serie de recetas como los boquerones de secano. «Había muchas hierbas […] había una hierba que le llaman lenguazas que decían que era, cuando lo freían, decían que eran pescado frito y era una hoja, así como dos dedos de ancha, con pinchillos, le quitaban los pinchillos, lo enharinaban como el pescado y lo freían y decían que eran boquerones de secano», exponen.

En la guía didáctica del Gobierno desarrollan la receta de «el arroz de Franco». «Se ponía en una cazuela a calentar el aceite. Se echaban los ajos picados y el arroz dejando que se friera. Luego se echaba el agua para que hirviera. Se dejaba hervir, si tenías le podías echar laurel para que le diera algo de sabor. Había que removerlo para que no se quedara pegado», describe.

Con este contexto aportado por el organismo gubernamental, el Ejecutivo insta a que los colegios desarrollen un recetario de la época. Concretamente, la actividad trata de recopilar el conjunto de recetas, incluyendo los ingredientes y la forma de preparación. La recomendación del ministerio de Torres es que, el resultado final «aparezca disponible para difusión y descarga en alguna página web creada para la ocasión».

Comer gatos con Franco

En otra de las propuestas del Gobierno se instaba a los colegios a poner en marcha una dinámica educativa donde los alumnos pregunten a sus abuelos si «tuvieron que comer gatos» durante el franquismo. El Ministerio de Memoria Democrática busca que los menores tengan «una memoria del hambre de posguerra a partir de los testimonios de quienes lo vivieron», a través de entrevistas a sus antepasados sobre las «comidas extrañas» durante la época de Franco y cómo eso les ha impactado en el presente.

Desde el ministerio de Torres proponen que los alumnos entrevisten a sus abuelos. «Para tener una memoria del hambre de posguerra a partir de los testimonios de quienes lo vivieron lo importante es hacerse idea del paso del tiempo: los que eran niños y niñas en los años 40 en la actualidad tendrán más de 80 años por lo que las personas preferentes para el proyecto serán muy mayores y se puede contactar con ellos presentando la investigación a las direcciones de residencias de mayores que será un buen lugar para realizar el proyecto. Pero también se puede trabajar con los hijos de aquellos que pasaron hambre y que, aunque no lo sufrieron en primera persona, sí escucharon reiteradamente el relato de las penurias de sus mayores y de cómo se las ingeniaron para salir adelante», exponen.

Para llevarlas a cabo estas entrevistas, el Ejecutivo propone «un pequeño guion», que incluye cuestiones como si tuvieron que comer «comidas poco habituales, como hierbas en el campo, o animales como gatos, en ocasiones también alimentos en mal estado o adulterados» o «¿cómo se repartía la comida en casa, quién se llevaba las mejores y las peores porciones?». «Es una investigación que puede ser dura porque lleva a recordar momentos difíciles de la vida de nuestros antepasados, pero al mismo tiempo regeneradora porque permite que se conozcan estrategias para sortear el hambre y resistir en tiempos difíciles», explican desde el ministerio.

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