Sánchez prepara el fin de las mascarillas en exteriores al tener imposible aprobar el decretazo
Moncloa prevé retirar la norma de la tramitación parlamentaria y que a finales de enero las mascarillas ya no sean obligatorias en la calle, si se cumplen los pronósticos de que la pandemia remita
Sánchez impone por decreto la mascarilla obligatoria en exteriores
Mascarilla obligatoria y médicos jubilados: la primera respuesta de Sánchez para frenar la sexta ola
Conscientes de que el real decreto que acordó la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores no será convalidado en el Congreso a finales de enero, que es cuando expira el plazo legal para la ratificación de las Cortes, el Gobierno prepara ya el fin de esta medida que se adoptó para hacer frente a la variante ómicron. Fuentes gubernamentales consultadas por OKDIARIO prevén que podamos volver a ir por la calle sin protección a finales de este mes.
Todo depende de que se cumplan los pronósticos de los expertos que vaticinan una remisión de la pandemia en cuestión de días. Los datos que maneja Sanidad apuntan a que entre el 17 y el 18 de enero se podría constatar haber alcanzado el pico de la sexta ola. De verse obligados a prorrogar la medida por un aumento de la incidencia, en todo caso, el Gobierno trabaja ya en un decreto alternativo.
El real decreto, aprobado en el Consejo de Ministros extraordinario del jueves 23 de diciembre del año pasado, fue la medida estrella de Pedro Sánchez para luchar contra la sexta ola. Se lo habían pedido varias autonomías y no esperó ni a escuchar su opinión en la última Conferencia de Presidentes Autonómicos para tomar la decisión. El Ejecutivo optó por un real decreto que, desde el primer momento, recabó los recelos de socios y oposición.
Y es que entre otras cosas, lo que hace este real decreto es conferir plenos poderes al presidente frente al Covid. De tal forma que, de recibir luz verde en la Cámara Baja, el Gobierno podrá modificarlo a su antojo sin necesidad de pedir permiso al Legislativo. Decían desde Sanidad, en su momento, que lo que se pretendía era ganar en agilidad. Es decir, que si la situación epidemiológica empeorase, algo que no prevé Moncloa, con carácter de urgencia se podrían endurecer las restricciones sin necesidad de pedir permiso al Congreso, como hasta ahora.
Tanto Pedro Sánchez como la ministra de Sanidad, Carolina Darias, han manifestado en varias ocasiones su voluntad de que la obligación «durase lo mínimo posible» aunque, este miércoles, Darias avisó que «ante este cambio tenemos que ser capaces de anticipar nuevos escenarios y adaptar a un nuevo sistema de vigilancia y control de la Covid una vez superada la sexta ola y nunca antes». La ministra reiteró que «se observa una ralentización del crecimiento de la transmisión». Aseguró la responsable de Sanidad que estamos ante «una pandemia que cada vez adquiere más características de endemia».
No tramitar el real decreto
La fórmula que persigue Moncloa para que decaiga el real decreto que entró en vigor el 24 de diciembre es comunicar al Congreso la retirada de la norma, de tal manera que no se llegaría a tramitar en las Cortes. Actualmente, se encuentra paralizada hasta la calificación de la Mesa o la diputación permanente, hasta la celebración del próximo pleno. Así el Gobierno de Sánchez evitaría recibir un revés por parte de la mayoría de la Cámara, que a día de hoy no le garantiza la aprobación.
Sin mayoría
La coalición no cuenta con mayoría suficiente para sacar adelante el real decreto. Nada más conocer el contenido de la norma Ciudadanos mostró su rechazo a apoyar el texto en las Cortes. El portavoz naranja, Edmundo Bal, afirmó que su grupo se va a oponer «tajantemente» al decreto ley sobre el uso obligatorio de las mascarillas en el exterior cuando llegue al Congreso. Consideran que está basado «en supersticiones y propaganda». «No vamos a acabar con la pandemia con patas de conejo» denunció Bal.
Sus propios socios, como el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, (ERC) y el líder de Más País, Iñigo Errejón, también trasladaron a Moncloa que no apoyaban la medida. Aragonés considera que Sánchez la impuso para «hacer ver» que daba respuesta a la sexta ola. Errejón, por su parte, consideraba que la medida era «absurda» e «inútil» para controlar el incremento de casos, y que «ni un solo experto» la apoyaba.