Fernando Trías de Bes: “El Ingreso Mínimo Vital es un nido de formas de corrupción”
Economista y conferenciante. Fernando Trías de Bes (Barcelona, 1967) es cauto en sus respuestas cuando hablamos de los gestores de nuestra cada día más incierta economía, pero es muy crítico con algunos de los mecanismos económicos que el Gobierno ha lanzado como medida estrella durante la crisis del Covid-19. No está de acuerdo con el Ingreso Mínimo Vital. No por el concepto, sino por la forma de implementarlo.
Cree que no es la primera vez que se usa en España una forma de subsidio así –véase el PER– y, al final, siempre termina siendo el caldo de cultivo para diversas formas de picaresca. “Yo de lo que estoy a favor es del trabajo mínimo vital”, sentencia sin rodeos este catalán que acaba de publicar ‘La solución de Nash: la reactivación económica tras el Covid-19’ (Paidós).
Trías de Bes es liberal, pero de manera transitoria se ha puesto del lado de los keynesianos para poner respiración asistida a nuestra economía inyectando liquidez a familias y empresas a través del endeudamiento. Eso sí, no sé si encontraremos algo para llevar a empeñar.
Convénzame, por favor se lo pido, de que no estamos ya inmersos en una crisis económica como la de 2008.
Complicada pregunta. Ambas crisis son muy distintas, la de 2008 comienza en la economía financiera y esta del Covid-19, sin embargo, arranca en la economía real. No puedo convencerte porque no llevamos en crisis ni un año y la caída inicial de la economía en la actualidad es cuatro y cinco veces más fuerte que la anterior. Date cuenta de que en la mayoría de los países de la Unión Europea (UE) hemos caído entre 15 y 20 puntos de PIB, mientras que en la crisis de 2008 lo máximo que se cayó fue un 4%. Entonces, digamos que la caída en esta crisis es mucho más aguda que en la anterior, pero la de 2008 se originó en el sistema financiero y para que esto traspase a la economía real requiere de muchísimo más tiempo. Ahora la economía real ha colapsado por una emergencia sanitaria, lo cual significa que cuando ésta remita la recuperación es mucho más rápida.
Pero, entiendo que la recuperación será rápida porque el Gobierno actúa rápido y con un plan preciso. No sé si es el caso, ¿lo es?
Claro, otra cosa es cuán rápido somos capaces de poner fin y dar solución a la crisis sanitaria. Pero, insisto, y es muy importante decir que la economía real no se ha roto, no es la crisis del petróleo, se trata de una emergencia sanitaria que ha provocado un derrumbamiento de la oferta y la demanda nunca visto. Es impresionante, es cierto, pero al mismo tiempo la causa es sanitaria, no económica. Por ello, si no se destruye demasiado empleo o tejido empresarial, si no se traslada este problema al sistema financiero y se actúa de manera inteligente, en el momento que se solvente el Covid-19, la economía retomará el vuelo más rápidamente.
Pone usted demasiados condicionantes para poder esquivar la ruina.
Claro, hablo teniendo en cuenta estos condicionantes, pero ahora es complicado tener un diagnóstico. Sin duda, prefiero esta crisis a la del 2008 porque no está contaminado el sistema financiero, no hay burbuja inmobiliaria o no hay un problemón de colapso de la banca con intervenciones por parte de los Estados.
Entonces, propone comprar tiempo a través del endeudamiento para dejar atrás la crisis sanitaria y de consumo, ¿pero usted no era liberal?
(Risas) Sí, sí. Soy de corte liberal totalmente y jamás propondría la compra de tiempo endeudándonos si fuera para muchos años. Pero cuando empiezo a escribir la ‘Solución de Nash’ (Paidós) ya se empieza a atisbar el hallazgo de una vacuna para finales de año o principios de 2021, con lo cual la receta es sencilla: como no se ha roto nada en términos económicos, vamos a poner una respiración asistida a la economía. Es decir, inyectar dinero a empresas y familias para que no se destruya tejido empresarial y empleo. A ver, yo puedo ser keynesianista un año, pero no puedo serlo sine die porque soy un economista liberal, pero aquí todos los elementos de redistribución de renta y de igualdad de oportunidades para mí son esenciales y soy más socialdémocrata que liberal.
Una de las medidas económicas, también keynesianas, ha sido la creación del Ingreso Mínimo Vital (IMV), ¿solución real o buenas intenciones captavotos?
Este es un tema peliagudo y controvertido. Si me preguntas si estoy de acuerdo, te diré que estoy de acuerdo con el trabajo mínimo vital, no con un ingreso mínimo vital por no hacer nada. El IMV conceptualmente está muy bien, lo comprendo y lo entiendo, hay personas que viven en una situación complicada y precaria y, oye, estamos en un Estado del Bienestar y debemos ser solidarios, pero ya hemos conocido varios mecanismos de este tipo en España y son un nido de formas de corrupción de todo tipo.
Acuérdate, por ejemplo, del PER en Andalucía, había gente que tenía una oferta de trabajo y no le interesaba trabajar porque en unos días iba a tener el subsidio, ¿no? Entonces, nos hemos encontrado con gente que viene del Norte de África para suplir horas de gente que no iba a trabajar porque tenía el PER. Por ello, si me preguntas por el Ingreso Mínimo Vital, claro que me parece bien que nadie se quede en la estacada, pero, dime, ¿cómo se implementa? Ahí está el problema. Hay que ser muy cautos porque esto genera una cantidad de personas que se intentan aprovechan de esta situación enorme. Así que, en definitiva, yo les daría un trabajo mínimo vital en lugar de un ingreso mínimo vital.
¿Es populista afirmar que durante el estado de alarma los políticos deberían haber renunciado a sus dietas y el Gobierno recortar 22 de los ministerios existentes probablemente poco necesarios?
Aquí hay dos vertientes, por un lado, cuánto dinero supone esto que propones y, por el otro, la ejemplaridad de un gesto. Por el dinero que supone, sabrás, ni más ricos, ni más pobres nos haría porque, desde luego, el problema de las finanzas públicas no radica en las dietas, otra cosa es que por solidaridad y dar ejemplo se valore el gesto de la renuncia o la reforma del Gobierno. Para mí estas cosas no son tan relevantes como el hecho de poner en orden la cantidad de funciones duplicadas y triplicadas en muchas de las Administraciones Públicas. En España hace mucho tiempo que se debería haber llevado a cabo una reforma importante del sector público porque tenemos Gobiernos autonómicos, Gobierno central, comisiones, diputaciones, etc… que nos hace tener un número de funcionarios y un gasto público muy desbocado. No sé si es populista, la verdad, pero lo cierto es que llevamos una década sin hacer nada en el sector público.
Si le dan el hacha para recortar el aparato del Estado con absoluta libertad, ¿por dónde empezaría?
¿Lo primero? Un análisis de duplicidad de funciones, hay un exceso de legislación y normativa alucinantes a nivel nacional, municipal y autonómico. ¿Cuántas funciones se pueden asignar sólo a uno de los niveles de gestión pública? De todos modos, yo no soy experto en Administraciones Públicas, eh.
Bueno, no es cuestión de expertise, sino de sentido común, ¿no cree?
Sí, claro, por supuesto. Además, es evidente que la representación de partidos en la socialdemocracia, tanto en España como en Europa, crea mucho sucursalismo y seguramente hay muchísimo gasto para recortar en muchísimas áreas que desconocemos. Estoy convencidísimo de que con la mitad del gasto público podríamos funcionar igual si se aplicaran ratios de eficiencia y se hiciera un análisis, como en una empresa privada, de cuántos gastos son innecesarios.
Esta semana hemos conocido los datos del paro –30.000 desempleados más, llegamos a los 3,8 millones de parados– y la llegada de sólo un 20% de los turistas extranjeros. Pedro Sánchez afirma que hay un rebote en la economía, ¿está de acuerdo o es ciencia ficción?
Venimos de una caída tan bestia del segundo trimestre que vamos a esperar a las cifras del tercer trimestre del año. Es cierto que cuando ha acabado el estado de alarma ha vuelto a haber actividad, no tanto del turismo, pero algunas empresas se han puesto en marcha, otras han recuperado el tiempo perdido como, por ejemplo, la construcción donde había cosas encargadas, reformas, ventas hechas, etc…
Pero, es cierto que tras tres meses de parón se deben terminar proyectos, otra cosa muy distinta es considerar que la economía está tirando fuerte otra vez porque esto va a depender mucho de la situación civil, escolar o todo lo que sea recuperar un poco la normalidad y saber qué pasará si nos contagiamos, qué hacemos con nuestros hijos, cómo van a al colegio, etc, así como que el sistema sanitario no se colapse como pasó en la primera hora de pandemia.
La situación de incertidumbre que vivimos, ¿le enfada, le entristece, le decepciona?
Lo que echas de menos es una información más centralizada mucho más a medio y largo plazo con planes de contingencias muy claros. ¿Delegar los estados de alarma a las autonomías? Pero, vamos a ver, es que esto lo que genera es desconcierto en todo el mundo. Echo de menos un plan más parecido a lo que sería una situación bélica donde el Gobierno central tenga las cosas claras y sepa cómo funcionar para que podamos saber qué hacer ante ciertas eventualidades. Entiendo que todo es complicado, pero también entiendo que ya tenemos la suficiente información y perspectiva para tener un otoño más planificado. Mi sensación es que nos están echando a los leones.
En su libro ‘Mil millones de mejillones’, usted habla de un hipotético crucero donde van los máximos líderes y mandatarios del mundo y sufren un naufragio, llegan a una isla desierta y tienen que empezar todo de cero, ¿quiénes sobrevivirían?
(Risas) ¡Buena pregunta! ¿Quiénes? Sobrevivirían todos porque al final se apañarían, son muy listos. Estamos viviendo un cisne negro, una eventualidad que nadie puede tener en previsión como una guerra, un terremoto o un accidente natural y esto ocurre en muchas ocasiones a lo largo de la historia y nos obliga a reinventarnos en muchas cosas. Creo que estamos en ese momento, está siendo una disrrupción muy bestia que algo nos dejará. La historia de las civilizaciones es así y acelerará muchos acontecimientos.
Hemos conseguido de la nada alcanzar las más altas cotas de miseria, decía el prólogo de su libro.
(Risas) Sí, buena memoria. En este sentido, salvo excepciones, creo que la sociedad se ha comportado bien, de forma solidaria y con responsabilidad.
Ya veremos este otoño, la economía va a estar de nuevo en todas las portadas.
Sí, la verdad, porque este otoño vendrá calentito, aunque no habrá un nuevo parón de la economía porque no lo vamos a poder soportar.
Si hay colapso de la economía, ¿dónde va a huir?
(Risas) Nada, yo en mi casita. No me muevo de aquí, ya capearemos el temporal.